¡jefe! Lo hemos traído – dijo mientras otros jóvenes arrastraban a un chico más bajito que ellos, con una piel pálida, su rostro estaba empapado de lágrimas tantas que apenas podía ver sus ojos grises bajo el cabello negro que le caía a la cara. Tenía moretones visibles sobre todo en las mejillas. – Lo preparamos también para usted un poco, lo siento, no pudimos evitarlo no quiso venir con nosotros
Me quedé petrificada al ver la condición del chico, no podía hablar mientras escuchaba sus sollozos. Algo que notaron de inmediato.
¿jefe? – pregunto un chico – ¿está molesto porque lo golpeamos primero? Vamos… que aún está en condiciones para todo lo que quiera hacerle, aun puede llorar y gritar de dolor.
El rubio me acerco un bate de béisbol envuelto en cadenas “¡¿Qué espera que haga con esto?!” Todo vino a mi cabeza al ver eso, era una escena conocida, un hombre pelirrojo golpeando a un chico de ojos grises, ¡Madre mía! eso significa que soy Larabi y ese de ahí es Abbot, yo no quiero hacerle todas esas cosas, este es el momento que mando al hospital al pobre chico, seguro esto es un sueño… solo un sueño, pero aun así ¡no quiero! espera, tranquila… ellos me respetan entonces creo que podré salir de esto”
Déjenos solos – por primera vez oí una voz diferente salir de mi boca, al mismo tiempo tomé el bate en mis manos. – mostré la mejor mirada de cretino que pude, mientras me puse firme y autoritaria.
¡Claro que si jefe! Vámonos Chicos, el jefe se divertirá de lo lindo, lo esperamos fuera…
Al verlos salir pude suspirar un poco, si esto era un sueño pronto despertaré, así que en un intento golpee mi cabeza contra una pared. Sentí como todo retumbó dentro pero no desperté seguía aquí. Estaba confundida, adolorida y asustada “¿Qué hago aquí?”. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por los sollozos del chico que se abrazaba las rodillas tirado en el suelo “es verdad Abbot sigue aquí” Ah debo sacarlo de aquí, miré alrededor y vi una ventana que daba afuera.
Ey tú! – el chico se estremeció solo al oír mi voz
La..La.. Larabi … por…favor. Yo…haré…
Oye tranquilo – dije mientras lo ayudaba a levantarse.
Su cuerpo no paraba de temblar de miedo, y lo cierto es que no lo culpaba, Larabi había hecho de su vida escolar un infierno.
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