A un mes de clases iniciadas, Emily se encontraba en el metro, en su rutina diaria camino a la escuela, el tren avanzaba rápidamente, atravesando zonas urbanas densamente pobladas con casas y edificios altos, mientras miraba por la ventana, algo captó su atención: una chica, desesperada, corriendo y gritando en busca de ayuda, sin embargo, lo extraño era que parecía ser invisible para todos los demás … nadie más en el vagón parecía notarla, entonces, la chica la miró directamente a los ojos, suplicando por ayuda con su mirada llena de pánico, mientras detrás de ella, un hombre encapuchado con gafas y un cubrebocas la perseguía de manera implacable.

Emily sabía que no podía quedarse de brazos cruzados, decidió esperar a la siguiente parada, la más cercana a donde había visto a la chica huyendo, bajó del metro y se adentró en un barranco, buscando desesperadamente algún rastro de la joven, sin embargo, para su desconcierto, no había ni rastro de ella, ni rastro de sangre, desconcertada, regresó a la parada del metro, esperando la siguiente unidad, su mente estaba llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué solo ella parecía ver a la chica y al hombre que la perseguía? ¿Dónde había desaparecido la chica? Y lo más desconcertante, ¿por qué no había rastro de sangre o señales de lucha?

Mientras esperaba en la estación, el hombre encapuchado se paró al lado de Emily, ella podía sentir una oscuridad emanando de él, un aura distinta a la de las personas comunes, pero lo que llamó aún más su atención fue el rastro de lodo que dejaba a su paso, como si estuviera arrastrando el barro consigo, y de un momento a otro, ella subió a la unidad, mientras el tipo se quedaba y salía de la parada desapareciendo en medio de la multitud.

Avanzando dos paradas más adelante, había una multitud congregada en un puente cercano, policías y cintas de precaución acordonaban el área, a medida que se pasaba a lado en la unidad, pudo ver una manta cubriendo algo en el suelo; un escalofrío recorrió su espalda mientras se daba cuenta de que algo terrible había sucedido. Los murmullos de la multitud y las miradas preocupadas de los policías confirmaron sus peores temores, no podía evitar preguntarse si lo que había presenciado en el metro tenía alguna conexión con la tragedia que se desarrollaba frente a ella. ¿Quién era la chica que había huido? ¿Por qué el hombre encapuchado la perseguía? Y lo más inquietante de todo, ¿por qué ella parecía ser la única capaz de verlos?, apresurada y justo a tiempo llego a su clase, se dirigió rápidamente hacia la última silla junto a la ventana, se sentó y reflexionó sobre lo que había experimentado desde que el virus infectó su sinapsis cerebral, permitiéndole ver lo invisible para todo el mundo … todo había cambiado, y mientras tanto se tornaban más turbulentos sus pensamientos, pues el recuerdo de esa mujer huyendo la atormentaba a lo cual uso su celular para encontrar información, pero solo había una advertencia que le indicaba tráfico pesado y en ese momento entró la profesora de literatura, llamada Amelia, llegaba tarde, a lo cual se disculpó por su retraso y comenzó a dar clase, los alumnos tomaron asiento y se enfocaron en la lección.

En una orilla junto a la ventana un niño miraba distraído hacia el patio mientras tarareaba una canción y cuando se aburrió caminó por el salón, mirando en los pupitres las notas de la clase en los distintos cuadernos mientras todos escribían, pero nadie le prestaba atención, como si no existiera, solo Emily lo miraba y cuando él se dio cuenta se detuvo frente a ella, haciendo muecas traviesas, ella trató de ignorarlo y concentrarse en la clase mientras la profesora continuaba con la lección.

Finalmente, llegó el momento en que la profesora se retiró y los alumnos comenzaron a levantarse y hablar entre ellos. Emily esperó pacientemente, deseando tener un momento para entender lo que estaba ocurriendo y de un momento a otro

- ¿Por qué puedes verme? - pregunto el niño.

- No lo sé. No entiendo lo que está pasando – contesto Emily.

- Me alegra que me observes. Es aburrido estar solo y observar sin que nadie lo note. Es aburrido ir al cielo o al infierno. Parece que tú también eres solitaria, así que al menos podemos hacernos compañía en la escuela – le contestaba el niño con una enorme sonrisa.

Emily, consternada por la sorprendente respuesta, se coloca sus enormes audífonos y espera pacientemente a que la siguiente clase comience, decide ignorar al niño durante el resto de la mañana, esperando a que llegara el tan ansiado receso, a lo cual, sacó su comida y se dispuso a comer en su asiento, al terminar, levanta la mirada y el niño la saluda con una sonrisa y se presentó:

- Me llamo Antonio, morí hace 30 años, caí por el barandal del segundo piso- dice el niño

Emily mira alrededor mientras todos comen o charlan

- Solía sentarme en el mismo lugar que tú, siempre buscaba la atención de los demás y me sentía muy solo. –  Antonio platicaba y se sentaba en el aire

Mientras tanto el murmullo de los demás compañeros de clase pausaba la conversación.

- Aquella vez huía de unos chicos mayores, le tiré su bebida mientras hablaba con su novia …. fue divertido por un momento, hasta que morí" – a lo cual Antonio rio a carcajas

Emily escuchaba atentamente mientras miraba al frente, tratando de asimilar la extraña historia de Antonio, sin embargo, no podía evitar sentir curiosidad por la conexión que parecía existir entre ellos.

- "He visto muchos espíritus, pero ninguno me responde como tú. ¿Por qué será? Eres muy hablador".- responde Emily

- "No lo sé con certeza, tal vez sea, porque siempre busqué atención en vida, pero déjame contarte algo más, recuerdo que cuando solía escaparme de clase, iba a un callejón donde había muchos puestos y chamanes, la mayoría era un fraude, pero había uno que parecía diferente, tenía alrededor de 40 años, no sé si aún vive, … nunca me dijo su nombre, ya que había hecho un trato con un demonio.”-Antonio contaba y medito unos segundos tratando de recordar.

- “Según el pacto, él no podía mencionar su nombre de ninguna forma, pero a cambio, obtuvo la capacidad de ver más allá de lo evidente y convertirse en el mejor médium". - Antonio complemento su historia.

Emily quedó intrigada por la mención del chamán y su habilidad sobrenatural, sin poder contener su curiosidad, le pidió a Antonio que le diera la dirección del lugar donde solían encontrarse, el niño asintió y, al finalizar las clases, se dirigió directamente hacia el callejón en busca del misterioso chamán, con cada paso que daba, el ambiente se volvía más tenso, la sensación de lo desconocido flotaba en el aire, sabía que estaba adentrándose en un territorio peligroso, pero también sentía una extraña atracción hacia la posibilidad de descubrir más sobre su don y encontrar respuestas a sus inquietudes.

Emily cruzó el umbral del puesto del chamán, adentrándose en un espacio lleno de misterio y sabiduría ancestral, el hombre se giró hacia ella, su mirada penetrante y sus labios sellados en un gesto de enigma.

- "¿Quién te habló de mí?"- preguntó el chamán en voz baja, como si las palabras tuvieran un peso más allá de lo común.

- "Un chico muerto llamado Antonio. Me contó sobre ti y mencionó que te veía cerca de mi escuela". - respondió con determinación en su voz.

-"Recuerdo a Antonio, su aura transmitía soledad a pesar de estar rodeado de otras personas, a veces lo veo cuando paso cerca de la escuela o salgo a caminar para aliviar mi espalda, …, hemos compartido pocas palabras, a pesar de haber presenciado mucho juntos". - El chamán asintió con solemnidad.

- "¿Por qué puedo interactuar con Antonio, mientras que otros parecen estar atrapados en un ciclo sin fin?" – pregunto Emily.

- "Antonio es un espíritu, un ser consciente que dejó su cuerpo, pero aún tiene la capacidad de comunicarse, los otros que ves, los que repiten sus acciones, son meros reflejos de almas atormentadas que se desvanecieron, quedó su esencia, su energía, pero su verdadero ser ya no está presente". - El chamán respondió con su mirada llena de comprensión.

Así, la tarde transcurrió en una conversación, compartiendo experiencias, reflexiones y secretos del más allá, el tiempo pareció detenerse mientras se sumergían en las profundidades de la existencia y los misterios del universo.

Cuando el reloj marcó las 6 en punto, Emily se despidió del chamán. Se levantó de la silla, con el conocimiento recién adquirido resonando en su mente y en su corazón. Al salir del puesto, sacó su teléfono y vio múltiples llamadas perdidas de su madre. Con rapidez, respondió que había ido a la biblioteca a resolver sus tareas y perdió la noción del tiempo e inmediatamente volvió a casa, cenó con sus padre, completó sus deberes y finalmente se sumergió en un merecido descanso. Mientras cerraba los ojos, su mente se llenó de imágenes y pensamientos de lo que había experimentado durante el día.

La noche cayó sobre Emily, envolviéndola en un sueño profundo. Los secretos del mundo espiritual la esperaban, y ella estaba lista para enfrentarlos con valentía y determinación