Ivette llegó por la tarde a mi departamento con todo lo necesario para realizar el postre, le explique paso a paso como habría que hacerlo, entre ambos realizamos cuatro postres.
Gracias Larabi, has sido muy gentil conmigo, me explicaste paso a paso todo, me fue muy fácil entenderte, creo que si lo practico un poco más podría hacerlo sola.
Puedo enseñarte otras recetas si quieres, no me molesta.
Eso sería genial – después sus ojos bajaron hasta la mesa – quizá te preguntes por qué no le he dicho a mi marido que no se cocinar.
No, yo entiendo, cuando estés lista se lo dirás. - todos ocultamos cosas a las personas que queremos y yo no soy la excepción.
Ivette me miró un poco y dejo que su sonrisa volviera – Gracias, tú eres muy habilidoso para ser tan joven. Sería ideal si supieras cómo hacer una margarita. Me encantaría tomar una.Ivette me miró un poco incrédula de lo que dije – Gracias – eres muy habilidoso, con tu talento podrías abrir algún negocio, quizá algo con comida o con bebidas , aun falta un bar por aquí. ¿Sabes como hacer una margarita?
60 ml de tequila, 40 ml de licor de naranja, 60 ml de jugo de lima – mis labios se habían movido incluso antes de pensar un poco. Me sorprendí un poco, yo no sabía nada de preparados con alcohol, pero parece que Larabi sí.
¿Qué tal un tequila sunrise? - Los ojos de Ivette comenzaron a brillar en curiosidad.
3 partes de tequila, 6 de zumo de naranja y 1 de granadina. - de nuevo mi boca se había abierto sola, mi cerebro y mis palabras recitaban los ingredientes como si los hubiera escuchado toda mi vida.
Oh, eres un chico lleno de sorpresas, no solo eres bueno haciendo postres parece ser que también te gusta hacer cocteles.
En la novela nunca mencionaron mucho a Larabi pero ahora que yo era él, entendí un poco porque tenía tan difícil actitud, sus padres no lo querían, ninguno de sus maestros mostro interés por él, sus amigos era obvio que solo aprovechaban la situación para molestar a otras personas, supongo que sus problemas también lo llevaron a tomar alcohol desde pequeño, sin querer me había quedado mirando fijo los ingredientes de la mezcla que usamos, fue cuando sentí una delicada mano acomodar mi cabello hacia detrás de mi oreja. Ivette me miró con una sonrisa.
Eres un buen chico – esas palabras resonaron en mi cabeza. Solo pude pensar cuanto hubiera querido Larabi escuchar esas palabras.
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