- ¿Todavía nos sigue?
- Sí.
- Entonces puedo ver a través de tus ojos, pero no puedo sentir esa sensación de peligro que tú usas.
- Necesitaremos trabajar más en ello.
- ¡Espera! Lo noto, noto algo. Noto presencias.
- Sí… pero no es una son muchas, no es la misma – se agitaba Alice en notar como las presencias los empezaban a rodear. - ¡Corre!
El joven alarmado por aquellas palabras se levantó y miró a su alrededor. Muchas presencias con intenciones hostiles los empezaban a rodear, él también las notaba sin llegar a verlas aún. De pronto recordó un libro el cual hablaba de unos seres llamados “sombra” que cazaban humanos durante las noches en lugares no iluminados. Zeyer recogió sus cosas y empezó a correr sintiendo como lo perseguían a gran velocidad. La suerte no estaba de su lado, llegando a un camino sin salida. Un rocoso y alto muro se presentó frente a ellos.
- ¿Qué hacemos ahora? – se acercó a las rocas y miró hacia arriba, con la idea de ponerse a escalar.
- ¿Necesitas una mano? - una voz desde arriba lo alarmó, pero llegó acompañada de una cuerda que desciende hasta el joven.
- Mejor eso que nada- se agarró y empezó a subir mientras veía que aquellos seres se empezaban a remolinar cerca de la cuerda.
Cayó desde arriba unas esferas que al impactar con el suelo empezaron a liberar un humo blanco. Zeyer por reflejo se intentó cubrir la nariz y boca, pero por alguna razón aquel humo no tenía olor y no le molestaba. Las sombras huyeron. El chico acabó de subir y se encontró con un hombre vestido de negro y una capa con capucha que le cubría la cara, pero podía verle la sonrisa, gracias a que la luna se asomó entre las nubes.
- Supongo que eres el que me lleva siguiendo desde hace días. -dijo Zeyer tras confirmárselo con presteza Alice.
- Vaya, también tienes buena intuición, de cada vez me gustas más.
- Lo siento, pero a mí no me van esas cosas. – se extrañó y se fue alejando poco a poco. -gracias por la ayuda, ahora si me disculpas.
- Perdón, creo que me has malinterpretado. Quería decir que estaba buscando nuevas personas que fueran agiles, aprendieran rápido, tuvieran intuición, sentido del peligro… - según iba hablando aquel hombre, se iba acercando al chico y aunque quiso retroceder, lo había acorralado contra el barranco. Le agarró la cara alzándolo- Y esos ojos vacíos- desde el incidente con el bibliotecario Aster, el brillo de vida de los ojos de Zeyer se había apagado- Puedo decir que tu razón para seguir vivo es efímera, ¿Qué te parece aprovecharla?
Entonces, Alice le atacó, el desconocido soltó al chico mientras se intentaba cubrir la cabeza de las garras del pájaro. Mientras, Zeyer se desplazó hasta a la zona de matorrales para esconderse y huir.
- ¿A qué te refieres con “aprovecharla”? -preguntó cuando ya se sentía más seguro y con una ruta de escape por si la necesitaba.
- Haz parar al pájaro primero – protestaba y se quejaba de los picotazos en la capa.
- ¡Alice! – la llamó y se posó en una rama cercana. – Ahora sácate la capucha.
- La capa entera diría yo, vaya agujeros me ha dejado. Me tendré que comprar otra, con lo que me gustaba esta…- se afligía al observar las heridas de la tela por la cruenta batalla contra Alice. -Lo que te ofrecía era un trabajo. He visto que vas sin un rubo y viviendo de lo que cazas. Ya que no tienes un objetivo y vas como alma en pena, me ofrecí a llevarte conmigo. Nos hace falta sangre fresca.
Gracias a la luz de la luna, Zeyer pudo ver que, bajo la capa, el hombre vestir de negro, unas ropas extrañas que nunca había visto. Tenía la cabeza cubierta con una tela dejando solo su cara al descubierto.
- Tú nombre, no me basta con tu cara. Y ¿de qué sería el trabajo? – se atrevió a preguntar, aunque Alice llevaba rato diciéndole que huyera de allí mientras podía.
- Lux, pero mi nombre en clave es Elanio. Que ambas cosas queden en secreto entre nosotros. – se sentó en el suelo dándole más tranquilidad al joven. – No quiero hacerte daño. Somos algo así como mercenarios, pero más sigilosos. Te enseñaremos todo lo que sabemos y tendrás un buen salario. Pero no es un trabajo fácil y los maestros son estrictos, pero te daremos una casa y alimento. ¿Qué me dices?
- Que no me fio un pelo. ¿Qué tipo de “trabajos” aceptáis?
- Ves, siento que tienes mucho potencial- comentó mientras se reía. -Matar. Espiar. Corromper. Capturar. Vigilar. Secuestrar. Rara vez robar.
- Y si me negara.
- Tendría que matarte. – lo decía con una calma que produjo que Zeyer tuviera un escalofrió. – He visto como actúas. Como cazabas. Puede que la palabra “matar gente” suene duro, pero estas resentido con la vida, con tu mala suerte. Sientes que tienes que estar solo. Nosotros queremos usar esa “desgracia” que tienes para beneficio de otros. Hacer una contribución a los que quieren seguir vivos.
- ¿Matando a otros?
- Muchos sufren porque otros están vivos ¿no?
- Si acepto… Ya no habrá vuelta atrás ¿verdad?
- Una vez que entres y te muestre nuestros secretos, serás uno de los nuestros; y solo se puede salir de allí a través de la muerte. Y te aseguro que huir no es una opción, siempre hay alguien de los nuestros vigilando.
- Zeyer, este hombre no es trigo limpio. No me fiaría.
- Pero si nos da un techo, estudios y un trabajo pagado…
- ¿Aunque sea matando a otros humanos?
- Alice, vamos sin rumbo, no sabemos dónde caernos muertos. Si también nos dan protección al ser un grupo…
- Aceptaré cualquier decisión que elijas, pero nunca una que te ponga en peligro. Si decides entrar, salir no parece fácil. Pero daré mi vida para protegerte.
- Gracias, pero si tú no estás creo que yo tampoco pueda seguir viviendo.
Mientras Alice y Zeyer dialogaban, el hombre se extrañó por no recibir más respuestas por lo que se acercó donde se escondía el joven. Se desplazó tan sigilosamente que ni Alice se percató de su presencia hasta que estaba frente al joven.
- Y bien ¿Qué respondes? - aquello lo exaltó haciéndolo caer hacia atrás.
- ¡Que susto! ¿Cómo has hecho eso? – jadeó por un momento para intentar reincorporarse del susto.
- Estas cosas también te las enseñaremos. – se había sentado de cuclillas.
- Acepto, pero con una condición.
- ¡Genial! ¿Cuál?
- Te la diré cuando vea donde me estoy metiendo con mis propios ojos.
- Trato hecho.
Ambos estrecharon las manos y Lux indicó el camino.
Comments (0)
See all