El tío de Larabi abrió una puerta blanca, ahí vio un pequeño pero hermoso departamento, era pequeño, cálido y a comparación con el otro había muebles, no pude evitar mostrar una sonrisa. 

Las palabras cada vez eran más cálidas, por un momento dejé de prestarle atención al ver como describía el lugar con emoción. Entonces miré como nuestras miradas se encontraron, me sentí un poco avergonzada al ser descubierta, pero, por el contrario, él se acercó a mí, me dio un abrazo y luego acaricio un poco mi cabeza. 

Un sentimiento invadió mi pecho, de pronto se sintió pesado y me costaba respirar, entonces las lágrimas comenzaron a salir, decidí dejarme llevar, comencé a llorar, por alguna razón había sentido que era necesario para Larabi y también para mí. Logre calmarme después de un rato, mi tío se despidió de mí comentando que el día siguiente me llevaría a comprar algo de ropa. Cuando se dispuso a volver a su casa, me miro una última vez, me dedico otra sonrisa y con un ademán se alejó.