No me hables, por favor, no me hables, Amor, no me hables…
No había persona más hermosa en todos los reinos que D. Nadie, por eso tenía que compensarlo con un interior completamente corrupto.
Sólo había una pequeña luz en su interior: la capacidad de amar a UNA persona, una persona que, en el momento en que entrara en su vida se convertiría en su compañera ideal.
En otras palabras: un monstruo con piel humana, alguien deplorable en todo aspecto de la palabra que no se viera a simple vista.
Dawn no debía hablarle, o todo comenzaría…
…Dawn le habló.
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