Tras una semana sin parar, Mike y yo por fin salimos de casa, o mejor dicho, por fin conseguimos salir libres de casa. He perdido la cuenta de las veces que he ido a comprar por el pueblo alimentos y productos de limpieza.
—Pensé que nunca acabaríamos. Ya me veía haciendo tareas de casa hasta el inicio del curso.
—Piensa que un adulto tiene que hacer eso todos los días. A veces incluso compaginando trabajo y estudios... Tenemos suerte de que nuestros padres no nos lo pidan durante el curso.
—Creo que sería incapaz de aguantar algo así.
—Yo igual. Realmente admiro a mis compañeros de clase que a sus 16 años ya eran independientes. No lo habrán tenido fácil. —Y lo digo con total honestidad. No sé si hubiera sido capaz de irme de casa de mis padres con esa edad.
—Eh, ¿no es ese el chico con el que te estampaste el otro día? —me corta Mike mientras apunta con el dedo hacia el Paseo Marítimo.
Cuando dirijo la mirada hacia allí, veo como un chico con camiseta blanca y pantalones negros se encuentra dando vueltas con la mirada hacia el suelo. Parece que en esta ocasión no lleva los patines puestos.
—Parece que está buscando algo.
—Vayamos a preguntarle — digo sin dudarlo.
~ ⭐⭐⭐ ~
—Disculpa, ¿has perdido algo? — pregunto.
No hay respuesta.
Mike y yo nos miramos. ¿Será que de verdad es sordo?
¿Cómo hago para que se dé cuenta de que le estamos hablando?
—Disculpa... —digo mientras le doy ligeramente con la mano en el hombro. — Disculpa — repito al darme cuenta de que en el primer 'disculpa' no me estaba mirando. —¿Necesitas ayuda?
Nada más dirigir la mirada hacia donde estamos, el chico frunce el ceño. ¿Será que recuerda que me estampé contra él y le disgusta verme de nuevo?
—¿Has perdido algo?, ¿quieres que te ayudemos a encontrarlo? —digo intentando vocalizar lo mejor que puedo.
El chico no parece reaccionar. ¿Tal vez no puede leerme bien los labios?
—Espera un momento —le digo mientras hago un 'stop' con la mano.
Busco en mi pequeña mochila hasta encontrar una libreta pequeña y un bolígrafo.
—Buena idea — dice Mike.
Tras encontrar una hoja en blanco, escribo en grande y de forma clara mi mensaje. Se lo enseño:
'¿Has perdido algo?, ¿necesitas ayuda?'
El chico se queda mirando el mensaje por un momento.
¿Y si la razón por la que no puede entenderme es porque no sabe mi idioma?
¿Tendría que haberlo escrito en inglés?
Cuando le doy la vuelta a la hoja con la intención de escribir de nuevo el mensaje, el chico sujeta la libreta y señala el boli. Entendiendo su intención, le ofrezco mis utensilios para que escriba.
Cuando ha terminado, nos enseña la libreta:
'He perdido mi cartera.'
—Uh, eso es un problema. — Me abstengo de responder, pero estoy de acuerdo.
Sigue escribiendo.
'El problema es que no sé dónde la he perdido.
Podría estar en cualquier sitio.'
Cojo la libreta de vuelta.
'¿Quieres que te ayudemos a buscarla?,
¿en qué otro sitio crees que puede estar?'
Tras unos segundos pensativo, responde:
'No es necesario.
Gracias de todas formas.'
Quiero responderle, pero nada más entregarme la libreta se da la vuelta para recoger sus cosas. Una intención clara de que no quiere seguir con la conversación. No quiere que le ayudemos.
Mike y yo nos miramos decepcionados. Si no quiere ser ayudado, no hay nada más que podamos hacer.
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