Comenzamos a trabajar, conforme el año paso la gente comenzó a conocernos, no éramos tan populares pero el lugar podía mantenerse por su cuenta, cambie un poco la apariencia de Larabi, la verdad es que era muy guapo, conforme se acercó a sus 20 años, veía que la madurez le quedaba, lo que muchas chicas notaron, comenzando a prestarme más atención, incluso a veces más de la necesaria, se salió un poco de control cuando accidentalmente me emocione mucho cuando una chica trajo un mochila de panda rojo a la cafetería. Las chicas que estaban en el momento esparcieron la voz, así que a veces después de darles servicio me dejaban pequeños regalitos, y mi pieza comenzó a llenarse de objetos adorables, lo que eventualmente mi tío notó y no pudo evitar preguntarme cuando cerraba el negocio mientras el se dejaba emborrachar después de un duro trabajo. 

“¡Eso es porque soy una! ¿o era? ¿o soy?”, bueno después de todo resistió dos años completos antes de decir cualquier cosa a pesar de mis eventuales comportamientos, no debo reírme” mire a mi tío, controle mi urgencia de reír todo lo que pude, lo mire a los ojos y contesté – solo me gustan las cosas lindas, no creo que tenga nada de malo… - dije sin poner mucho énfasis como cuando alguien admite que le gusta fumar, aunque sabe que es un vicio. 

La suerte que tenía Larabi por tener a esta persona en su vida era envidiable. El día siguiente me regalo un broche para cabello, tenía la forma de un conejito blanco. Si había algo que adoraba de mi nuevo cuerpo era el cabello de Larabi, su rojo me tenía enamorada asi que lo mantuve largo, cuidé bien de él, ni siquiera como chica pude tener esa bendición, así que me esforcé por mantenerlo impecable por lo que recibir ese obsequio era realmente especial. No pude evitar emocionarme así que le abrace, ahí entendí que el siempre aceptara a Larabi sin importar como sea.