Capítulo 6: Problemas
Al girarse pudo ver como esos dos guardias habían desaparecido y, en su lugar, había una enorme sombra que tapaba toda la luz del sol, una sombra gigante que le era muy familiar.
-Hola, pequeña- sonrió aquel hombre.
Aquel hombre, normalmente conocido como Bernard, era no mucho más alto que ella, poco musculoso y rubio, según él, natural y era el narcisismo encarnado. Este era conocido por todo el Infierno como “el perro favorito del Señor”, uno de los motivos por los que Anubis podía burlarse de él, aunque decidió no hacerlo de momento.
-¿Qué estás haciendo tú aquí…?- dijo la muchacha temblorosa.
-He venido a por ti-
-Déjate de estupideces, ¿¡Qué es lo que realmente quieres!?-dijo frunciendo el ceño.
-Yo solo he venido porque mi Luci me lo ha pedido. Bueno, no es un favor, es más un trueque… Yo le doy a una de las más rebeldes de la legión y el me da todo lo que yo quiera… Y encima me da placer gratuito, es muy divertido ser su perrito. Tú podrías haberlo intentado, lástima que no cedas a ser sumisa.- dijo mientras se le escapaban algunas carcajadas.
-Aww, que sucio traidor que eres, querido. Ahora eres sumiso ante el poder de “El Gran Líder”, qué bajo has caído- sonrió
Él, tras escuchar eso, puso sus ojos en blanco y le respondió:
-Cada uno hace lo que puede y es mejor cambiar de bando que acabar como tú.-
-Repítelo si tienes huevos- dijo enojada
-¿Me estás retando a mi? ¿Ahora eres así conmigo? ¿Ya no estás enamorada de mí? Qué rápido han cambiado las cosas…-
-¿Cómo voy a estar enamorada de un cerdo tan asqueroso como tú?- le escupió
-¿Vas a escupirle a alguien que lleva un collar con la marca de nuestro amo?
-¿Nuestro? Aquí el único que es un perro de ese eres tú.-
-¡¡Bueno, ya está, dejémonos de estupideces!!- dijo cabreado.
Después de eso, la alzó lentamente con su magia.
- Así mejor, ¿no crees?- rió
-¡¡¡Suéltame!!!- dijo mientras se retorcía
-¡Suplícame!- dijo elevándola más
-¡¡Que me sueltes!!-
-¡¡Ha dicho que le sueltes!!- dijo Luinan, quien había aparecido repentinamente.
Lanzó al chico hacía un lado y cogió a Anubis en sus brazos, quien había caído torpemente. Anubis, tras haber caído en ella se sonrojó, rápidamente se bajó y dijo fingiendo enojo:
-Va-vale, suéltame ya, yo puedo sola-
-Bueno al menos agradece, ¿no crees que estaría bien?-
-¿Luinan?¿Eres tú?- dijo el chico mientras se levantaba un poco aturdido.
-Si, Bernard, soy yo - asintió - Soy yo, tu querida "amiga"-
-Cuánto tiempo, ¿no?- dijo intentando ser amable con ella, por miedo.
-Ya veo que sigues siendo igual de cobarde, los demonios nunca cambian, ¿no?-
-¿Me acabas de llamar cobarde?- dijo un poco dolido.
-Correcto, eres un cobarde lameculos, como siempre. Solo que ahora has cambiado de bando, antes me idolatrabas a mí. Qué pena que ahora tengas un gusto tan espantoso. Por cierto, no te merecías a Anubis. Eres un asqueroso maricón y te recomiendo que corras antes de que ejerza toda mi furia frustrada en ti.- sonrió.
-¿Por qué tratas así a tu súbdito favorito? ¿También estabas enamorada de mi?-
-¿Súbdito favorito? Cariño, ningún demonio tiene la suficiente importancia para ser mi favorito. Todos son inferiores a mí, siempre lo han sido. Y jamás me enamoraría de nadie, no me interesan los demonios, al igual que he dicho antes, nadie es lo suficiente para que yo me enamore de él.-
-Si tú lo dices…- dijo un poco dolido
-Bueno, ¿ vas a correr o quieres morir? Decide ahora o despídete ante tu querido amo- dijo apuntándole con su mano, amenazante.
Bernard desaparició como polvo en el viento.
-¿Cómo lo ha hecho?¿Desde cuándo sabe magia?- dijo Anubis asombrada.
-Porque robó uno de mis libros ancestrales antes de marcharse, para chuparle la entrepierna a su Luci - dijo seria, pero burlona al mismo tiempo.
-Asquerosa rata traídora-
-Y que lo digas, por su culpa tú acabaste encerrada por todos esos años.- dijo mirándole a los ojos
-No tengo ganas de hablar de eso, Luinan-
-Anubis, ya han pasado cientos de años de lo ocurrido, creo que deberías dejar de ignorar el tema-
-Bueno, esa es tu decisión, no la mía. Ya es momento de que te vayas ¿no?- dijo poniéndole la mano en el hombro.
-Sí… creo que sí- retiró lentamente su garra.
Ambas se levantaron, recogieron el equipaje de Anubis y se acercaron al portal.
-Bueno, adiós - dijo Anubis
-Suerte, a ver si puedes conseguirlo-
-Oye, una pregunta, antes de que te vayas ¿Por qué eres tan amable ahora?- dijo confusa.
-Es que quiero que la apuesta sea justa, que los obstáculos que hayan solo sean obstáculos que habían antes de que todo empezara-
-¿Estás siendo justa?¿Qué clase de veneno te has tomado tú?-
-¿Qué? ¿No puedo ser justa?- dijo frunciendo el ceño.
-Luinan, hace horas me habías mandado a buscar yo sola la forma de salir del infierno, sabiendo que era jodidamente complicado.-
-Bueno, pero eso ya estaba en la parte del trato, es completamente justo.-
-Buen argumento. En fin, creo que debería marcharme ya-
-Sí, no llegues tarde- se despidió
-Hasta nunca.- dijo mientras se adentraba en el vórtice.
Cuando por fin se había ido, Bernard apareció detrás de Luinan.
-¿Qué tal lo he hecho?- preguntó él.
-Muy bien para ser ese sucio roedor que eres.-
-Pero si hasta mandé a Anubis a las celdas, a pesar de que en ese momento no tenías ningún problema, pero ahora sí le odias, así que agradéceme. - dijo soberbio
-¿Todos sois así de gilipollas?-
-¿A qué te refieres con todos?-
-Sabes perfectamente a lo que me refiero, a todos los de tu especie.-
-Luinan, querida, no somos animales, somos homosexuales, ¿por qué tanto odio hacia nosotros?-
-No sé, simplemente me repugnan. Y más si son como tú, unos traicioneros.-
-Bueno, haz lo que quieras, pero si tanto odio me tienes, ¿por qué me llamas?-
-Porque necesitaba tu ayuda para hacer creer a esa ingenua que he cambiado y que ahora sí me importa, cuando no es así.-
-Vaya pérdida de tiempo- murmulló mientras desaparecía.
-Siempre igual de inútil - suspiró - pero al menos ha ayudado un poco.-
En los aposentos de Satán
Bernard apareció en el brazo derecho del trono de su amo.
-¡Adivina qué!- gritaba mientras agitaba sus brazos y piernas con ilusión.
-¿Qué le ha pasado a mi pequeñín?- preguntó acariciando el rostro de este.
-Bueno, te lo digo si me das un beso…- dijo poniéndose el cabello detrás de la oreja y acercando sus labios a Lucifer.
-¿Solo eso? ¿Dónde lo quieres?- sonrió con lujuria
-¡Pero bueno!- rió tímidamente - ¿Dónde crees que lo quiero?- dijo siguiéndole el juego.
Lucifer agarró del collarín y lo besó.
-¿Quizás ese no era el lugar que deseabas? Pronto besaré todos los rincones de tu cuerpo, así que no te preocupes por ello.- le guiñó un ojo. -¿Y bien? ¿Qué hay nuevo?- Apoyó al chico en su hombro y comenzó a jugar con su pelo.
-¿Pronto?- se sonrojó y aclaró la garganta para hablar - Bueno, ¿te acuerdas de Luinan y Anubis?- decía mientras jugueteaba con sus manos.
-Sí, esas mal nacidas. - gruñó- Te lavaron el cerebro con sus ideales estúpidos, pero cuando llegaste a mis brazos rápidamente aprendiste a quién debes obedecer.- Una pequeña sonrisa se dibujó en él.
-Correcto, ellas. Pues las estúpidas han hecho una especie de pacto de sangre y Anubis se ha ido al terreno de los mortales, sin tu consentimiento.- dijo mientras comenzaba a frotarse sobre Satán como un gato en celo.- Solo saben perder el tiempo en cosas tan vacías como esas, pudiendo tener sexo en su lugar.- Murmuró.
-Con que eso es lo que está pasando… Y dime, pequeño, ¿cómo sabes tú eso? - dijo levantándole el mentón para mirarle a los ojos.
-Porque la propia Luinan me lo dijo - comentó, quitándole importancia.
-¿¡¿Cómo?!? ¡¿Seguís manteniéndoos en contacto?!- le agarró del cabello y le volvió a levantar el rostro.
-Ahh- gimió - Duele, duele, relájate. Te dije que tenías que controlar tu fuerza, sabes que me gustan tus juegos, pero esto es demasiado fuerte. Además, nos pueden ver los soldados y no quiero que vayan diciendo que la puta de Satán se la chupa en medio de la multitud. No tendré mucha, pero tengo algo de clase.- dijo sonriendo mientras intenta retirar la garra de su cabeza
-¿Crees que estoy jugando ahora?- Apretó más fuerte.- Sucio traicionero, ¿cómo te atreves a hacer eso? pensé que habías entendido tu situación.-
-¿Qué? - Se percató de lo que estaba pasando.- Per-perdón, no sabía que eso estaba mal, ¿puedes soltarme, por favor?- dijo temblando.
-¿¡Que no sabías que estaba mal, imbécil!?¿¡Por qué debería soltarte!?- Dijo enojado y aumentando su fuerza.
-¡¡Ah!! ¡¡Duele, duele!!- comenzó a llorar.
-Lo mereces por haberte comportado así. Que yo te dé libertad no significa que dejes de pertenecerme. Te recuerdo que llevas este collarín - lo agarró con su otra mano- ¿Ves lo que pone aquí detrás?- manoseó la chapa con su nombre.
-Sí - sollozó- pone tu nombre - dijo con una voz temblorosa.
-¿Qué pone? No lo he oído bien- le agarró aún más fuerte.
-¡AHH!- gritó -¡¡Tu nombre, pone tu nombre!!- dijo mientras la sangre comenzó a brotar por su cabeza.
Lucifer soltó su pelo y miró cómo Bernard caía rendido en su regazo.
-¡¿¿Vas a disculparte, escoria!?? Debería haberte dejado encerrado en una mazmorra en lugar de convertirte en mi perro, pero aún no es tarde para ello. ¡Guardias!- bufó, chasqueando los dedos, como si llamara a un perro.
-No, no, no, ¡¡perdón!!- suplicó- sé que no debería haber hecho eso, no volveré a hacer nada que pueda molestarte pero, por favor, no me abandones, por favor- dijo llorando.
El Gran demonio lo miró de arriba a abajo y dijo:
-Si realmente te arrepientes de eso, tendré que perdonarte. Ha sido un simple error y me prometiste que no lo volverías a hacer. Ven, vamos a curar las heridas.- Cargó al débil chico en sus brazos y se lo llevó.
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