No dormí nada, sin embargo, no me siento cansado; me siento muy ligero, de hecho. No tomé comida para el almuerzo esta vez, tampoco desayuné; aun así, no tengo hambre.
A fin de cuentas, volví a la escuela. ¿Por qué sigo haciendo esto? Si me encuentro en modo automático termino viniendo aquí.
Efrén me observa. No me había dado cuenta de lo repugnante que es ver su rostro. Seguramente va a intentar golpearme de nuevo. No estoy de humor para ser golpeado. Deberían romperle los dedos, a ver si aún le dan ganas de dar puñetazos; deberían encadenarlo y encerrarlo como la bestia que es. Eso sería bueno. Sería bueno que Efrén sintiera mucho dolor; que suplicara por misericordia. Ver su rostro de desesperación…
Ah… Sueño despierto de nuevo. Eso no va a pasar, ¿Quién lo castigaría de esa forma? Nadie… No si todos piensan igual que él… igual de despiadado. No importa a dónde vaya, todos van a intentar destrozarme.
Sería bueno que pudiera ir a donde se me antoje sin que nadie me moleste. Sería más fácil para mí. Sería perfecto. Sí… Sería perfecto que nadie más existiera; un paraíso.
No me moví de mi asiento en todo lo que duró la escuela, tampoco entendí nada de lo que vimos en clases.
No sé para qué volveré a casa, no hay nada bueno esperándome allá.
Veo a Efrén y sus colegas esperándome en la calle, eso es inusual. Sólo voy a ignorarlos y a rodearlos. De verdad no estoy de humor para lidiar con ellos.
En silencio empezaron a seguirme. Creo que piensan averiguar dónde vivo. Honestamente me importa un comino lo que hagan, pero tenerlos cerca me irrita. Ya fue suficiente.
Es ahora o nunca. No me importan las consecuencias, solo quiero que sientan lo que me han hecho durante todo este tiempo. Enfrentarlos cara a cara y demostrarles que no soy un saco de boxeo. Quiero que, esta vez, ellos sean los que sufran.
—¿Tu mami no te está esperando en casa, rata? — dejo Efrén en cuando me detuve y me di la vuelta, sintiéndose muy confiado—. ¿Crees que con esa cara vas a asustarnos? No eres más que una gallina. Te estás buscando tu paliza más rápido.
Mis ojos no podían ver otra cosa más que el montón de brabucones frente a mí. No dije ni una sola palabra, solo los miraba con odio. Creo que eso los molestó más.
—¿Te crees muy valiente? ¡¿Eh?! —. Volvieron a gritarme. No sé qué estoy esperando, quiero hacerles daño. La única razón por la cual siguen molestándome es porque no he hecho nada hasta ahora… pero eso se acabó.
Junté toda mi rabia y corrí hacia ellos gritando de furia, no se lo esperaban.
Sin embargo, el tipo más fuerte del grupo me golpeó en el mentón antes de que llegara a mi objetivo, Efrén, ¿Qué podría esperar? Ese golpe logró derrumbarme, pero estaba tan decidido a pelear que busqué levantarme rápido.
Como siempre, me rodearon, golpeándome y empujándome por todos lados. Regresé tantos puños, patadas y arañazos como pude; la mayoría fueron fallidos. Todo el tiempo se reían como si mis intentos de lastimarlos fueran un chiste.
De todas formas, me siguen ganando en número. Volvieron a atraparme.
—¿Creíste que ibas a lograr algo corriendo hacia nosotros de esa forma? Eres como un gusano tratando de matar a un cocodrilo. —Como de costumbre cuando estoy inmovilizado, uno de ellos comienza a golpearme.
Definitivamente no puedo contra todos ellos a la vez. Soy un maldito debilucho; eso me da tanto coraje. Pero, aun así, no iba a dejar que me vapulearan hasta que se cansaran, Tal vez no pueda enfrentarlos… pero al menos debo hacer que no puedan alcanzarme.
Así, junté toda mi fuerza para sacármelos de encima y corrí lo más rápido que pude. Por supuesto, no dudaron en seguirme.
¡Maldita sea! ¿De verdad no puedo hacer nada? Todas mis palabras no terminaron siendo más que fanfarroneadas. Es frustrante. ¡Realmente quiero que paguen!
Terminé volviendo a la escuela. Ni siquiera noté que ya había obscurecido, a esas horas ya no había nadie allí, afortunadamente para mí, la entrada principal aún estaba abierta.
Sin dudarlo, entré buscando algún salón dónde esconderme, pero todos estaban cerrados. Terminé llegando al tercer piso. Los chicos me seguían de cerca.
Finalmente encontré una puerta abierta en uno de los laboratorios de química.
Probablemente alguien pidió prestado el lugar y olvidó cerrarlo al irse, ¡vaya suerte la mía! Traté de hacer el menor ruido posible y me escondí detrás de la última mesa.
Desgraciadamente para mí, los chicos entraron al laboratorio también. Si lo pienso, fui un iluso. Toda la escuela está cerrada, ¿Por qué no pensarían que yo me escondería en la única puerta que estaba abierta? De verdad soy un idiota…
—Venxar, recuerdas lo que pasó la última vez que jugamos a las escondidas, ¿verdad? Es inútil que te escondas. —Sólo los escucho acercarse lentamente, creo que uno de ellos subió a las mesas, escuché que cayeron algunas cosas que se encontraban ahí. El latido de mi corazón se acelera poco a poco. Tarde o temprano iban a encontrarme —. Aquí estas. —Los 4 se abalanzaron sobre mí; me volvieron a atrapar—. ¿En qué estabas pensando corriendo así, Venxy? Sólo queremos divertirnos contigo.
Volvieron a acorralarme, uno de ellos tubo la grandiosa idea de llevarme a la ventana. —Ahora que lo recuerdo. Emillie también dijo que tenías alas. ¿Es verdad que no puedes volar? ¿o sólo lo estas escondiendo? No sé cómo es que no las vimos cuando te quitamos las plumas, pero eso significa que están en buen estado, ¿no? Entonces, ¡vuela!
Entre los 4 desgarraron mi camisa, me levantaron y sacaron la mitad de mi cuerpo por la ventana, sujetándome solamente de los brazos.
Yo hice mi intento por liberarme, por supuesto, pero, en ese momento, no quería que me soltaran, de lo contrario, sería una larga y mortal caída.
—¡Anda Ven, muéstranos cómo vuelas! ¡Ya que te sientes tan orgulloso de ser un ave como para seguir viniendo a presumir a la escuela!
En ese momento, recordé lo mucho que le tengo miedo a la muerte. Todo mi enojo se convirtió en temor.
—¡Emillie lo dijo, yo no puedo volar!, ¡Si me sueltan, sólo me voy a morir! ¡¡Por favor!! — Comencé a suplicar desesperadamente.
—¿No empezó a oler raro aquí? —Dijo uno de los chicos que sostenían mis brazos.
—Seguro son sus pantalones. Tiene tanto miedo que se hizo encima. ¿Te measte en los pantalones, Ven? Eres un bebito llorón.
Ese olor… creo que sé lo que es, pero… no puedo decirlo con certeza. No eran mis pantalones, de eso estoy seguro.
—Como sea, bebito. Si no puedes volar, entonces no necesitas tus alas, ¿verdad?
—¿Te hacemos el favor de quitártelas, Ven? Si las quemamos, es menos probable que te vuelvan a crecer, ¿verdad? —Demian sacó ese encendedor que siempre llevaba consigo. Y lo acercó a mis alas lentamente—. De todas formas, no las necesitas. —Y giró la rueda para generar una chispa.
…
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