Soñar v.
-¿Has pensado en estudiar letras clásicas?
La pregunta salió tan natural de tus labios, que ni siquiera reparé en ella. Seguí hablando acerca de Shakespeare, de cómo Romeo y Julieta es una obra sobrevalorada entre quienes que nunca se habían dado a la tarea de leerla, de cómo me gustaba la versión de Macbeth que acababa de ver en el cine, que mi obra favorita de Shakespeare es Sueño de una noche de verano, de cómo esperaba algún día escribir como Jane Austen –a pesar de que mi profesora de inglés juraba que yo ya escribía como si viviera en el siglo XIX… Las letras inglesas eran de esos temas sobre los que podía hablar horas y horas, y nunca callarme.
Y entonces repetiste tus palabras.
-Ya sé que quieres estudiar letras inglesas, pero ¿Has pensado en estudiar letras clásicas?
Me callé. Jamás había reparado en que, verdaderamente me escuchabas. Que en realidad sabías cuales eran mis sueños, mis planes. Que te habías dado a la tarea de aprender cada una de las estrellas que conformaban mi propia constelación: mis colores favoritos, mis libros favoritos, mis alergias, mis planes de vida…
Que, habías seguido mis procesos tan minuciosamente que ni siquiera yo me había dado cuenta. Que estabas al tanto de mis sueños y querías ayudarme a construir nuevos.
-Lo he considerado…
Sueño n.
Las ciudades entremezcladas eran la muestra de que aquello no era real. La combinación de calles que no concordaban, de soles que salían y se diluían con el cielo, de lugares que marcaron nuestra historia y de lugares que sólo podían existir en mi imaginación daban pauta de la falta de coherencia de aquella escena.
Y a pesar de no serlo, se sentía más real que cualquier otra cosa. Las mariposas en mi estómago, mi piel erizándose con el sonido de tu voz, la sensación de tocarte una vez más…
¿Era en realidad un sueño?
Sustituto n.
Fue al final del semestre la primera vez que lo vi. Un miércoles. Uno de nuestros miércoles.
Tú estabas en algún punto lejano del planeta, o tal vez estabas junto a mí. Eso no lo sé.
Lo que sí sé, es que tú te sentías tan lejano y ajeno a mí, que se sentía como si hubiera un enorme vació en mi vida sin ti.
Pero, justamente ese miércoles él apareció. No con una sonrisa como la tuya, ni con la bondad que rodea a tu ser. Simplemente, hizo lo que tú no siempre eres capaz de hacer.
Hablamos; se sintieron como si hubieran sido miles de horas que pasaron ante nuestros ojos en un abrir y cerrar de ojos. Intercambiamos ideas y opiniones. Me hizo reír de una manera en la que tú no lo habías hecho desde hacía un tiempo.
Yo tenía que entregar una tarea final y él debía estudiar para su examen final, por lo que nos despedimos y decidimos seguir por nuestro respectivo camino. Tomó mi mano antes de depositar un beso en mi mejilla y alejarse.
Ese fue el único día en el que sentí que alguien podía reemplazarte en mi vida.
Wanderlust n.
El grito y el salto que mi cuerpo habían proferido no tenían punto de comparación con nada de lo que había hecho desde que te había conocido. La alegría y felicidad eran incomparables, y sabías que mi abrazo era más que el simple deseo de sentir tu cuerpo cerca del mío; era más bien poder contagiarte de toda la energía positiva que mi cuerpo sentía en ese momento.
Dejaste que tu cabeza se recargara en mi hombro mientras girábamos ahí, parados a la mitad de la acera, como si no hubiese nada ni nadie más alrededor, sólo nosotros y nuestra felicidad infinita.
-¿Entonces es un hecho?- Pregunté -¿Te irás a la Universidad de Oslo?
No respondiste. Estrechaste tu agarre alrededor de mi cuerpo, y suspiraste, mientras yo trataba de memorizar a la perfección cómo se sentía un abrazo tuyo.
-Quiero que me mencionen en tu biografía…
-Sabes que eso no era a lo que me refería…
Me soltaste por un momento, sólo para tomar mis manos entre las tuyas y enfocar tu brillante y emocionada mirada en mis ojos, que lloraban mitad de felicidad y mitad de desesperanza, ante la simple idea de que te irías de mi lado para siempre.
-Oslo no cambiará nada. Quiero que me mencionen en tu biografía. Quiero ser más que una mención, más que un capítulo. Quiero ser ese personaje que estuvo presente en tus más grandes victorias y que te abrazo en tus pérdidas. Quiero trascender en tu historia. Oslo no cambiará mi deseo de estar ahí.
Yo asentí, pero decidí guardar mis palabras para mí. Yo sabía que lo que tú dijeras en ese momento no era la realidad: Ambos éramos almas viajeras, a la espera de una nueva aventura por comenzar. Eventualmente, nuestros caminos volverían a cruzarse, pero nunca podrían ir de la mano.
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