Cuando abrió aquel libro por primera vez, tenía la edad del menor de sus personajes.
La quiso mucho, incluso cuando se descubrió como una persona que tomaba decisiones más que cuestionables; la quiso muchísimo y le dolió cada golpe dado.
Especialmente en cierto producto audiovisual.
La persona que leyó el libro por primera vez ya no existía. O sí, pero enterrada dentro de todo lo que aquel cerebro había evolucionado en más de una década.
Y, sin embargo, seguía queriendo mucho a la chica con dragones.
El atropello fue mortal aunque, quizás, ahora esté en la casa de esa chica.
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