A medida que nos vamos acercando al faro, el efecto del mar tocándose con el cielo empieza a visualizarse en la lejanía. Con el faro justo delante, la imagen es realmente impresionante, y difícil de describir con palabras.
—Increíble, parece incluso más alto que la última vez —dice Mike asombrado.
—Es cierto que visto de cerca impresiona mucho más —digo mientras miro hacia lo alto de la cúpula.
Cuando llegamos a la entrada de la pequeña casa junto al faro, me sorprendo al ver como Léo saca una llave y la introduce en la cerradura.
« Debe de tener una buena relación con su abuelo para tener una llave » pienso.
Tras abrirla, sujeta la puerta y nos hace un gesto para que entremos.
Siento que mi corazón está a punto de salirse de mi cuerpo.
—Con permiso —dice Mike nada más entrar por la puerta.
Cuando es mi turno, le asiento con la cabeza a Léo como gesto de gratitud.
Al entrar, nos topamos de lleno con la sala principal. Por su aspecto, diría que se trata de un salón que hace también de cocina.
Me sorprende el mobiliario interior: completamente de madera a excepción de un antiguo horno de leña. La falta de modernidad me hace sentir como si hubiera viajado al pasado, cuando aún no existía el faro y solo yacía esta pequeña casa en los acantilados.
—¡Ah! —el grito inesperado de Mike mientras choca contra mí hace que sobresalte.
Veo como un gato negro pasa corriendo y se sienta sobre la pequeña mesa junto a la ventana.
—Qué susto me ha dado, ha salido de la nada —dice Mike tocándose el corazón.
Observo al gato con su pelaje brillando por los rayos del sol. No puedo evitar esbozar una sonrisa. Me recuerda al gato que tenía mi abuela. Si no recuerdo mal, tendría unos siete años cuando fue adoptado, y Mike aún no había nacido. Siempre que le veía le llamaba 'Jiji', por el gato negro de 'Nicky, la aprendiz de bruja'. Aunque ese no era su nombre original, con el paso del tiempo pasó a llamarse así oficialmente.
'Podéis acercaros y acariciarlo si queréis.'
"¿Estás seguro?" intento decirle con la mirada. Me sorprende ver que me ha entendido, pues me responde 'No te preocupes, Newton es muy cariñoso con las personas. No se asusta fácilmente.'
Mike y yo nos acercamos, y efectivamente, Newton no parece reaccionar negativamente hacia nuestra presencia.
Sin pensarlo mucho más, pongo mi mano sobre su pelaje y empiezo a acariciarle el lomo. La sensación es muy agradable y tranquilizante. No puedo evitar sentir un poco de nostalgia por Jiji.
—Le gusta que le acaricien aquí —oigo decir a Léo mientras le acaricia el costado bajo del cuello.
Poco a poco, el gato cierra los ojos y empieza a ronronear.
—Increíble —murmura Mike.
Observo detenidamente como Léo acaricia a Newton con una sonrisa en el rostro.
Verle sonreír de esta manera me produce un sentimiento difícil de explicar. Me siento muy feliz, pero también triste, porque justo en ese momento, la realidad me golpea.
« Léo no puede escuchar el ronroneo de Newton »
« Y aun así... »
Una lágrima cae inesperadamente sobre mi mejilla.
—Veo que ya habéis conocido a Newton —dice repentinamente una voz desconocida.
Me limpio rápidamente el rostro y levanto la vista. Es un hombre mayor, y por su aspecto, intuyo que debe tener unos 70 años.
—Vosotros debéis ser Luc y Mike —dice alargando la mano, y me sorprende saber que ya conoce nuestros nombres. —Yo soy Daniel, el abuelo de Léo.
—Encantado.
—Mucho gusto.
Se siente raro escuchar mi nombre de la boca de alguien que no sea Mike, pero me gusta.
—Cuando mi nieto me habló de vosotros no podía creérmelo. Hacía mucho que nadie se interesaba por este faro. Y con la inactividad de los últimos años...
—¿El faro ya no está en funcionamiento? —pregunta Mike casi exclamando.
—Los tiempos cambian —empieza a decir. — Con las nuevas tecnologías, los marineros ya no necesitan ser guiados como antes. Ahora cada barco dispone de su propia tecnología para poder orientarse en el mar.
—¿No se detectan averías en ocasiones? —pregunto con curiosidad. Al fin y al cabo, que los barcos tengan incorporada esa tecnología no les garantiza que siempre les vaya a funcionar.
—Algunas veces, pero es muy raro. Si logra encenderse más de una vez al mes, sería todo un acontecimiento. Aunque a veces ni si quiera eso.
« ¿A veces ni si quiera se enciende en un mes? » se me hace difícil digerir la información.
A pesar de saber que los marineros están mucho más seguros en los tiempos modernos, no puedo evitar sentir tristeza por la inactividad del faro.
—No estéis tristes —nos dice con una sonrisa percatando nuestra reacción. —Estoy muy contento de todo lo que ha podido ayudar mi faro a lo largo del tiempo. De todas las vidas que ha podido salvar. —Hace una breve pausa mientras mira por la ventana. —Aunque las luces ahora estén apagadas, siempre estarán ahí para quién las necesite.
« Protegiendo a las personas del mar y sus peligros »
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