Hace 9 años después de la explosión, al abrir sus ojos Oslac estaba en una pequeña sala toda blanca, como de hospital. Abrió sus ojos lentamente y vio que tenía conectada una vía en el brazo izquierdo. Luego sintió en su espalda un sentimiento que no había tenido en mucho tiempo, la suavidad de una cama, aunque fuera una cama dura de hospital. Al levantar una de sus manos se dio cuenta que no podía levantarla más allá de cierto punto porque estaba atada con una cadena a la baranda metálica de la cama. Fue en ese momento que el joven desconcertado se acordó de todo de un solo golpe. Se acordó de Rubí, 66, Lewis y Hector. Se acordó de todo hasta que su recuerdo se puso negro y nublado. Lo último que recordó es eso. Oscuridad y por un instante tal vez el cielo estrellado. Oslac entró en pánico por unos segundos, quiso levantare pero no pudo. Ya una vez que logró sentarse, puso las manos en su cabeza y mirando hacia abajo se dijo así mismo que tenía que calmarse y allí se acordó. Se vio a sí mismo envuelto en una luz oscura, recordó la explosión que había causado. Bajó las manos de regreso sobre sus piernas y sintió después de mucho tiempo como se le llenaban los ojos de agua. -¿Qué hice? ¿Qué les pasó a los demás? ¿Habrán salido?- pensaba. Sin embargo, no pudo si quiera derramar la primera lágrima cuando una mujer guardia entró por los ruidos que había causado Oslac con las cadenas. Luego la mujer llamó a alguien y una doctora vino a revisarlo. -Por fin despertaste. Deja que tome tu temperatura.-Cuando la doctora se acercó, Oslac retrocedió bruscamente e intentó quitarse las cadenas pero la doctora le colocó una mano sobre la cabeza con una luz verde y Oslac se calmó. Era como si sus defensa y tensión se hubieran esfumado lo suficiente para no moverse más. ¿Por qué? Él veía a la doctora, veía la habitación y quería salir, pero a la vez, se sentía calmado y tranquilo. -Por el momento todo estará bien. Yo no te haré daño. Pronto vendrán por ti. Descansa un rato- dijo la doctora y se fue. Oslac volvió a acostarse y antes de quedarse dormido escuchó a la mujer guardia hablando por un comunicador -Si señor, ya puede ser transferido.
Al despertar estaba sentado en una silla y atado con cadenas a ella. Estaba atado prácticamente todo el cuerpo. La habitación era enorme y parecía ser de forma circular en el interior. El piso y las columnas cilíndricas eran de mármol en colores monocromáticos combinando la escala de grises, el blanco y desde luego negro. Sólo habían dos puertas, las dos de acero negro que contrastaban con el blanco de las paredes. Una estaba en dirección al trono por el lado derecho del salón la cual solo usaba el líder del clan y sus oficiales negros. La otra puerta estaba más lejos, al otro extremo del trono en dirección frontal por donde entraban todos los demás oficiales y guardias. Ellos y la servidumbre del palacio eran los únicos que pasaban a esa sala. También si había algún juicio importante se hacía allí, y cualquier cosa privada que el líder tuviera que discutir. Al rededor de él habían tres oficiales vestidos de negro con dos estrellas en el hombro izquierdo. También habían varios oficiales blancos y para su sorpresa uno de ellos era reconocible. Se acordaba de haber visto en su memoria a ese oficial de cabello rojo, largo y recogido, aunque ahora estaba corto y peinado hacia atrás. Pero era esa persona que se acordaba de haber visto pelear con un par de dagas contra 66. Se acordó de haber escuchado su nombre “Ronald". Así que, no todos en la torre murieron. Si otra persona además de él mismo estaba con vida, entonces tal vez los demás también. Oslac miraba fijamente a Ronald quien también lo miraba fijamente a él, sabía que lo había reconocido. Un poco más atrás de este círculo de oficiales, estaban otros guardias de menor rango como los que trabajaban en las torres. En linea recta frente a Oslac estaba en su trono el Líder Duncan. Un joven un poco mayor que él. Se levantó de trono en lo que Oslac despertó y caminó hacia él hasta atravesar el círculo de guardias. Oslac todavía llevaba puestas las ropas de prisionero y tenía la boca tapada con un pañuelo.
-¿Así que tú eres mi trabajador número 64?- Preguntó el Líder Duncan. Oslac le molestaba todo de aquella voz segura sin un ápice de arrepentimiento. ¿Su trabajador?. Sonaba tan normal, tan cotidiano, como si sólo con esas palabras estuviera borrando todo lo que habían pasado y siempre hubiera sido un simple trabajador. Oslac subió la mirada llena de ira y con sus ojos oscuros vio directamente los ojos verdosos del Líder Duncan. -Me habían dicho de esa mirada tuya. Dime, ¿me odias 64?. Para un chico huérfano que vivía prácticamente en las calles… creo que no te he quitado nada. Al contrario te di un lugar al cual pertenecer y un trabajo. A cambio tu destruiste toda mi fábrica de trabajo. Creo que yo soy el que debería mirarte con odio- el Líder Duncan levantó a Oslac del cuello de la camisa con ambas manos y subió su cara hasta casi el nivel de él. -Muéstrame cómo lo hiciste. Muéstrame tu ira.- El Líder sintió una gran energía que venía de su prisionero y lo soltó - Todos afuera, excepto los Oficiales Negros y el Oficial Ronald.- Ordenó el Líder y así se hizo. El líder Duncan se quitó su gabardina negra que llevaba en ese momento y en un atuendo más similar a los uniformes de pelea tomó una vara metálica y se preparó frente a Oslac. Por otro lado, otro de los Oficiales Negros, Nekane agarró las cadenas de Oslac con sus guantes y con su martillo las rompió.
Al ser liberado, Oslac se quitó el pañuelo de la boca y nota que él no tiene armas.
-No busques armas, no tendrás una a menos que yo lo ordene- le dice el Lider Duncan.
A decir verdad, el Líder Duncan no era ningún ignorante de la situación. Ya le habían informado de todo lo que había ocurrido en la prisión, la que en publico él se refería como la Fábrica Submarina de Armas ya que en un inicio solo los Oficiales Negros de la Corte y algunos oficiales blancos seleccionados lo sabían. También algunos guardias lo sabían, pero solo los que trabajaban dentro de ella. Ellos dormían en las residencias cercanas y no se les permitía trabajar con otros guardias que no estuvieran al tanto. Además habían dado su palabra y jurado por escrito no decir nada al respecto y referirse a ella como Fábrica de Armas. En efecto, era una prisión, una fábrica y un laboratorio. Desde luego no era una prisión para criminales, era una prisión sólo por el hecho de que cualquiera que fuera llevado ahí no volvía a salir hasta el final de sus días. También era una fábrica de armas ya que de eso trataban las labores que los presos hacían cada día. Pero lo más importante para el Líder Duncan era las investigaciones que llevaba a cabo en el lugar. Crear nuevas armas que utilizaran de manera más eficiente el mana negro de las personas. También encontrar nuevas formas de usar ese mana, por lo que la investigación más importante era transmitir la energía oscura de las personas a un núcleo central de energía que sirviera para toda la torre y mantener activos todos sus sistemas y las esposas para controlar a los presos. Había descubierto que así como el nivel de mana negro era diferente en cada persona, también los más altos niveles eran más poderosos y esos tenía un mayor efecto en las armas y la energía. Pero lo que más le había sorprendido no solo era que uno de sus prisioneros hubiera escapado, sino que hubiera podido sobrecalentar todo el sistema hasta causar una explosión y sobrevivir. Más que eso, que pudiera usar el mana negro sin un arma como medio. Eso era algo excepcional y para el Líder Duncan algo maravilloso, si podía tenerlo bajo su control. También algo retador y un poco amenazante si no podía dominarlo. Por eso en esta pelea, lo que el Lider Duncan quería ver, era esa información que había llegado a él. Quería ver en acción al prisionero que había destruido su centro de investigación de mana negro y su habilidad para controlar dicho poder oscuro, además claro de su disposición para servir a la nación.
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Oslac tenía un cuerpo fuerte y aunque no sabía mucho de pelea era resistente. Pero ni él sabía cómo había usado el mana negro. Oslac cerró sus puños para prepararse y vio sus muñecas. Habían pasado años desde la última vez que las había visto sin esposas y por unos pequeños segundos se sorprendió al verlas llena de cicatrices y un poco quemadas por haberlas sobre calentado aquella vez en la prisión. Sus manos también tenían unas leves cortadas y recordó lo que le había dicho Lewis en la prisión respecto a que si sobrecalentaba las esposas podía quemarse. Lo cierto es que el mana negro era todavía un misterio para Oslac, solo sabía que era diferente de otros mana y que no era muy bien visto por algunos. Recordando sus días en la prisión, Oslac empezó a llenarse otra vez de remordimiento, culpa y preocupación. ¿Qué habrá sido de los demás? El pensamiento de que no estuviesen vivos empezaba a asomarse de nuevo, pero fue interrumpido por el Líder Duncan quien inició con un primer ataque dándole una patada por el pecho. Con el impacto, la suela de sus botas se rodeó de lo que parecía una leve neblina negra con destellos eléctricos que se esfumaron después de haber dado el golpe. Oslac fue a parar espaldas contra el suelo. De un solo golpe ya sentía que le costaba respirar. Se levantó y corrió a atacar a su oponente, -No más tiempo para remordimientos- pensó. Oslac intentó golpear al Lider Duncan con un puño pero este lo esquivó, los dos empezaron a pelear pero quien recibía todos los golpes era Oslac. Al ver que Oslac se estaba cansando y todavía no había demostrado las habilidades que el Líder Duncan esperaba, empezó a jugar con la mente de Oslac, la cual estaba bastante vulnerable después de todo lo que le había pasado.
-Acabaste con mi investigación- le dijo el Líder Duncan quién había soltado su vara y detenido uno de los puños de Oslac con su mano. -Acabaste con mis oficiales- siguió mientras le daba un golpe en el estómago, empujándolo hacia atrás. Oslac se agarró de su oponente con una mano y cuando fue a darle un puño escuchó las palabras - y acabaste con tus compañeros.
En ese momento Oslac se distrajo por un pequeño segundo y por un rodillazo por parte de su contrincante cae al piso tosiendo, escupiendo y respirando fuertemente sobre sus rodillas. -Destruiste todo, ¿con esta debilidad? Si esta es tu fuerza supongo que todos los prisioneros eran unos buenos para nada. No debí haber desperdiciados mis recursos en esta clase de gente- dijo en tono denigrante para provocar a su oponente. - Pensé que al menos la prisionera 65 valía la pena, o tal vez el 63, pero supongo que debo agradecerte por matarlos por mi…
En ese momento sus palabras fueron interrumpidas por la energía oscura proveniente de Oslac, quien tenía el cuerpo cubierto por finos rayos negros. Se levantó y corrió hacia delante para volver a enfrentar al Líder Duncan quien no había recibido su primer golpe. Al atacarlo, Oslac logró rozarle la cara apenas con el borde su puño, pero por haber estado usando el mana le hizo una leve quemadura en la cara, dejándolo con un lado de la mejilla enrojecida. Pero los golpes continuaban y para frenarlo de una vez, el Líder Duncan dijo que ya había visto lo que quería golpeándolo una vez más con una patada en el pecho. Oslac casi cae al piso de nuevo pero se quedó de pie respirando fuertemente. Sus ojos oscuros desprendían una ira inconmensurable mientras veía a su contrincante y con sus pies firmes sobre el suelo, apoyó una de sus manos contra la columna de mármol que tenía más cercana y empezó a utilizar su mana negro de forma más controlada. Oslac cerró su mano en forma de puño y golpeó la columna haciendo grietas en ella y causando grandes daños a su mano izquierda sin darse cuenta. La columna agrietada parecía que iba a destruirse en pedazos cuando el Líder Duncan dijo -Than- y el oficial Negro golpeó al joven destructor por la nuca para dejarlo inconsciente. Mientras caía al suelo, el oficial Than lo cargó apoyando uno de los brazos del joven sobre su espalda y vino Ronald a ayudarlo con el otro lado del joven. -Con que pensaste en destruir mi palacio también- dijo el Líder Duncan mirando al inconsciente Oslac. -Llévenlo con la doctora para que lo cure de inmediato y manténganlo allí hasta que acceda a unirse a mis oficiales- y se fue de la habitación a través de la gran puerta de acero negro. -Ronald, tú y los oficiales de afuera encárguense de llevarlo. A partir de ahora tú estás a cargo del joven. El líder también tiene planes para ti, así que no nos decepciones.- Le dijo Than mientras lo ayuda a llevar al joven a la puerta.
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