La chica suspiro de nuevo, desanimada, se dispuso a irse – Bueno, creo que debo irme, debería buscar pastelerías caseras…
Apenas había empezado a caminar, al ver su rostro decepcionado no pude levantar un poco la voz para hablar.
No sé hacer un pay de manzana, pero si tu esposo está cansado quizá le guste un flan de café frío.
Ivette volteo mirándome, se lo pensó un poco, su sonrisa volvió enseguida– Esa es una gran idea, ¿Tú me enseñarías a prepararlo?
Lo haré con gusto.
Muchas gracias – dijo con una gran sonrisa – dime lo que debo comprar iré enseguida a conseguir todo, y podemos prepararlo hoy mismo. Bueno. Si eso no interrumpe tus planes de hoy.
Yo tengo tiempo libre – lo que era tristemente verdad.
Ivette anoto todo lo necesario en su celular, para después salir corriendo del lugar, la charla con ella era agradable, lo mejor era la ausencia de miedo por mi apariencia de delincuente, antes de darme cuenta mi tío estaba volviendo.
Créeme lo que te digo, ahora no te quitaras a Ivette de encima, esa muchacha es todo un caso, pero es una buena chica.
¿Por qué hacías postres para ella?
Es una historia pasada, en fin, debo irme debo ir a arreglar unos asuntos en la ciudad. Dejaré a Reina contigo, en la bodega detrás del cartel están sus cosas por si le da hambre. Nos vemos luego.
Mi tío se despidió y luego de darle unas palmadas a la cabeza de Reina se fue del lugar. Reina y yo nos quedamos admirando la vista, el calor era algo sofocante, pero por alguna razón me sentía muy en paz.
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