Ya había pasado una semana desde que Oslac había comenzado su entrenamiento. Solo había 40 chicos nuevos y 40 chicas que dormían en otro lugar igual al edificio esférico donde dormían los varones. Sin embargo todos entrenaban juntos, con los mismos uniformes y los mismos oficiales. Para colmo de Oslac, uno de los Oficiales encargado de su entrenamiento era el Oficial Blanco Ronald. Después de su última discusión, Oslac no había vuelto a preguntar nada más. Se había conformado con la idea de que si quería llegar a obtener más conocimiento no podía depender de Ronald, debía adquirirlo en gran parte por su propia cuenta. Por el momento se conformaba con leer el material que le había dado el oficial y con la pequeña colección de libros disponible para los reclutas donde la mayoría eran sobre reglamentos de Clan de los Defensores y sobre Gran Euronotos. Pero Oslac sabía que para obtener más que eso debía ser aceptado en el clan y subir en rango, pero, a diferencia de los demás, lo que más debía aprender era controlar su mana oscuro. Durante toda la semana no se había salido de control, sin embargo, todavía no habían empezado la fase de combate en el entrenamiento, la que más le preocupaba. Incluso en las noches si tenía malos sueños, en especial relacionados con la prisión, sentía el calor del mana oscuro desde su pecho hasta sus manos. Lo más probable era que no se manifestara porque aun tenía sus ataduras para controlarlo.
Ese día en su hora de descanso el Oficial Blanco Ronald solicitó la presencia del recluta Oslac en el patio durante la hora de descanso.
-Toma tu nuevo horario- le informó el oficial mientras le extendía una hoja de papel. Pudo ver que las horas de descanso y algunas horas extra después del entrenamiento se las habían cambiado por horas de “Entrenamiento especial”.
-Ha pasado una semana y no hemos recibido quejas debido a ti de ningún tipo. Parece que ya elegiste qué hacer, así que me dieron permiso de empezar tu entrenamiento especial. Ve a la zona de laboratorio general en estas horas.
-¿Esto es para controlar mi mana?
-¡Bingo!
-¿Y si me niego?
-Oh, ¿te vas a negar? Puedes hacerlo desde luego, si crees que puedes dominar tu mana oscuro sin ayuda.
Oslac vio a Ronald con una mirada de sospecha.
-Según las leyes del clan, si fallo las pruebas para unirme puedo repetir la face de Recluta una vez más. Sumando ese tiempo tengo dos años en los que puedo aprender a utilizar mi mana, ¿por qué me sometería a ser su experimento de laboratorio?
-Mmm veo que no te lo he mencionado pero no es así de fácil. Tú lo has estado pensando también, ¿no es así?. En tres semanas empezarán los entrenamientos de combate, y luego solo seguirá subiendo el nivel de exigencia. ¿Crees que tienes dos años para dominar tu mana? ¡Ja! No es como que vayamos a esperar a que algún accidente ocurra antes de que lo domines. Si tu mana se sale de control en las peleas y causas un alboroto hasta ahí llegas. Si tu mana se vuelve más una amenaza que un beneficio, el clan se deshará de ti sin importar qué tan especial seas.- Ronald sonrió levemente con los ojos entre cerrados y se dio vuelta -Si crees que puedes dominarlo tú solo, no vayas al laboratorio. Si te vuelves una amenaza se desharán de ti o te encerrarán de nuevo. Suerte- dijo Ronald en tono burlón y se fue.
Esa noche, como una señal siniestra, Oslac tuvo pesadillas. Sobre su infancia, sobre cómo su perro había muerto, cómo el único señor de su pueblo al que le tenía cariño y admiración lo había traicionado cuando era niño, y desde luego revivió sus últimos días en prisión antes de causar la explosión. ¿Cuándo dejaría de revivir esas historias? ¿Por qué habían ocurrido y por qué era el único que se sabía que estaba vivo? Creía haber dejado todo atrás sin darle más importancia a nada pero el remordimiento y el dolor que sentía no se iban. Así fue como en la mañana al despertar volvió a entrar en razón al ver sus sábanas quemadas por el calor que emanaba de las manos durante la noche por su mana. Sus manos estaban un poco ardidas y algo rotas por el calor y las sábanas no se veían diferentes a un papel manchado con una vela. ¿Por qué sería que aunque no quisiera, terminaba dando ese paso que no quería tomar? Al final de todo, irse a encerrar en prisión no era algo que soportaría de nuevo. Ser arrastrado a un laboratorio para que acabaran con su vida de la forma en la que ellos quisieran, en contra de su voluntad, tampoco era algo que resistiría. Se levantó, se puso su uniforme rojo, tomó las cobijas que había chamuscado, se las colgó del hombro y salió del dormitorio.
**********
Al llegar al laboratorio desde luego Ronald estaba allí, junto con una señora de mayor edad y un niño que parecía no tener más de 12 años. El camino que tenía en frente lo odiaba, pero no veía por dónde más caminar. Con cada paso que daba aceptaría lo que fuese que viniera tras él, y se llevaba consigo la culpa y el remordimiento que sentía. Aceptaba que no lo dejarían en paz, así como aceptaba la muerte de sus compañeros, y pagar por el daño que había causado a todos. El camino que tenía no era por donde quería ir pero ya era hora de dejar de nadar contra la corriente. Oslac tiró las sábanas al suelo mostrando las quemaduras que le había hecho y empezó a hablar: -Al terminar este año me uniré al Clan de los Defensores y subiré de rango hasta llegar a lo más alto que pueda. Entrenaré y controlaré mi mana negro y acepto sus condiciones, pero tengo una cambio. Quiero entender mi mana, quiero entender esta energía oscura. -
-Y a cambio, ¿obtengo toda tu colaboración? - preguntó Ronald.
-Este contrato no es contigo, sé que no eres el encargado del laboratorio- dijo Oslac viendo a la señora mayor que estaba de pie al lado de Ronald y éste hecha aire por la boca en respuesta a la contesta directa de Oslac que lo había dejado sin palabras, sorprendido y con un poco de buen humor.
-Jajaja- rió la señora. -Tenías razón Ronald, el jovencito no es tan débil.- Dijo mientras caminaba hacia Oslac. Se puso en frente de él y recogió las sábanas. -Bien. Empecemos entonces.
A diferencia de lo que Oslac pensaba no fueron pruebas tan tormentosas. Había imaginado cosas como los castigos de la prisión. Pero este no era el caso. Desde luego el clan estaba fortaleciendo su conocimiento acerca del mana oscuro, pero Oslac también estaba aprendiendo. Este conocimiento no se le ocultaba y además estaba controlando poco a poco su mana a través de las diferentes pruebas. De vez en cuando, debido a alguna inyección o alguna prueba física para descargar su mana, podía darle fiebre, causarle nauseas o dolor corporal, pero nada que no pudiera aguantar y que no entrara dentro de efectos secundarios manejables según Oslac. El único defecto era que no solo debía cumplir con el entrenamiento especial, sino también con el mismo que los otros reclutas. Lograba rendir lo suficiente pero a veces le faltaba más que energías para terminar su entrenamiento. Esto hizo que, aunque Oslac hubiese empezado como un recluta muy fuerte, poco a poco fue quedando atrás con respecto a los demás reclutas.
El entrenamiento de combate estaba a 5 días de comenzar y todavía no sentía que pudiera controlar su mana lo suficiente. Las esposas desde luego lo reprimían pero no del todo. Realmente estaba la posibilidad de que se saliera de control. Todavía quemaba cosas con su mana si se enojaba demasiado y ya había peleado contra un par de compañeros del dormitorio. Era de esperarse que el único recluta que podía controlar el mana oscuro no fuera bien recibido por sus compañeros y recibiera miradas de envidia. Por otro lado no muchos querían hacer amistad con el único sobreviviente del incidente de la Fábrica de Armas y otros no querían acercarse a alguien que todavía no controlara su poder. Por su cuenta, Oslac tampoco tenía la actitud para hacer amistad. Pasaba el poco tiempo libre que tenía leyendo, ignorando los comentarios molestos de sus compañeros y a veces aprovechaba para desquitarse durante las prácticas haciendo exhibición de su fuerza y habilidad con las armas, cosa que sólo enfurecía a los demás. Así fue como se peleó con un par de reclutas en el dormitorio cuando vinieron a molestar con sus comentarios. Los dos reclutas que hasta ahora encabezaban el rango de los más fuertes y competentes, no toleraban a Oslac. Un día, después de que Oslac finalmente reposaba en su camarote leyendo un libro, el par de chicos subieron cada uno por un lado del camarote, asomando sus cabezas sobre la cama de Oslac. Habían empezado una conversación intentando criticarlo por su mana oscuro y por ser el especial del grupo, no era la primera vez que Oslac ignoraba sus comentarios pero todo terminó cuando uno de ellos empujó la cabeza de Oslac con su mano hacia un lado y otro derramó café sobre el libro. Era un libro viejo y bastante desarmado así que el café hizo que se desarmara más. Oslac cerró el libro y rápidamente golpeó al que había derramado el café con una patada y luego al otro y así fue como empezaron a volar golpes entre los tres quienes terminaron en suelo. La alarma se disparó y entraron un par de guardias a resolver el problema. Los tres fueron sancionados, pero mientras el par de compañeros de Oslac tuvieron que encargarse de la reparación del libro, Oslac terminó siendo sancionado en su dormitorio sin poder ir a entrenar. Todos por igual perdieron la misma cantidad de puntos en conducta. Para entrar al clan de los defensores, no solo se necesitaba pasar la pruebas de habilidades, fuerza e inteligencia, también necesitabas suficientes puntos en conducta al finalizar el año. No se admitirían rebeldes ni rufianes en el clan de los defensores. Para la suerte de los reclutas, así como se perdían puntos también se ganaban, aunque que era más difícil.
Ese día por la tarde Oslac recibió una carta:
“Ven a la sala de combate del laboratorio, tienes un nuevo amigo.
Firma: el Oficial Blanco Ronald Huffman
Pd: muestra esta carta para que te dejen salir del dormitorio.”
Oslac tocó la puerta de la habitación y le pidió al guardia que lo dejara salir, ya que por el castigo su tarjeta no funcionaba para abrir la puerta y le dijo que el Oficial Blanco Ronald lo había solicitado. El guardia puso una tarjeta sobre la puerta y se disolvió lo que parecía ser metal pero en realidad era sólo una pantalla oscura, revelando un cristal claro. Oslac puso la carta en frente del cristal para que el guardia pudiera leerla y abrió la puerta. Antes de partir, el guardia pasó un escáner en frente de su cara. -Listo, el rastreador está programado para permitirte ir de aquí a al laboratorio y de regreso. Si te desvías, sonará la alarma. ¿Entendido?- Oslac asintió con la cabeza y fue al laboratorio.
De camino al laboratorio vio varios guardias dirigirse hacia la entrada principal del Clan de los Defensores, además de que habían más Oficiales Blancos de lo normal, todos dirigiéndose en la misma dirección. Oslac tenía curiosidad de ver qué estaba pasando pero no podía desviarse de su camino. Cercano a la entrada del laboratorio, escuchó el sonido de un caballo y volteó a su derecha donde pudo ver un caballo negro. Se veía grande y fuerte y sobre él una hermosa chica de cabello largo peinado en una trenza que caía de su lado derecho. La joven se bajó del caballo y lo acarició con gentileza antes de volver a ver a Oslac. Llevaba puesto un vestido negro y largo con una apertura que dejaba ver su pierna derecha y una gabardina negra colocada sobre los hombros. Estaba allí quieta de pie al lado del caballo, con una mano en sobre su hocico y mirando fijamente a Oslac con sus ojos color avellana. Su presencia era fuerte y su apariencia hipnotizante. Bien pudo Oslac haberla observado por más tiempo de no ser porque la joven levantó su mano derecha y le hizo un gesto señalando que entrara al laboratorio. Oslac parpadeó un par de veces como acordándose de hacia dónde iba y pensando a la vez lo extraño que se sentía ese encuentro.
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