Dos figuras embozadas con máscaras de cráneos animales blancos y
brillantes que cubren sus rostros parcialmente se reunían en el
Palacio Everista. Uno más alto con una máscara del reptil
cocodrilo, el otro más bajo con una máscara de ave dentada. El más
bajo sentado en una silla y escribiendo notas en una pequeña
pantalla mientras el más alto caminaba a su alrededor dictando un
nuevo discurso.
-Ah, y
añade "El gran Palacio Everista, construido con los materiales
más duraderos y finos. Un monumento brillante por generaciones".
¿Estáis tomando notas?
-Sí,
Alteza Oko. - Kauz asintió mientras garabateaba en una pantalla. Se
rascó la máscara de cráneo de pájaro. Parte del pigmento blanco
se desprendió y se adhirió a sus uñas.
-Habéis
descuidado tu preparación, Kauz. - comentó su compañero
señalándolo la mano.
-Ah,
siempre tan observador Alteza. - Kauz buscó un pañuelo en el
interior de su capa y se limpió el polvo de las uñas. -Tuve que
hacer unas diligencias antes de llegar aquí. -
-¿Es
cierto esto? No recuerdo haberos mandado nada que hacer. - Se acercó
a Kauz y le puso el dedo índice sobre el cráneo. -No eres ese
cabeza de pez despistado. No nos hagáis quedar en mal. - Forzó el
dedo empujando la cabeza de Kauz hacia abajo.
-Sí...
No. No dejaré que esto vuelva a ocurrir. Tenéis mi palabra, Alteza
Oko. - La voz de Kauz se quebró por un momento pero recuperó el
tono rápidamente. -Son… esos Rebeldes. No me han dejado dormir ni
pensar con claridad. - Se soltó deslizando suavemente el dedo del
cocodrilo fuera de su máscara con su mano temblorosa.
-Ah.
Ahora comprendo. Deberías haber pedido mi consejo antes de perder la
gracia. - Comentó agitando el dedo índice en señal de
desaprobación.
Kauz
soltó una risita intentando ocultar su carcajada más sincera.
-Me
informaron de ello. Nuestras recientes pérdidas. Un terrible error
de cálculo. Están mejorando. No podemos subestimarlos más. -
Afirmó la figura del cocodrilo dándose la vuelta y tomando asiento,
su tono hostil.
Kauz
ladeó la cabeza hacia la izquierda, sin sonrisa. -¿Ya estáis
planeando? - preguntó intentando permanecer neutral.
-Sí.
He enviado órdenes al Ministro de Guerra. Él se encargará de que
todo salga bien. - respondió Oko con los dedos enredados en su
collar. Los ojos brillaban rojos.
Kauz
comprobó su conexión. El Ministro ya había respondido a las
órdenes. Irían a atacar las bases de arena con las unidades de
sigilo. Eso no encajaba con la información que tenía antes.
-¿Informasteis a los demás? - preguntó Kauz.
-Serán
informados cuando corresponda. Estoy seguro de que nos lo harán
saber. - respondió Oko cruzando las piernas y bebiendo un sorbo de
un vaso de cristal.
Un
criado abrió la puerta y se inclinó ante ellos.
-Sus
honorables majestades. Zissen y Tek han venido a reunirse con
vosotros. - Su cuerpo estaba completamente cubierto de telas blancas
y limpias.
Oko
levantó la mano izquierda y el sirviente se marchó. De la puerta
salieron otras dos figuras embozadas. Una más alta que la otra. La
más alta llevaba una máscara de serpiente. La más baja llevaba una
máscara de pez. Ambos se inclinaron ligeramente al ser saludados por
Kauz y Oko.
Un pequeño momento de silencio entre ellos. No era
frecuente que todos compartieran la misma habitación. Zissen fue el
primero en hablar.
-Me han notificado vuestra reciente orden. Deberías habernos preguntado a vosotros primero. - se quejó Zissen mientras tomaba asiento junto a Kauz e incitaba a Tek a hacer lo mismo.
El
siempre distante Tek tardó al menos cinco segundos en reaccionar a
su alrededor. Tomó asiento y se inclinó hacia delante.
-Z-Z-Zissen
tiene razón. Son asuntos urgentes. -tartamudeó.
Kauz ofreció a Tek un vaso de agua. -No sois los únicos que se han quedado fuera. Oko tampoco compartió sus acciones conmigo. -
-¡OKO!
¡Esto es inaceptable! - Zissen golpeó la mesa con los puños
haciendo rechinar los dientes.
-Calmaos
todos. Mis acciones las hice conocer con cada uno de vosotros. Sólo
que no se los especifiqué. - explicó Oko con calma. -A ti Zissen,
te pregunté por vuestras reservas militares y los rebeldes.
Mencionaste los recientes ataques y ciertos rastros descubiertos por
las patrullas indicaban una base en el Desierto Rojo. -
Zissen
respiró hondo. -Eso aún no es suficiente para lo que ordenasteis.
-
-Exactamente. Kauz aquí, me informó acerca de nuestras unidades y armamento perdido. Debemos considerar que van a utilizar dichos recursos. De esto puedo deducir que necesitaremos un ataque fuerte y debemos esperar una respuesta. - continuó Oko.
Tek
levantó lentamente la mano. Oko le sonrió. -No te he olvidado, Tek.
Me proporcionaste los informes de la estación rebelde. Y resultaste
útil con la decodificación de sus señales primitivas. - Oko hizo
una pausa.
Los
demás se miraron los unos a otros en silencio. Zissen suspiró.
-Como
podéis ver. Todos hemos hecho esto posible. Y sólo juntos
seguiremos moviendo este Imperio. Hacia la Victoria. - exclamo Oko
extendiendo los brazos hacia sus compañeros.
Tek aplaudió nervioso mientras Zissen bebía de su copa aún
molesto.
Kauz soltó una risita divertida y la reunión continuó
con asuntos más serios como las aprobaciones de los nuevos diseños
de armas, sus regulaciones contra los desviados y la estricta
observancia de los rebeldes. También se trató el asunto de los
rebeldes que capturaron a algunos de sus soldados de segundo nivel y
pidieron un intercambio. Los miembros decidieron que podían
permitirse perder algunos soldados antes de someterse a las
repugnantes exigencias de los rebeldes. Y así quedó registrado. Los
soldados capturados morirían orgullosamente por el mayor honor del
Imperio Cavallino.
Kauz no
podía estar más contento, habían capturado al piloto Vjoltran y
estaba destinado a morir en manos de los rebeldes. Salió corriendo
de la sala de reuniones, se escabulló detrás de los guardias de
Palacio y se deslizo por las rendijas hasta salir del Imperio en su
motocicleta, se quitó la máscara y rió mientras desaparecía en el
desierto.
Salió
el sol.
Saludó
a sus soldados. Pesados guardias de seguridad que empuñaban armas
Cavallinas acondicionadas. Su grupo de ayudantes le rodeó mientras
entraba en la tienda. El asistente cerró la tienda tras él. Se
sentó en su silla, con gemas Ivosy colgando a su alrededor. Hizo un
gesto con la cabeza a uno de sus ayudantes para que dejara entrar a
los clientes. Ambos entraron al mismo tiempo. Adam se ajustó las
gafas y soltó una risita.
-Doble
problema, hora militante, ¿eh? -
Un militante puso los ojos en
blanco y el otro ocultó una pequeña sonrisa. Parecían iguales,
actuaban diferente. Uno tenía el ceño permanentemente fruncido y
las orejas agujereadas. El otro sonreía nerviosamente de vez en
cuando.
-Negocios
ya. No hay tiempo para charlas. - Exigió el serio.
-Muy
bien, tenemos una nueva selección que ofrecer. - Hizo un gesto a sus
ayudantes para que trajeran las armas. -Hace poco me hice con algunas
unidades mecánicas Láser. Si te apetece continuar con haces de
plasma cortante. Le sugiero que eche un buen vistazo. -
El cañón cortado se colocó frente a ellos.
-Modelo
X-2. Ahora viene con una placa de circuito diferente y cubiertas
protectoras para evitar el sobrecalentamiento por uso prolongado. El
rendimiento de fuego continuo es de 5 minutos y de 8 minutos si se
realiza una carga previa y se redirige la energía. -
-Genial. -dijeron ambos aplaudiendo. Las armas y tecnología Cavallina capturada era una de las pocas cosas que los hacía felices a ambos.
-Y
eso no es nada, también estamos preparando más Unidades de Sigilo
Piro -
-¡No puede ser! -
-¡De
ninguna manera! Estamos afinando los detalles para desconectarlas de
las manos Cavallinas. Pronto la Rebelión combatirá fuego con fuego
en los cielos.- Señaló a los cielos.
-¡Es una locura! -
-¡Es un progreso!- corrigió Adam.
-No creo que nadie quiera pilotar esos repugnantes artefactos… -
-Hmmm,
tal vez. Tal vez A-Eve pueda ayudarnos con eso. - Adam se mesó el
pelo.
-Así es. Si alguien puede convencer es A-Eve.-
-Yo mataría por él.- Anunció el gemelo alegre.
-¡Pero ya matas por él! -replicó el otro.
Se
rieron y aceptaron el trato. Otra gran venta para Adam, que rió por
última vez cuando sus clientes abandonaron la tienda. Cacareó como
un cuervo hasta que fue interrumpido por una llamada del Consejo
Everista. Suspiró.
-¿Otra reunión? Maldito Oko, ¡es que
nunca descansa ese condenado! -
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