Laura se cayó por la madriguera por accidente-queriendo; estaba demasiado cansada para continuar la mancha al pico seleccionado, pero su orgullo le impedía admitirlo.
Al «dar» con el suelo se sorprendió, pues estaba sobre una roca en perfecto estado y tres chicas con ropajes que parecerían anticuados en una feria medieval la miraban fijamente.
–Esta tierra es sagrada.
Laura quiso hacerse la listilla, pero las tres jóvenes imponían más que sus Militares.
–No diré nada –dijo, pura honestidad y pavor.
Tanto que hasta la chica de en medio, que había parecido a punto de matarla, tiró su mandoble.
–Ahora sois celtíbere, de nada.
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