Capítulo 4: Derrumbamientos
Anubis contempló las bolas de fuego que estaban inmóviles en el cielo, apretando duro el contrato.
-¿A qué estás jugando...?- se preguntó - Luinan, no creas que soy tan estúpida para no pensarlo- murmuró, enfadada.
Desde su cueva, Luinan observaba cómo Anubis estaba sentado en el tejado del templo.
-¿Qué se supone que estás pensando? ¡¿No piensas aceptar?! No vas a hacer que caigas en la derrota, pequeña, o aceptas o te hago aceptar. Yo nunca pierdo, y menos, a tus pies.- Dijo, cabreada también.
- Luinan, relájate, no puedes perder los nervios de esta forma. Así demostrarás que eres débil, ¡y tú no eres débil!- se dijo a sí mismo para tranquilizarse.
Anubis bajó de la techumbre y comenzó a dar vueltas en círculo, preguntándose a sí mismo.
-¿Tan mala es? Sí, es bastante egoísta y caprichosa, sin hablar de todos los males que nos ha hecho anteriormente y los que yo ignoraba. Pero aún así, ahora mismo no tiene razones por las que querer vengarse... La pelea del otro día no fue tan fuerte para que planee algo en mi contra. Y, que yo sepa, no le debo nada. Realmente no tengo razones por las que negarme, ¿no? Es una apuesta bastante justa y sencilla; ninguna humana se resistiría a mí… ¿Y si realmente sabe que voy a ganar y su intención es que sepa que quiere estar en paz? A veces es tan retorcida e incomprensible... En fin, ella sabe que no me voy a rendir. De hecho, me lo dijo, sabe que no va a conseguir que sea su esclava y, encima, no se acercará más a mi familia. Creo que esto solo es un tratado de paz camuflado, porque entonces no tiene ningún tipo de sentido-
Luinan rio al ver como Anubis entraba a su casa en busca de una pluma de sangre para firmar la apuesta.
-¿Lo has logrado?- rió una voz lejana - ¿Quién ha interactuado esta vez, Luinan?¿Has sido tú o esa voz en tu cabeza que te controla y manipula? - miró con aprobación- Esa voz me cae bastante bien, ¡es más fuerte que tú!-
El portador de la voz, Asther, un hombre alto y grande pero poco musculado que llevaba el pelo azul profundo, ojos esmeralda y tenía un rostro algo amenazante, salió de entre las sombras. éste tampoco tenía por desgracia. Al igual que Loise, se las arrebataron. Sin embargo, siendo poderoso. Muy poderoso.
-¡¡Cállate!!- gritó Luinan con voz rasgada mientras sus ojos se llenaban de aguas cristalinas y caía rendida al suelo tapándose los oídos.
-Siempre igual de dramático- dijo mientras agarraba el rostro de la joven- No vuelvas a gritarme, ¿entiendes? No creas que puedes hacer ese tipo de actos con tu padre. Porque no se te ha olvidado quien soy, ¿no? Soy yo quien te recogió en la oscura noche de fuegos. Soy yo quien te ha cuidado y quien quiere que cumplas tus cometidos. Por mí vas a ser la reina del infierno. Que no se te olvide. - soltó bruscamente sus mejillas y se marchó, con pasos firmes que volvían a la cueva.
- AAGHH- gimió enfadada- ¿ Tú te haces llamar a mi padre? Un simple demonio que, en lugar de usarme como cualquier otro lo haría para cumplir sus morbosos deseos, decidió "adoptarme" y tratarme como su pequeña. Nuestra relación es más bien de esclava-amo. Si tanto deseabas una hija, podrías haber sido solo un maleante. No es mi culpa que seas así, pero sí es tuya que yo sea así- gritó y golpeó la mesa- Podría ser una ladrona normal, una bruja estafadora, una satánica común entre los otros… Pero tú me hiciste así. ¿Por qué? Ahora tengo esa voz que me domina y me hace perder la cabeza. Todo porque tú querías que fuera así ¡Cuando gobierne, te mataré!- volvió a gritar, mirando hacia el techo
-Eso es lo que quería oír- susurró él, quien estaba escondido tras la pared y lo escuchó todo- Llevaba años esperando tu revolución, pequeña- dijo, antes de volver a desaparecer.
Paradis, Inglaterra
-¡Lorraine! ¡Lorraine, estás aquí!? ¡LORRAINE! ¡¡Lorraine, despierta!!- gritaba una voz conocida mientras golpeaba duramente la puerta.
-¿Ehh?- dijo aturdida frotándose los ojos- ¿Qué está pasando...?
-¡¡LORRAINE!!- siguió gritando la mujer.
Lorraine se levantó de golpe y se asomó a la ventana, donde pudo ver a Martha golpeando su puerta y gritando su nombre. Rápidamente bajó las escaleras y le abrió la puerta.
-Perdón por hacerle esperar, Martha- dijo casi sin aliento.
Marta suspiró.
-No te preocupes, querida. -dijo sonriendo- No llevo aquí mucho rato. Solo que al ver que no respondías, me preocupé un poco- dijo agarrando sus manos.
-¿Por qué debería preocuparte?- Quitó las manos bruscamente y se acomodó el pelo tras la oreja.
- Ah, por nada, por nada- respondió, mirando hacia abajo.- Bueno, venía a preguntar si vendrás hoy a la iglesia, aparte de que quería saber cómo estás.-
-Oh, sí, sí voy. Esperese, que me visto y nos vamos-
-Pero antes, ¿puedes responder a mi pregunta?
-Sí, estoy genial- dijo, con un tono seco y una falsa sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿Lo ha vuelto a hacer?- agarró sus manos de nuevo.- Dime la verdad, por favor
-Quería hacerlo, pero no pude, me quedé inconsciente.- Dijo sin parar de temblar.
-Lorraine... ¿Por qué...?- antes de poder terminar, Lorraine la abrazó y comenzó a llorar.
-Perdón...-
Después de unos minutos en silencio donde solo se escuchaban los llantos de ambas, Martha decidió interrumpir ese silencio.
-Lorraine, ¿te parece si vamos yendo?- le acarició el cabello.
Lorraine la miró con sus ojos llorosos y asintió. Así, ambos partieron hacia la parroquia.
-¿Martha, qué haces con esto? ¿Vas a caer así de bajo?-
Martha y Lorraine se giraron para ver quién preguntaba.
-Buenos días, Madre Superiora- la mujer hizo una reverencia, seguida de la joven Lorraine.
-buenos dias-
-Buenos días, Hermana Martha. Buenos días, bazofia- dijo mirando con aires de superioridad.
Lorraine se escondió tras Martha y comenzó a temblar nuevamente. Martha, al notar eso, dijo:
-Perdona, Madre, debemos irnos a colocar los candelabros para la misa de las once- repitió la reverencia y se llevó a Lorraine, agarrándola del brazo.
Templo de Anubis y Loise, El Infierno.
Anubis llegó a su habitación y comenzó a rebuscar como loca un bolígrafo, tirando todo a su paso tal remolino.
-¿Qué haces?- dijo Loise, al percatarse del desastre y sin entender nada.
Anubis, al darse cuenta de que Loise la estaba mirando, se escondió rápidamente el contrato en el bolsillo y respondió:
-Nada… Simplemente estoy buscando mi lámpara de lava… hace mucho tiempo que no la veo-
-Anubis, ¿estás bien?-
-¿Sí, por qué?
-Emm... es que... tu lámpara está en tu mesita, al lado tuya- dijo, señalándola.
-¿Eh?- dijo preocupada - Ohh, no la vi- rio nerviosa.
-Anubis, ven. Acércate, por favor-
Anubis se acercó lentamente hacia ella y Loise puso su zarpa en su frente para tomar su temperatura.
-No parece que estés mal, entonces no entiendo que te pasa. Últimamente estás un poco extraña, si necesitas de mi ayuda, dímelo, por favor. Soy tu madre y para eso estoy - dijo triste.
-No, mamá, no me pasa nada. No te preocupes, en serio. Eres la mejor madre que un demonio pudiera desear- sonrió
-Está bien, pequeña- suspiró - En fin... ¿Qué quieres comer, cariño? Hoy haré lo que tú quieras, ¿hago ese platillo que tú y yo conocemos?- dijo, guiñandole el ojo.
Anubis asintió emocionada y Loise se marchó a la cocina para hacer la cena.
-Ufff, por las garras, poco más y no lo cuento.- dijo mientras se retiraba el sudor de la frente. -bueno sigamos buscando el bolígrafo de sangre-
-Con que eso es lo que buscabas...- dijo mientras salía lentamente tras el marco de la puerta -Para qué lo quieres?¿Qué estás planeando?- dijo mientras se acercaba a ella
Anubis se quedó paralizada sin saber qué decir y fue dando pequeños pasos hacía atrás al ver que Loise se acercaba.
-Nada, nada...- dijo nerviosa.
-¿Qué es lo que escondes?- dijo la anciana, algo enfadada.
-Mamá, sabes que yo nunca te escondería nada. Y también sabes bien que yo siempre te he contado todos mis bienes y todas mis desgracias, soy un libro abierto para ti, entre nosotras no hay secretos, ¿no?- dijo, la joven demonio, intentando cambiar de tema.
-Cariño, no intentes cambiar el tema. Yo sí puedo tener mis secretos, porque tú no estabas cuando esas cosas pasaron y el pasado siempre se queda atrás, ¿entiendes? Ahora mismo, vas a contarme qué está pasando aquí- dijo cabreada.
-No está pasando nada, te lo prometo- dijo, fingiendo el llanto.
-Anubis, no voy a creerte, por favor dime qué está pasando.- dijo seria.
Al ver que Loise no cesaría, Anubis suspiró.
-Emm... No sabría cómo explicarte esto… - Empezó a decir, pero empezó a respirar difícilmente, cómo sí le faltará el aire.
-¿Anubis, estás bien?- dijo algo preocupada
-N-no pue- puedo res- respirar-
-Cariño, vamos afuera, te relajas y me cuentas lo que está pasando- dijo llevándola de la mano hacia fuera.
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