Pasó una semana, Emillie insistió mucho en juntarse conmigo, por lo que terminó siendo una rutina almorzar con ella y me acostumbré a eso. Efrén y sus amigos por alguna razón no me fastidian como de costumbre, creo que ya se aburrieron de hacerlo.
Ha sido muy agradable convivir con ella, aún me cuesta reír, pero sin duda me divierto. Poco a poco se ganó mi confianza. Finalmente, el amigo que tanto quería ha llegado. No me importa que sea una chica, mientras pueda sentirme tranquilo alrededor de ella.
—Oye Ven, desde hace tiempo me pregunto… Tú eres un tipo ave, ¿no?, ¿No deberías tener alas?
—Las tengo, de hecho. Pero no me sirven de nada. Sólo me estorban para ponerle la camisa.
—Ya veo, eso explica por qué tu espalda se ve tan abultada, siempre pensé que te habían golpeado tanto que te deformaste o algo así. ¿Puedo verlas?
—…No —No pude responder eso viéndola a la cara, esa es una pregunta que no me gusta escuchar.
—¿Por qué? Deben ser unas alas muy bonitas. Además, deben dolerte por tenerlas aplastadas todo el día bajo esa camisa. Sólo por un segundo, vamos, por favor.
Definitivamente no iba a convencerme, por más que me rogara. No diré otra palabra para negarme, ella debería entenderlo.
Como no pudo hacerme cambiar de parecer, sólo hizo pucheros de decepción.
—Qué envidia. Con esas alas eres capaz de volar a donde quieras.
—Yo no puedo volar. —Dije inmediatamente, no quería que fantaseara demasiado sobre mí; principalmente cuando es sobre un tema que me fastidia tanto—. Mis padres jamás me enseñaron a hacerlo. Ellos… no me enseñaron nada sobre mí mismo. Prácticamente solo soy un humano normal con un montón de plumas pegadas al cuerpo.
Emillie no dijo otra cosa, creo que no supo qué responder. Pero es verdad, soy un cuervo que no sabe volar.
He intentado aprender por mí mismo, pero las condiciones en casa no me permiten hacerlo: no hay espacio; y como es algo que implica hacer ruido, puesto que si fallo golpearé el suelo, no puedo practicarlo. Por eso odio mis alas, no sirven para nada. La libertad es frecuentemente representada con las alas de una paloma. Yo anhelo la libertad. Tal vez mis alas no sean de paloma, ni sean blancas, pero son alas a fin de cuentas; debería poder volar libremente con ellas. Sin embargo, no puedo no puedo hacerlo. Es como tener la herramienta para escapar y no poder usarla... como estar condenado a vivir en una jaula con la puerta abierta sin poder salir de ella por el resto de mi vida. Este tema es una de las razones por las que lloro durante la noche. Y por eso no me gusta mencionarlo.
Los días pasaron, fue algo incómodo para mi hablar con normalidad con Emillie después de eso, aunque, ella actuaba como si no hubiera pasado nada.
Hace tiempo que Efrén no me molesta, sólo me acecha. Gracias a eso las cosas se han calmado en casa también. No sé qué esté pensando. Siento como si estuviera armando un plan maestro para acabar conmigo, dándome un “respiro” con el fin de que baje la guardia y golpearme cuando menos lo espere.
Eso creía… pero jamás se me ocurrió que podrían cambiar de objetivo. Escuché un grito del otro lado del salón, era Emilie.
—¡Déjenme en paz! —. El asiento de ella estaba rodeado por el grupo de Efrén, la estaban sujetando del cabello.
—Últimamente te has juntado mucho con el animal de por allá, ¿Qué?, ¿Te volviste su novia? ¿Te gusta enrollarte con las alimañas?
Están molestándola por mi culpa… Tengo qué hacer algo, pero… ¿Qué se supone que haga? ¿Cómo se defiende a alguien? No quiero que le hagan lo que me han hecho a mí, ella no lo soportaría; pero tampoco quiero involucrarme. Finalmente me han dejado en paz; finalmente puedo volver a casa sin que me reciban a golpes, ¿Por qué de repente decidieron molestar a Emillie?, pero, sobre todo, ¿Por qué ella y no yo?
Honestamente no me atrevo a levantarme, lo haría si el problema fuera conmigo, pero no es el caso. Si intento detenerlos, cambiarán la mira hacia mí; es como si fuera directo a la boca del lobo; no quiero eso… Emillie, perdóname.
—Sabes que podrías contagiarte de algo si te juntas con él, ¿verdad? Se te podría pegar la estupidez, por ejemplo.
—¡¿Y a ti qué te importa?!
—Te lo advierto, niña. Si sigues juntándote con él habrá consecuencias y desearás nunca haberlo conocido.
Afortunadamente no llegaron a los golpes. Espero que no se enoje conmigo por no haber hecho nada. Pero ahora ella corre peligro, si no se esconde, Efrén va a cazarla también. Yo debo protegerla, es mi culpa después de todo. Le mostraré mi refugio, creo que lo merece; ha sido tan buena persona conmigo. Es lo menos que puedo hacer por ella.
Ya ha comenzado el receso, Emillie está algo callada… debería decirle que me acompañe antes de que Efrén decida seguirnos, puede que hoy no necesite esconderse, pero sería bueno que al menos supiera de antemano dónde hacerlo.
—Um… Emillie. Efrén te molestó hace rato, ¿verdad? Siento mucho no haber hecho nada… la verdad, estaba asustado de lo que podría pasar si me involucraba. Pero por mi culpa van a molestarte a partir de ahora también; no sé de qué serían capaces de hacerte, pero creo que deberías tomar precauciones rápido. Hay un lugar dónde podrías esconderte cuando sientas que corres peligro. Ven, sígueme, daremos varias vueltas por el jardín antes de llegar ahí, ¿De acuerdo?, como precaución.
Emillie sólo asintió a mi propuesta y me siguió de cerca. Debe estar muy asustada si no está diciendo ni una palabra, probablemente nunca la habían amenazado de esta manera. Si puedo enseñarle cómo sobrevivir a esto, se sentirá mejor.
Yo también podría aprender apoyar a quienes me importan con esto; jamás he tenido que hacerlo, siempre han sido los demás quienes son hostiles conmigo. Si somos dos, nuestras probabilidades de salir con daños menores deberían ser más altas… pero, si termina siendo demasiado, creo que lo mejor será hacer que se aleje de mí. Esa sería mi última alternativa, es decir, ha sido mi única amiga; la única persona con la que he podido convivir con normalidad, no quiero perderla así nada más y quedarme solo de nuevo.
—Es aquí. —Estábamos en frente de las escaleras. Emillie miraba los alrededores como si buscara el lugar.
—Pero… aquí puede verte todo el mundo, ¿Cómo es esto un escondite? —
Finalmente habló. Parece que caminar la calmó un poco.
—No aquí afuera, allá. —Señale la parte de atrás de la escalera. Sólo un discreto camino entre el montón de cajas que había allí dejaba pasar a mi zona segura, era poco espacio, pero suficiente para dos. La invité a acercarse para que echara un vistazo.
—¡Guao! A nadie se le ocurriría buscar aquí, desde afuera sólo parece un basurero. ¿Te has escondido en este lugar todo este el tiempo?
—Así es. Y ahora tú puedes refugiarte aquí también. De hecho, sería más seguro venir aquí a partir de mañana, nunca sabes cuándo van a llegarte por la espalda, pero si no encuentran al objetivo no pueden hacer nada. Sé que es un poco sucio, pero algo es algo, ¿no? —Me alegra saber que, con esto, aunque sea poco, podré ayudar a Emillie a escapar de los abusos de Efrén.
—El receso está a punto de acabar, deberíamos volver. —Ya se veía completamente tranquila, traerla aquí fue una buena idea después de todo.
—Sí, volvamos.
Tal vez esto suene muy mal, pero de cierta forma me alegra no ser el único siendo rechazado ahora. Siento como si la razón del que me aparten dejara de ser por el simple hecho de ser un semi-animal, ya que Emillie es humana, como los demás. Sólo estoy disfrazando la verdad, pero me tranquiliza pensarlo de esa manera. Aunque es muy egoísta de mi parte, ya que es mi culpa que ella esté involucrada en todo esto. Pero aun así… ya no sufriré solo.
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