El día siguiente mi tío volvió con algo de comida para desayunar conmigo, y también traía a su mejor amiga. Reina en cuanto miró a Larabi se le abalanzo encima, lamio su cara por todos lados, dejando un rastro baboso.
Vamos Reina, deja al chico en paz, aún no es experimentado con las chicas – dijo mientras reía al ver como intentaba levantarme, mientras apartaba en caricias a Reina.
Nos sentamos en el pórtico del edificio, comíamos mientras mirábamos entrar el amanecer. Personas comenzaron a llegar a la playa, algunas de ellas eran dueños de los demás negocios, saludaban a mi tío, pero al verme se paralizaban un poco, aún así me dedicaban una reverencia.
Parece ser que les incomodo un poco – susurre a Reina quien estaba echada a mi lado.
En ese momento una chica se acercó a nosotros, caminaba un poco a tropezones por la arena mientras llamaba a mi tío.
¡Sr. Nil! – levantó la voz, al mismo tiempo que agitaba su mano en nuestra dirección.
Srta. Ivette, ¿Qué la trae por aquí?
¡Es una cuestión de vida o muerte!
Mi tío la miro, dio un gran suspiro y se llevó una de sus manos a la cara – Ivette, nunca es un caso de vida o muerte.
¡Esta vez si lo es!
No prepararé otro postre para tu marido, debes decirle de una vez que no cocinas.
Le juro que será la última vez. Por favor.
Eso me dijiste hace una semana.
Por Favor Sr. Nil. Le encantan los pay de manzana caseros, los adora, ha estado muy atareado estos días y creo que uno le levantaría el ánimo.
Por qué no prueba hacerlo usted misma.
Pero Sr. Nil, sabe que sin su guía no saldrá igual…
La chica miraba a mi tío casi rogando que le ayudara, pero él ya le había dejado de poner atención. Una pareja llamó a mi tío, aprovechando la situación se levantó de su asiento para hablar con ellos, la chica se acomodó al lado de mí, derrotada se dejó caer sobre Reina.
Reina, tu dueño es muy malo – tras decir eso me miró – lamento la escena.
No hay problema, buen intento – ella era muy linda, parecía no importarle mi apariencia en lo absoluto, lo que me hizo sentir algo aliviado. Por alguna razón su actitud me recordaba a mi pequeña hermana.
Supongo que tú no sabes cómo hacer un pay de manzana – declaró un poco esperanzada que se equivocara.
No, lo lamento – afirme dedicándole una pequeña sonrisa
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