LEON
Habian pasado algunos días tras aquel encuentro con Saz, Leon intentaba controlarse pero cada vez que tenia el movil frente a él marcaba impulsivamente su número, ilusionado cada vez con escuchar su voz del otro lado, que para su desilución nunca llegaba.
Se tenia mucha fe, y sabia que si se le daba la oportunidad podria estar con Saz definitivamente, sabia que el chico lo eligiría. Aquella primera vez que se habian encontrado, él le habia dicho que nunca dos veces con la misma persona...y por lo visto él era la excepción a la regla. Por otro lado estaba su novio, sabia que el joven lo habia estado llamando desde el domingo, varias veces al día, pero por más que se obligaba a hacerlo no tenia ni ganas de hablar con él aunque sabia que tenia que hacerlo.
Alguien llamó a la puerta. Era su madre.
—Leon, alguien te busca.
Abrió la puerta, su madre le miraba con un leve tono de preocupación.
Antes de que pudiese preguntar quien era, su madre habia desaparecido por las escaleras.
Al llegar al salón, dejo escapar un quejido apenas audible. Allí sentado en el sillón, se encontraba su novio.
Este levantó la mirada cuando Leon entró en la sala. La expresión seria y la mirada asesina del mismo le decian que aquello se pondría feo, y no era para menos. Desde aquel sábado no lo habia llamado y habia practicamente ignorado sus llamadas. El joven se hallaba sentado con las piernas abiertas, los brazos apoyados sobre las piernas y las manos entrelazadas, aparentemente nervioso. La posición era bastante masculina y esto sorprendió a Leon.
Le despertó pena sin embargo en aquel instante cuando le vio se dio cuenta de que no sentia nada por él, ¿como le diría que aquello habia terminado?.
—¿Qué pasa? Parece que viste un fantasma—su tono era agrio, algo que desentonaba con sus facciones delicadas, y sus ojos claros.—Claro que debo ser un fantasma, ya que no has contestado a mis llamadas y ni siquiera te has molestado en llamarme. Parece que ya me has enterrado.
Leon se dio cuenta de que no estaba enojado, estaba que se lo llevaban los mismisimos demonios.
—Queria hablar contigo pero he estado muy ocupado.—aquello no habia sonado muy considerado.
—¿Muy ocupado?— se incorporó con rapidez para acercase un poco más a él.—es interesante saber cuales son tus preferencias.
—Tampoco es para tanto. Tenemos que hablar— la verdad es que en vez de comprenderlo le estaba sacando de sus casillas, sin saber porque.
—¿Hablar? ¿Y qué vas a decir? Porque no creo que hayas estado pensando en disculparte...— seguia sentado allí con la mirada clavada en él, desafiandolo a responder.
—No tengo por qué. Al final de cuentas eres tú el que decidió no venir conmigo.
El joven sonrió de lado moviendo la cabeza
—Ah no, no tiene límites tu soberbia…—sus ojos se clavaron de nuevo en él—no entiendo como puedes estar diciendo algo asi. Ok, hablemos.
—Mejor dejemoslo para otro día, estás demasiado nervioso.
—Ni una mierda. Decime ahora mismo lo que tenias pensado decirme...—estaba elevando el tono de voz.
Leon tuvo la sensación de que estaba buscando una buena pelea y la estaba consiguiendo, ya le daba igual, estaba malhumorado por la situación.
Los ojos del joven brillaban, pensó que de un momento a otro se largaria a llorar, y se sintió mal por ello.
—Lo siento.—le dijo.
Una lágrima rodó por la mejilla del chico. De pronto sintió un enorme deseo de estrecharlo entre sus brazos pero aquella no era la solución y lo sabia muy bien, todo se habia terminado. La imagen de Saz volvia una y otra vez a su mente.
—¿Lo sientes? No te creo, tú no sientes...¡NADA!—las lágrimas rodaban por su rostro– la culpa es mia. Yo soy el idiota, por haberte elegido.
Leon lo miraba aturdido no sabia como reaccionar, lo estaba lastimando pero la verdad es que le daba lo mismo, queria terminar de una vez por todas con aquella ridicula situación.
—No siento nada por ti.— por fin lo habia dicho. El joven no pareció asombrado. Habia dejado de llorar y lo miraba con desprecio pero dolido.
—¿Conociste a alguien?— la voz le temblaba.
—No.— tampoco tenia porque dar explicaciones.
—Mentiroso.— se acercó empujandolo con todo el peso de su cuerpo, Leon se tambaleo sorprendido por el ataque.
Las lágrimas volvian a rodar por las mejillas del joven.
—Eres una mierda, peor de lo que pensaba. ¿Te crees que no sé acaso que tienes a alguien más? Como si no supieses que el “infierno” es un circulo bastante chico.
Se preguntaba quién se lo habia dicho.
—¿Sabes qué? Me arrepiento de haber salido contigo y de todo el tiempo que pasamos juntos, porque nunca signifique nada para ti —estaba serio con las mejillas aun mojadas por las lágrimas— no puedo volver el tiempo atras asi que me toca joderme, pensé que eras diferente. Me confundí.
—Esta discusión no tiene sentido.
—¿Quién es?
—¿Acaso no lo sabes? ¿No te habian dicho ya que estaba con alguien? ¿No te dijeron con quien?
—Con el bailarín.
O sea que sí lo habian visto, Leon se preguntaba quién, exactamente.
—Genial, soy tan idiota que todavía tenia la esperanza de que fuese un malentendido— la voz se le quebraba.—justo con él.
—Dejemos el tema....
—No, ahora quiero saber, ¿por qué Saz? ¿por cómo folla? Bien, ¿no? Me imagino porque experiencia no le falta. ¿Te ha cobrado? Porque es lo único que le falta....
La expresión de Leon se transformó, se estaba yendo a la mierda.
—Ya sabes donde está la puerta...
El joven lo miró con desprecio, se le acercó hasta quedar a escasos milimetros de su rostro
—Te equivocaste conmigo. Esta me la voy a cobrar.
El joven se giró para marcharse, la mano de Leon lo sujeto por el brazo, sentía miedo, no por él sino...
—Como le toques un solo pelo…te juro que…
—¿Qué? ¿Me vas a matar?— sus ojos se llenaron de lagrimas de nuevo, lo miraba incredulo— eres un hijo de puta Leon.
El joven se zafó y se dirigió hacia la salida, azotando la puerta al salir. Leon se quedo pensando, de alguna forma todo aquello era su culpa. El chico rubio y modelo era como un premio en el circulo donde se movía, salir con él era prácticamente imposible. Quizás por eso se había encaprichado, y había logrado lo que nadie. Irónicamente pasó de ser el cazador a ser la presa. Se quedo allí parado en el salon mirando a través de la ventana. Miró el reloj de reojo y se dio cuenta de que deberia llamar a Seleika y Manon para quedar ese día pero no tenia ganas, no se reconocia. Solo podía pensar en Saz una y otra vez, en su cuerpo, en su rostro y se preguntaba si verdaderamente se habia acostado con tantos como habia escuchado. ¿Que debia hacer?Buscarlo. Pero ¿dónde?
El teléfono sonó en alguna parte de la casa, de nuevo la voz de su madre llamandole.
—Leon teléfono para ti ....
—No estoy, vieja
—Se lo tendrás que decir tú mismo, no soy tu secretaria.
Leon se levantó desganado para ir en busca del teléfono, la voz de una joven le llegó del otro lado.
—¿Qué quieres Seleika?
—Corazón estás de mal humor, ¿puedo saber que te pasa antes de colgar?
—Me peleé con mi novio, bueno, terminé con él.
—¿Qué le has hecho?
Leon se enfadó al escuchar la pregunta.
—Oye, ¿por qué soy siempre el que tiene la culpa?
—Porque te conozco corazón, tú no eres ningun santo, y te digo más, cuando quieres puedes ser incluso peor.
—....
—No me refiero como amigo, pero sí como pareja.
—Creo que estoy enamorado
—¡¿De nuevo?!— Seleika dejó escapar una risa irónica del otro lado.— No me sorprende, dime algo nuevo.
—No Sele...Esto es diferente, en serio, es algo que nunca antes me habia pasado y...me estoy volviendo loco. Quiero verlo pero no sé donde encontrarlo, quiero llamarlo pero no atiende el teléfono, es como si fuese una ilusión.
—Uy Leo, parece te ha dado fuerte, es el chico del club ¿el que baila?
—Si, el bailarín. Hace espectáculos y está como un cañón.
—Eso me lo creo. si algo hay que reconocerte, es el buen gusto. La verdad es que el rubito me gustaba, tenia una cara de modelo.
—Dejalo ya…¿vale?
—Ok.. y ¿qué vas a hacer?
—Buscarlo. Tengo que encontrarlo.
—y ¿si él no quiere nada contigo?
—jajajajaja. Lo dudo mucho. No sabes lo que fue la última sesión de sexo con él...
—Leon, escúchame, si realmente estás interesado en él, buscalo. De lo contrario, basta de caprichos. Ya fue.
—¿Qué quieres decir?
—Leon, tú sales con quien quieres, los eliges por ocasión y no sé como haces pero estás con ellos, te aburres y los desechas. Deberías tener en cuenta también sus sentimientos.
—Bueno tampoco exageres. Aquí nadie busca casamiento, ¿eh?
—De exagerar, nada. Tú eres asi y no te das cuenta. Cuando alguien te haga lo mismo, te daras cuenta a lo que me refiero.
—Dejemos el sermón del buen samaritano para otro día. Tú eres mi amiga y...
—¿Y? ¿Se supone que por eso debo estar de acuerdo con las cagadas que te mandas? Estás equivocado. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y tú eres un cabrón con tus parejas y deja de decir tonterias ya, que al final me voy a terminar peleando contigo.
—Ok, dime preciosa, ¿para qué llamabas?
—jaja es cierto, se me habia olvidado. Queriamos ir al cine con Manon. ¿Vienes?
—¿Va su hermano?
—¡Leo!
—Lo siento, es un reflejo, ¿a qué hora nos encontramos?
—En el lugar de siempre a las 8.
—De acuerdo
—Ah Leon
—Dime
—No creo que venga Lucas...
Tras colgar Leon volvió al sofa, su madre también se encontraba allí sentada hojeando una revista, cuando Leon se acerco ella, dejó la revista de lado y lo miró seriamente.
—No mamá por favor, el sermón para mañana... hoy tuve demasiado.
—¿Sabes cuántas veces te llamó ese chico?
—No—bajo la mirada, agregando—bueno, si.
—¿Le has pedido perdón por lo menos?
—No, hemos terminado.
—Tú sabrás lo que haces, ya estás bastante grandesito.
—Si, lo sé, no te preocupes
Se levantó para dirigirse a su cuarto y arreglarse. Aunque aquella noche no se presentaba muy especial intentaria disfrutarla lo más que pudiera.
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