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Capítulo 3
El vagón de la casa encantada
En el vagón blanco y negro. Los Flec salieron a la calle con el reflejo de Tuba. Los refuerzos salieron del reflejo de un buzón.
"¡Lo lograron! ¡Lo consiguieron! Ustedes son increíbles. El jefe no dudará en ascenderte a las fuerzas especiales. Llévenlo al camión. Los acompañaremos".
"Quiero que sea interrogada".
Eso no sucederá. "Eso lo decide el departamento. Sigamos adelante".
Los agentes volvieron al reflejo del buzón junto con el reflejo de Tuba. Simon Flec mira el sombrero que cayó junto al buzón.
Más tarde en el apartamento. Simon Flec y su compañero estaban en su oficina. Simon Flec sostenía el sombrero color menta.
–Lamento que no hayas podido convencerlos, amigo –dijo su compañero.
–Ni siquiera la interrogaron. No fue justo para ella –dijo Simon Flec frustrado.
–Lo había dicho el jefe –respondió su compañero –Ha matado a uno de los nuestros.
–La vimos allí. Tú la viste –dijo Simon Flec. Entonces sintió una punzada en la cabeza.
–Estaba asustada –dijo Simon Flec –Siento que algo anda mal aquí.
-¿Con que? –le preguntó a su compañero.
–Merecía ser juzgada como los demás –dijo Simon Flec.
–Oye, lo lamento–dijo su compañero –Pero no pudiste convencerlos a tiempo. Están a punto de ejecutarla.
Simon Flec tuvo un conflicto. Finalmente se armó de valor y decidió ayudar al reflejo.
-¿A dónde vas? –le preguntó su compañero.
–La ayudaré –respondió Simon Flec –No me importa si intentas detenerme. Su compañero suspiró.
–No sé qué pasa contigo –dijo su compañero –Ve.
–Gracias –respondió Simon Flec. Salió corriendo de la oficina para buscar el reflejo de Tuba. Su compañero miró el sombrero sobre el escritorio.
En otro lugar del departamento. El reflejo de Tuba estaba en una habitación, sujetada por las manos y los pies.
-¡Por favor! ¡No hice nada! –exclamó. Al otro lado de una ventana opaca estaba el jefe con otros Flec.
–Enciendan las máquinas –dijo el jefe –borrenla. Una máquina láser se iluminó frente al reflejo de Tuba y comenzó a cargarse. Ella entró en pánico. En ese instante, Simon Flec apareció por la puerta de la sala de control.
-¿Qué esta haciendo él aquí? –preguntó el jefe. Simon Flec golpeó al Flec de los controles.
– ¡Detenlo! –exclamó el jefe a otro agente. Simon Flec es agarrado por el otro agente. Golpea al agente con el codo izquierdo y luego lo derriba con el puño.
El jefe toma un arma eléctrica que estaba en la pared. Y antes de que Simon Flec pueda desactivar el láser, el jefe lo electrocuta y cae.
–Estás en problemas, novato –dijo el jefe. Pero es golpeado por el compañero Flec de Simon y lo derriba. Llegó con su maleta en la espalda.
-¡Estás loco! ¡¿Sabías?! –le dijo a Simon Flec mientras lo ayudaba a levantarse.
–Te lo agradezco –le respondió a su compañero
–¡Tú liberala! ¡Lo apagaré desde aquí!
Su compañero entró por la ventana opaca en la habitación del reflejo de Tuba. Abrió las esposas que la sujetaban al suelo.
–Hola… –dijo el compañero Flec –no te asustes. Te sacaré de aquí. Desactiva las esposas superiores y la cargó tan pronto como se soltó.
– ¡Ugh! Eres pesada –le dijo al reflejo. Simon Flec logra apagar la máquina. Después va con su compañero para ayudarlo.
-¿Puedes caminar? –le preguntó a Simon Flec.
–Sí –respondió. Fue con su compañero y lo ayudó a salir cargando el reflejo de Tuba. El jefe se levantó y encendió su radio.
–¡Todas las unidades disponibles a la sala de borrado! –exclamó –¡Dos agentes ayudan a la fugitiva a huir! ¡No los dejen escapar!
-¿A dónde vamos ahora? ¡No podemos llevarla al camión! ¡Nos esperarán! –le preguntó a su compañero mientras corría.
–¡Entonces iremos al tren! –respondió –¡Prepárate!
Encuentran los reflectores del tren y cruzan una pared antes de que los agentes los acorralen. Aparecen de nuevo en un puente con el reflejo de Tuba.
-¡Vamos! ¡Al vagón! –dijo Simon Flec. Llevaron el reflejo de Tuba al vagón.
En el interior encontraron una mansión abandonada en medio de un bosque oscuro. Corrieron a la mansión y abrieron la puerta. De allí salieron unos murciélagos. Entraron, protegiéndose de ellos. Dentro había unas velas en las paredes y un candelabro que se encendía solo. Una chimenea se enciende sola.
Los agentes Flec salieron del puente también; seguido del jefe.
-¡Busquenlos! ¡Primer escuadrón al vagón de atrás! ¡Segundo escuadrón sígame! –exclamó el jefe. Y entraron al vagón de la mansión.
Había un gran salón con escaleras en el medio que conducía al primer piso. Un relámpago caía en la distancia y un órgano tocaba música oscura. De repente apareció un fantasma para asustarlos.
–¡Boooooo! ¡Bienvenidos a la morada de sus pesadillas! –dijo el fantasma.
-¡Sígueme! ¡Conozco este lugar! –exclamó Simon Flec.
-¿Oh? –dijo el fantasma.
–Fueron a la biblioteca entrando por la puerta norte del primer piso. Había docenas de libreros con libros polvorientos. Estos fueron disparados hacia los chicos.
-¡Ay! ¡¿Qué estamos haciendo aquí?! –pregunta su compañero. Simon Flec observó alrededor del lugar hasta que vió un librero en particular en una pared.
-¡Aquí! –Exclamó Simon Flec. Tomó un libro rojo de la estantería. "El soldadito de plomo" decía el libro. Entonces el librero giró la pared con ellos a una habitación oscura y secreta.
- ¡Guau! ¿Cómo lo supiste? –le preguntó su compañero.
–¡Oooooooo! –grita el fantasma.
–Shhh… Nadie hable –dijo Simon Flec en voz baja mientras trataba de escuchar en las paredes. Los Flec entraron en la mansión.
–¡Busquen por todos lados! ¡No deben escapar! –exclamó el jefe. Los Flec buscaron en toda la mansión. Entraron en la biblioteca y fueron atacados por los libros. Simon Flec y los demás los escucharon.
Los Flec regresan al salón principal.
–No están en la mansión señor. Revisamos en todos lados –dijo un agente.
–No deben estar muy lejos –dijo el jefe –¡Vaya al siguiente vagón! ¡Sigan adelante!
Los Flec abandonaron la mansión y se retiraron.
–Creo que se fueron –dijo Simon Flec. Mueve el libro de nuevo y los tres regresan a la biblioteca.
–¿Cómo es que no nos encontraron con los reflejos? –le preguntó a su compañero.
–Este lugar es demasiado oscuro y hay pocos reflectores –dijo Simon Flec.
Los tres regresaron al salón principal.
–¡Oooooooooo! ¡Esos hombres eran realmente aterradores! –dijo el fantasma mientras volaba alrededor de ellos.
–Muchas gracias por ayudarme –dijo el reflejo de Tuba.
–No fue nada señorita Tuba –dijo el compañero.
–En realidad me llamo Tea (Té) –dijo –Tuba era mi persona. Y cuando ella murió, yo huí; decidí darme un nombre propio. Pero no entiendo. ¿Por qué decidiste ayudarme después de capturarme?
–No fue idea mía. Fue él quien lo decidió –respondió el compañero.
Tea y el compañero observan a Simon Flec, que se sonroja.
–Umm… –decía Simon Flec –Yo… yo solo estaba… Parecía injusto que no te interrogaran. Y decidí hacer lo correcto.
–Entonces… Ahora podemos hablar de eso –dijo el compañero –¿Qué hacemos? ¿Serás el oficial bueno? ¿O el oficial malo?
–Eso no existe –dijo Simon Flec –Me lo explicó un agente.
-Oh. Quería ser el oficial bueno –dijo el socio.
-Bien. Ahora dinos –dijo Simon Flec a Tea –los Flec dijeron que mataste a alguien. ¿Puedes decirnos qué pasó realmente?
–¡Yo no maté a nadie! –respondió Té. Los Flec reaccionaron.
"¿Qué?" Dijeron ambos Flec.
–Aprendí hace mucho tiempo que si alguien nos coloca un espejo, podemos usarlo para salir al mundo real. Muchos de nosotros nos enteramos de esto.
–Oye –dijo el compañero –es como los implantes Flec que usamos para cruzar también.
–Fui perseguida por los Flec hasta que uno de ellos me encontró –dijo Tea –pero pude hablar con él. Entendió que solo estaba buscando un lugar donde pudiera ser libre aquí en el tren. Quería encontrar el vagón donde crecieron Tuba y sus hijos.
–¿El vagón de la jungla? –dijo Simon Flec sorprendido.
– ¡Sí! –respondió Tea –pero, el compañero del Flec sabía que quería ayudarme. El mismo que trató de borrarme en el departamento.
– ¿El jefe? –preguntó Simon Flec. Empezó a sudar.
-Sí. Peleó con su compañero –dijo Tea– y finalmente lo tiró a las ruedas del tren. Así que me escapé.
Un rayo cae cerca iluminando la habitación por un segundo.
–¡Ohhhhh! –grita el fantasma –¡Giro inesperado!
– ¡¿El jefe?! ¡¿Nos mintió?! –preguntó Simon Flec. En ese momento sintió un dolor de cabeza.
-¡No puedo creerte! –dijo el compañero de flec –¡¿Dices que nos usó para encubrir su acto?!
- ¡No estoy mintiendo! Es lo que me pasó a mí! –exclamó Té
–No sería imposible que alguien tan grande como tú y con estas… tubas… tirara a alguien a las ruedas del tren –dijo el compañero.
–No me gusta pelear –respondió Tea –No sería capaz de lastimar a nadie.
– ¡Eso no cubre la acusación de nuestro jefe! –exclamó el compañero con el dedo en alto – ¡No podría traicionar a los suyos!
–Dice la verdad –dijo Simon Flec que intentaba calmar su dolor de cabeza –Y hay algo más. Hace años, vi al primer fugitivo. Cuando yo era el reflejo de Simon.
–¿Viste a la chica? –preguntó el compañero.
Sí –dijo Simon Flec –Ya me acuerdo. Ayudó a un pasajero a salir del tren.
– ¿Por qué recuerdas todo eso ahora? – preguntó el compañero.
–No lo sé –respondió Simon Flec –Es como si hubiera perdido la memoria. Pero no sé cómo. Pero ahora entiendo. Si Tuba... Tea hubiera querido defenderse, lo habría hecho. Pero ella corrió. Y no la interrogaron. Trataron de borrarla sin dudarlo. ¿No entiendes? ¡Es igual que hace años! Todo concuerda. El jefe nos engañó todo este tiempo.
–Oh, Dios mío –dijo el compañero.
–Nos equivocamos contigo. Y lo siento por el error. Y… por intentar matarte la última vez –dijo Simon Flec a Tea.
Tea vio al Flec de Simon afligido. Su compañero suspira ante la noticia y luego se sienta en un sillón. Simon Flec miraba la chimenea con frustración.
–La razón por la que me uní a los Flec… –dijo Simon Flec –es porque… cuando yo era el reflejo de Simon, y él traicionó a Tuba y a sus amigos, estaba devastado y avergonzado. Nadie quería que volviera a reflejarme con alguien por miedo a que volviera a pasar. Así que quería ser un Flec porque si lograba entrar a las fuerzas especiales me borrarían esta cara.
Su pareja se sorprendió.
–Tú… realmente eres diferente a Simon –dijo Tea, a lo que Simon Flec reaccionó –Tú querías, pero no lo hiciste. Y me rescataste de ellos. No podría estar más agradecido por lo que has hecho.
Entonces ella abraza a Simon Flec para perdonarlo. Con lágrimas en los ojos, él también la abraza.
En ese momento, el compañero recuerda que tiene el sombrero de Tea guardado en su maleta, y se lo entrega.
–Esto te pertenece –le dijo el socio a Tea. Ella está muy feliz de ponérselo de vuelta.
–Cuando tuve una persona, quería ser policía –dijo el compañero a Simon Flec –alguien que creyera en lo justo. Yo queria lo mismo. Los seguiré a ustedes dos.
–Gracias compañero –dijo Simon Flec –Tea. Te ayudaré a volver al vagón.
–Ah. ¡¿De verdad?! –exclamó Tea –¡Ay! ¡Lo aprecio mucho! ¡Los quiero mucho chicos!
Abrazó a ambos Flec levantándolos; Simon Flec se rió.
– ¡De acuerdo! ¡De acuerdo! ¡Está bien! ¡Está bien! ¡No quiero aboyarme! –exclamó el compañero, avergonzado. Así que Tea los dejó.
–Sé cómo llevarte rápidamente al vagón de la jungla –dijo Simon Flec –Pero hay algo que quiero hacer primero.
Toma un pico de metal de la chimenea que todavía estaba al rojo vivo. Tea se asustó por un segundo. Luego le corta la cola de caballo con la punta del pico de metal caliente.
–Haré lo mismo que tú –dijo –Tendré mi propio nombre. Me llamaré a mí mismo... Peak (Pico).
Tea sonrió.
–Bueno –dijo el socio –si es así, creo que me llamaré... Chain (Cadena).
–¡Ohhh! –grita el fantasma –¡Eso es terriblemente hermoso!
Peak tomó la mano de Tea.
–Sujetate –dijo Peak. Cerró los ojos. Chain la tomó del hombro y saltaron al reflejo del cristal de un cuadro.
¡Ohhh! –grita el fantasma –¡Y ahora me quedo sooooolo!
Miraron a través de los reflejos de los vagones hasta que Peak vio el reflejo de un río que le resultó familiar.
– ¡Lo encontré! –dijo Peak.
Los chicos salieron del agua de un río a la tierra. Peak vio que la hierba se volvía transparente cuando la pisaba. Estaban cerca de una cascada.
Los tres miraron hacia el valle de la jungla.
– ¡És aquí! –exclamó Peak.
–Vaya –dijo Chain.
–Por fin –dijo Tea alegre –Estamos en casa.
/Continuará_
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