A Zeyer le costaba seguir el ritmo de Lux, el cual, aun caminando iba a bastante velocidad y no parecía cansarse. Tardaron más en llegar de lo previsto por esa razón, pero por fin Lux le indicó que habían llegado. El chico recobró el aliento y miró hacia donde indicaba. Frente a ellos se extendía un amplio y frondoso bosque, el hombre indició que en el centro estaba el poblado. También le contó que, según sus registros, tras ayudar a un Magus, como recompensa hechizó el bosque impidiendo que nadie pudiera llegar hasta el poblado, volviendo el bosque un laberinto para los extraños, solo si vives allí o te guía alguien de ellos, se puede llegar al sitio.
- Sí quieres que tu pájaro entre con nosotros, dile que se pose en ti. No sé si estando en el aire, funcionará.
Zeyer acató aquello, pues no sabía que se encontraría más adelante. Sin separarse mucho de Lux, entraron en el bosque, no tardaron mucho en llegar a un amplio claro en el cual estaba rodeado por una muralla de madera. En la puerta, una mujer y un hombre los pararon para que se identificaran.
- ¡Mira, si es Elanio! – exclamó el guardia antes de que nadie abriera la boca- ¿Con quién vienes?
- Con un aprendiz. Ya va siendo hora de introducir sangre fresca. - bromeó Lux posando la mano en el hombro del joven.
- Ya veremos cuánto dura. Buitre trajo uno que ni tres días de lección soportó. – respondió la chica- En fin, que tengas suerte joven. Si no a lo mejor sales por esta puerta con los pies por delante- y soltó una risotada mientras abrían la puerta.
Zeyer no dijo nada y simplemente siguió a Lux a través de la puerta. Al otro lado de extendía un pueblo bastante grande. Pasaron varias casas, alguna taberna, herrero, carpintero, boticario, tiendas de ropa, comercios… Pero, aunque parecía una aldea muy autosuficiente, pues había cultivos y ganado, faltaba lo más esencial, gente. Había muchas viviendas, pero no se cruzaron casi con nadie, a excepción de trabajadores de locales concretos.
- ¿No está muy vacío esto? – le preguntó Zeyer
- Nuestra época de esplendor ya hace mucho que pasó. Debido a sus leyes de hermetismo, se han tenido muchos problemas con la descendencia y el hecho de que nuestras pruebas y lecciones son tan duras que muchos fallecían jóvenes, nos ha arrastrado a que la población mermara gradualmente. Pero tranquilo, aún queda bastante gente, lo que pasa es que cuando te envían a una misión puedes estar años sin volver dependiendo del tipo que sea. -le explicó.
Siguieron caminado por el poblado hasta llegar al centro donde se alzaba una gran mansión rutica. Aunque no los veía, Zeyer notaba la presencia de más gente vigilando aquella zona. Su intuición le decía que los que mandaban debía de estar allí dentro. Y no falló, una tercera persona que encontraron en la puerta los guio hasta una amplia sala donde los esperaban un conjunto de personas mayores, dos de ellos bastante ancianos.
- Siéntate aquí y no digas nada, a no ser que te pregunten directamente a ti – le susurro Lux a Zeyer mientras le indicaba donde sentarse.
- Elanio, recibimos tu mensaje para pedir la reunión. Supongo que es para solicitar el ingreso de ese muchacho en el clan. ¿Me equivoco? - dijo uno de los hombres que era calvo solo en la coronilla.
- Así es, creí necesario introducir algo de sangre nueva. Tanta endogamia ya está haciendo estragos. Y creo que este muchacho podría resistir y volverse un buen miembro del clan.
- Tampoco te pases, ni que todos fuéramos familias sanguíneas. – protestó uno que llevaba un abrigo de plumones marrones.
- Busardo, guárdate tus comentarios si no piensas decir nada inteligente. – le respondió una de las mujeres que parecía la persona más joven de ellos. -Siempre quieres llevarle la contraria a Elanio…
- Orden…- dijo el más mayor levantando la mano, todos callaron de inmediato. -Siempre que los cazadores han traído una presa del exterior la hemos aceptado, este caso no será diferente. Si sobrevivir al entrenamiento se lo considerará uno de los nuestros en igualdad de condiciones.
- Muchacho, no nos importa cómo te llames, a partir de ahora responderás al nombre clave de Zorzal. Cuando te gradúes y pases a ser un cazador se te aginará otro nombre. -se dirigió la mujer más anciana hacia Zeyer.
- Que Elanio te explique lo básico. Mañana se te realizará un “examen” para comprobar que tan “avanzado” estás. – dijo el semi calvo a Zeyer. – En cuanto a tu habitáculo, aquella que está junto al muro puede ser buena. Dudo que dures mucho muchacho.
- Yo creo que si lo conseguirá- hablo una mujer, la única persona que aún no había dicho nada. – Permítanme ser quienes los presente. Nuestros ornitólogos son Quebrantahuesos y Grulla – presentó señalando a la pareja de ancianos. – El calvillo es Buitre, el de la capa con plumas es Busardo, mi compañera es Tórtola, como supongo sabes él es Elanio y yo soy Gavilán. Nosotros cinco somos cazadores. Si tienes suerte pronto conocerás a presas cercanas a tu edad.
- Con lo cabezón que eras de no querer arrastrar a nadie al clan y ahora apareces con alguien… Has debido de vigilarlo mucho para que te acabase convenciendo. – espetó Busardo.
- Así es. Cuando acabé la misión envié el reporté, pero no regresé de inmediato porque encontré una presa interesante y no me equivocaba. – se encogió de brazos Elanio.
- Demos esta introducción por concluida, aún tengo muchas misiones que supervisar. – finalizó Quebrantahuesos.
- ¡Ah! Tórtola, cuando tengas un momento llévale el traje al joven. No podemos dejarle usar ropas del exterior. – indicó Grulla.
- A sus órdenes. – inclinó la cabeza la mujer.
Lux indicó a Zeyer levantarse y ambos fueron los primeros en salir del lugar. Volviendo por las casas, se metieron en algunas calles hasta llegar a una vivienda concreta.
- Pues te han asignado vivir aquí, pequeño Zorzal. - indicó Elanio.
- Pues no se ve tan mal.
- Bueno, aunque las casas estén deshabitadas, se las mantiene en constante mantenimiento. Entremos.
La puerta chirrió al ser empujada por aquel hombre. El interior de la casa se veía bien, pero estaba completamente vacía y llena de polvo. Lo único presente era la chimenea, casi no había ni paredes que dividieran la estructura. Era una casa de solo planta baja.
- No te preocupes por los muebles. Si haces las cosas bien te dan dinero que puedes gastar en la carpintería para conseguir lo que necesites. Pero te aconsejo que compres cuanto antes una cama, y buena, después de las palizas que te llevaras entrenando conviene descansar bien. Dormir en este suelo no pinta muy bien. - tamborileó con el pie.
- Como sea…- suspiró el joven – Me dices como se estructura el Clan. Porque veo muchos pájaros en esto.
- Ya, yo también me sorprendí la primera vez. Se ve que usan como nombres en clave, nombres de pájaros, pero te irás acostumbrando. Grulla es la única que tiene permitido dar apodos a los miembros y suele elegir nombres que correspondan más o menos con la persona. En cuanto a jerarquía, los que tienen más rango y son los que manda se les llaman ornitólogos, debajo de ellos están los cazadores, que se subdividen en varios rangos de importancia, luego está la bandada que hace referencia a los que trabajan dentro del poblado sin salir a hacer misiones, y finalmente las presas que son los estudiantes o aprendices.
- Lo tendré en cuenta – susurró mientras tomaba nota de aquello. - ¿Más cosas a tener en cuenta?
- Asegura bien la casa, pon trampas o ten un sueño ligero, porque desde mañana pueden intentar entrar en tu casa y darte una paliza.
- ¿Cómo dices? – se quedó consternado el joven.
- Así es, para que no se pierdan facultades, solo personas de tu mismo rango tienen permiso para allanar tu casa por las noches. Pero hay reglas, solo lo puede intentar una persona por noche, si no consigue entrar a la primera se tiene que marchar. Si consigue entrar y llegar hasta el objetivo puedes darle unos cuantos golpes, pero sin matarlo ni herirlo de gravedad. Vamos que no impida que trabaje al día siguiente. Por eso te digo que asegures bien las puertas y ventanas. Esta no tiene ni cerradura. ¡Ah! Pero tú también puedes buscar la casa de otras presas y hacerles lo mismo. – señaló Elanio. - No está permitido robar, pero sé que muchas presas lo hacen, así que ves con ojo, porque nadie se pondrá de tu lado si denuncias un robo, al ser alguien de fuera no tienes apoyos, por ahora. Logra sobrevivir, aprobar todo, conseguir un nuevo apodo y volverte un cazador. Enséñales a los demás quien manda- se animaba él solo con sus comentarios.
- Ya estas otra vez vendiendo la piel del oso antes de cazarlo…- apareció Tórtola que traía consigo nuevas vestiduras para Zorzal. – Aquí tienes. Son dos mudas por si estropearas alguna. Espero sean de tu talla. Si necesitas algo de vestir en concreto tengo una tienda de ropa en la calle principal.
- Tórtola es de las mejores costureras, aunque prefiere hacer misiones a dedicarse a la ropa.
- Ale, pues por gracioso, le enseñas tú al pajarito a vestirse. – y tras resoplar salió dando un portazo.
- Que mal genio tiene la mujer. -se encogió de hombros Elanio. -Pues venga ropa fuera. A diferencia de las ropas que llevas, las nuestras están diseñadas para permitirnos desvestirnos y vestirnos con mucha rapidez. Eso nos permite, durante una huida, camuflarnos con las demás personas, pasamos de una ropa que nos han visto a otra que es igual al del resto de los viandantes.
Zorzal le iba escuchando mientras se desvestía. El hombre le pasó varias telas mientras le explicaba cómo debía de colocárselas. Eran ropas muy simples no tenían enganches y solo tenían un botón o una cinta que sujetaba todo el conjunto. Elanio le indicó como atar todo en el único botón. El traje era totalmente negro.
- Pues son muy cómodas, puedo moverme con soltura- le comentó el joven.
- Pues ahora verás lo divertido. Desengancha el botón.
En el momento que lo hizo, todo se abrió, los pantalones y la tela se cayeron quedando desnudo de nuevo.
- Y ahora te vestirías con otras ropas, esconderías esas en una bolsa y saldrías tan tranquilo, mientras los perseguidores buscan. Siempre y cuando no te hayan visto la cara. – Le comentó sentado en el suelo – Ala, ahora te toca a ti solo volver a vestirte con el traje ese de nuevo. No pongas esa cara, más adelante puedes comprarte unas mallas. Es un tipo de pantalón muy ajustado. Por lo que puedes llevarlo bajo cualquier ropa y permite que, cuando te cambies, no quedes en pelota picada- reía a carcajadas.
- Ya que risas… -Protestaba el chico, recogiendo las telas de nuevo.
- Vaya ¿Y eso de tu espalda? – se levantó y agarró del hombro a Zorzal – Son unas alas, ¿cómo te las has hecho?
- No sé. No sabía que tenía nada…- dijo sinceramente el joven intentando girar la cabeza para ver.
- Dicen que los Navy marcan a sus cadenza pero no sé de qué forma… También he oído que los Pastores de Ovejas se dibujan cosas en la piel y los llaman Taboo – le explicó mirándolo con algo de recelo, pero al ver la cara de confusión y sinceridad del joven dejó estar el tema.
Estuvieron bastante rato hasta que Zorzal consiguió vestirse correctamente. Elanio le indicó que siguiera practicando hasta que lo hiciera con soltura y rapidez. Cuando por fin se quedó solo en la casa se tiró en el suelo mientras soltaba un enorme suspiro de alivio.
- Por fin se ha marchado. Algo de paz, por favor…
- Te han puesto la casa más alejada de todas. Las casas a nuestro alrededor están vacías. – apreció Alice entrando por la ventana- Las he explorado y están igual que esta.
- Mírala, por fin se digna a aparecer. Desde que entramos en el pueblo no te he vuelto a ver. -protestó sin ganas el chico.
- Tenía que revisar la zona. Es sitio hostil, pero creo que ya tengo un plano del lugar. Si quieres salir a explorar te puedo guiar- comentó el ave posándose en su pecho.
- Perfecto, pero en un rato. Ahora quiero asimilar lo que ha pasado, después debería hechizar puertas y ventanas por si acaso. No quiero despertarme en mitad de la noche con alguien pegándome…
- Que gente más agresiva. -se acorrucó en el sitio.
- Luego podemos ir a ver los alrededores. Tengo algo de dinero de cuando cazábamos, pero debería vigilar los gastos, no se cuando me darán dinero. – le rugieron las tripas -Comida… No me han dicho nada de salir, debería haber preguntado… Si puedo cazar no necesitaré comprar comida, así ahorro para los muebles y… -Mientras Zorzal meditaba las cosas, los parpados le fueron pesando por el cansancio y la calidez de Alice, cayendo en un suave sueño.
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