Iban de salida de vuelta a la universidad,
Andrés había dejado ahí su carro - ¿Puedo dejar después el carro en tu casa?
Aquí cobran muy caro por hora y me voy a quedar sin nada de dinero – preguntó él
a Karla – Claro que si, solo tienes que regresarte conmigo cuando lo vengamos a
dejar, así no te dice nada el seguridad del condominio – le respondió ella. Al
llegar Andrés tuvo que pagar Q97.50 (aproximadamente $12.16) por las 6 horas y
30 minutos que lo dejo en la universidad, se había arrepentido de no haber
preguntado antes – Estás loco, no vas a pagar todo eso, creo que Karla y yo
podemos colaborarte con algo – dijo Laura, dividiéndose la cuenta y aliviando un
poco a su amigo.
Al llegar, notaron que era un restaurante bastante elegante. En la entrada el recepcionista indicó que solo podían entrar por invitación o bajo reservación – Venimos al almuerzo del licenciado Diego Mendel – indicó Laura – ¿Tienen alguna forma de probarlo? – preguntó un tanto tajante – Si me permite entrar puedo hacer que él venga personalmente – dijo Karla molesta, ninguno había imaginado que el lugar fuera así de hermético y mucho menos que el trato fuera a ser tan cortante.
Laura suspiró – Creo que lo mejor será irnos, este tipo no nos dejará entrar. Además, a nadie se le ocurrió pedirle su número, una tarjeta o algo como poder contactarlo – sus amigos asintieron y cuando estaban a punto de irse salió a la entada un chico de tercer año – Los reconocí de la conferencia y el Licenciado me pidió que los viniera a traer – dijo el muchacho, el recepcionista no tuvo más opción que pedir disculpas y dejarlos pasar.
El restaurante era de dos niveles y un área al final cerca de la vista a la ciudad estaba reservada. Laura notó al entrar que todo estaba dispuesto en forma de mesa redonda y los asientos tenían los nombres de los invitados en la parte de atrás, no sabía si por coincidencia o suerte, su asiento estaba a la par de Diego – Que bien que su compañero los vio, los estaba esperando para iniciar – dijo Mendel. Los chicos se sentaron en los lugares asignados y comenzó la convivencia
- Normalmente, sé qué hacer o de que hablar en estas actividades, pero con ustedes es diferente. Me gustaría que me comentaran sus dudas para saber a donde llevar la conversación
- Hola, buenas tardes. Soy José y soy de tercer año, yo quisiera saber ¿Si usted alguna vez tuvo la experiencia de llegar a una escena de crimen durante el peritaje y que sintió la primera vez?
- Me agrada tu pregunta. En mi primer trabajo como reportero de nota roja, me toco ir a cubrir un accidente donde un camión se estrelló con varios carros en la ruta interamericana, no recuerdo el kilómetro. No comí esa noche y me costó mucho dormir por varios días – Hizo una pausa, porque era verdad lo que contaba, pero a él no le había tocado vivir la experiencia en persona, él era el editor en ese tiempo y él relataba la experiencia de alguien más como propia – Llegar al lugar y ver a todas aquellas personas ya sin vida… Tenían una vida por delante, muchos de ellos
- ¿Y cómo logró superarlo? Porque algunos de nosotros no hemos vivido esa experiencia – Dijo Laura girándose para poder verlo mejor, mientras la audiencia permanecía en silencio y atentos a su respuesta
- Fueron varios meses en los que me fue difícil comer y poder sacar esas escenas de mi mente. Incluso dormir era complicado… No les voy a mentir, el inicio es difícil – Decía dando mayor atención a Laura que al resto de los demás
- No puedo imaginar lo que vivió – respondió una chica de cuarto año
- Pero ya no deseo recordar más ese sentimiento, quiero yo ahora preguntar ¿Por qué criminología?
- Vi muchos programas de detectives – respondió un chico de primer año
- Creo que la idea de encontrar la verdad – dijo una chica de último año
- Yo porque creía que era emocionante, pero ahora ya no estoy segura – dijo una chica de segundo año y se escucharon varios afirmando esa idea
- Creo que por el hecho de traer justicia. Cuando era pequeña mi papá cruzo la frontera, pensando que mejoraría nuestras vidas, pero nunca llego a su destino y tampoco nunca intentaron encontrarlo, no importo cuanto mi familia lucho. Si yo pudiera ayudar de una forma muy pequeña en hacer justicia – dijo Laura
Que ella expusiera sus intenciones hizo que muchos de ellos guardaran silencio. Laura era consiente que no podría ser partícipe de todo, ese pensamiento era el motor de todos sus sueños.
Laura salió de sus pensamientos cuando sintió un brazo alrededor de sus hombros reconfortándola, era Diego viéndola con ternura (aunque ella no estaba segura si era ternura o algo más), sonrió ligeramente hacía él – Creo que dejaremos esto hasta aquí, pero créanme, ha sido enriquecedor este momento – Diego quito lentamente su brazo y le hizo una seña al mesero y el mesero a su vez le hizo una seña a alguien más que no era visible. De inmediato llegaron varios meseros con carritos que tenían bandejas cubiertas y al destapar frente a todos, los ojos de los estudiantes se abrieron de asombro. Mendel había escogido una hamburguesa que tenía un trozo de lomo de res, tomate, un aderezo con cilantro; papás fritas con una salsa de tres quesos; una limonada con menta y de postre, un helado frito.
Laura solo se veía con sus amigos, saco su teléfono y les escribió en el grupo que tenían – Y ustedes que no querían venir – Karla mando caritas riendo y Andrés no escribía nada porque estaba más concentrado en comer que en responder sus mensajes - ¿Te gusta la comida? – le pregunto Diego – Me encanta, había escuchado de este lugar, pero pensé que exageraban – respondió ella mientras saboreaba las papas – Tu historia me ha parecido muy inspiradora, me gustaría platicar un poco más contigo ¿Cómo te podría contactar? – pregunto Mendel. Laura no sabía que responder a eso, era alguien mucho mayor a ella y se podría malinterpretar el hecho que salieran juntos – No te estoy pidiendo que tengamos una cita, solo que platiquemos. Te puede sonar anticuado, pero yo uso mucho Facebook. Podemos platicar por Messenger – por un momento ella dudó, pero luego pensó que no tendría nada de malo. Aun así se aseguró que sus amigos estuviesen ocupados – Me puede encontrar como Laura Robledo – dijo ella, el sonrió, escribió su nombre – Qué bueno, si tienes foto, ya te envié solicitud – respondió él.
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