No soy biólogo, cardiólogo o menos menos médico cardiovascular, pero el significado que le voy a dar a mis venas será por mí cuestión literaria.

Cada vena empieza a latir, en sentido de cada error viene a marcar.

Como las grietas de una baldosa, así son mis venas que que son los caminos que tome, cada uno el cual me duele o me enorgullece.

Usualmente el corazón empieza a latir cuando uno está enamorado, así de fuerte como conejo. En mí caso solo son las venas, los caminos empiezan a latir para que los tome.

Muchos tentadores pero pocos son los benefactores.

He tomado malos caminos de la mano de una amiga que conocí desde los 8 años hasta hoy en mis días.

Mí amiga me enseñó lo profundo del pecado, lo profundo de la carne en el acto +18.

Cosas que al navegar me han ido retorciendo y poniendo cada ves más mal ubicado en mí orientación.

A la hora de sentir algo por alguien ya me es muy afectado ya que no siento amor, solo es pura necesidad otra vez.

No sé cuándo llegue la sensación del enamoramiento, pero al menos se que del único que estoy enamorado es de Jesucristo.

Mis vengas son dolorosas al latir, ya que ante la elección más se hacían notar la escapatoria pero seguía hundiéndome en el mal.

En serio es un asco la vida si lo ves asi, que tus venas, tu propio ser se deja seducir para tocar lo que te quema.

Ver ahora mis gustos que son pocos por culpa de esa amiga ... Al menos me mantengo serenó y maldigo esa malvada que también pudre a las cabezas de todos los niños de hoy en día. 

Me resisto para no verla, no es sana y no ayuda, da depresión y confusión.

Los gustos en ella se amplían y retuercen tu mundo de día y de noche, tarde y mañana. No te sugiero verla ya que cambia tu intimidad, ella seduce cuando más solo estás, cuando más seguro te sientes y te recuperas.

Ahora toca vivir para conocer y hacer que vuelva mí corazón a latir, partir sin la interacción de su condenación.

Te odio amiga de la carne, te odio 9°π√°&π4f14

Autor: Andrés José Miguel Pelech Gudiño