Era lunes y su abuela no volveria hasta la tarde asi que decidió ponerse comodo, se quedó en jeans, se quitó la camiseta y se dejó caer en el sofa que se encontraba en el pequeño salón. Prendió la televisión pero no habia nada, y de nuevo comenzó a vagar con el pensamiento. La verdad es que estaba harto de hacerse tanto la cabeza, queria dejar que las cosas sucediesen y no preguntarse cada vez el porqué, el cómo y el cuándo. Tomó una revista de la mesita de cristal, trataba sobre los jardines. El teléfono que su abuela seguía conservando, sonó.
Habia tenido la intención de dejarlo sonar hasta que se cansasen pero fue él el primero en perder la paciencia y atender el teléfono.
—¿Quién es?—contestó de mala gana
—Por fin atiendes, si es que si por ti fuera uno deberia colgar tras dejarlo sonar dos veces. Aparte de que nunca miras el móvil. A esta altura me quedarán solo las señales de humo.
Era una voz chillona inconfundible, la voz de Zeus cuyo nombre real era Agustín.
—¿Qué pasa?¿Qué haces a estas horas llamandome?– le resultaba extraño
Sabia que le gustaba dormir hasta tarde.
—Preocupado, mira que eres idiota, no me has llamado y yo sin saber si te habian cortado en pedazitos o que...
—Exagerado, claro que no. Aquí estoy, vivito y coleando. Aparte cayó la poli y la pelea se terminó asi que como ves, no tuve tiempo de demostrarles con quien se habian metido jajajaja
La voz del joven de cabellos cobrizos llegó desde el otro lado.
—‘Cuchame, tenemos que hablar. ¿me paso por tu casa o está la nona?
—Vuelve por la tarde, pasate. La verdad hace mucho que no nos juntamos.
—Ok —y sin esperar respuesta colgó el teléfono.
—Está como una cabra—murmuró Numa para si mismo mientras volvia al sofa, tras un momento de pensarselo se levantó para dirigirse a la cocina, se preparó un cafe, buscó unas galletas y se acomodó de nuevo en el sofa, llevaba 5 segundos sentado cuando sonó el timbre.
Miró por rendija y estalló en carcajadas mientras abria la puerta para dejar pasar a un joven delgado, un poco más bajo que él, vestido con unos jeans degastados, una campera del mismo material y unas gafas de sol.
—Agus ¿donde estabas? Hace 5 minutos que llamaste.
—I know…l know—imitando un acento estadounidense—Debería haber llegado antes. Te llamé desde el caféde la esquina.—entró moviendose como solo él solia hacerlo—estaba por la zona y como hace mucho que no nos juntamos a hablar esta me parecia una buena ocasion. Al final solo nos vemos en los antros.—Numa sintió un profundo cariño al verlo, como una diva entrando a su casa.
—¿Quieres tomar algo? Yo me hice un cafe recién.
—No gracias, me pone de los nervios.– Numa se le acercó por detras y le quito las gafas de sol.
—Mira que hay que ser ridiculo. ¿Qué haces con esto puesto hoy?
Entre risas ambos se dirigieron al sofa, Agustín se quitó la chaqueta de jean, dejando a la vista una camiseta blanca de gasa transparente ceñida al cuerpo con un joven sosteniendo un corazón rojo estampado en el medio del pecho.
Numa volvió a estallar en carcajadas.
—De verdad, ¿no tienes camisetas normales? ¿Qué es eso? Se ve a la legua que eres gay
—¿Y? yo no tengo nada que esconder. Soy como soy, autentico— le guiñó un ojo sonriendo.
—Si pero si viene mi abuela…
—¿Qué va a decir? Tu abuela me adora.
—Si es verdad, te tiene mucho cariño pero la vez pasada ya me dijo que parecias una niña.
—Y es que ella sabe distinguir a las personas. Claro que lo soy y por cierto, ¡de las más lindas!
—Yo no tengo problema con que lo sepa pero no quiero que comience a atar cabos y me termine sentando en el comedor a hacerme un cuestionario.
—¿Crees que no se ha dado cuenta ya?
—Pues como se haya dado cuenta pensará que eres mi novia.
—Ya le gustaria—dejó escapar un suspiro.– Hablando en serio, ¿por qué no se lo dices?
—¡No! ¿Estás loco? No creo que lo entienda, ella es de otra generacion...
—Bueno pero si le explicas. ¿Sufre del corazón?
—No— Numa lo miró adivinando lo que se venia
—Eso ya es algo, si se lo dices sabes que no se morirá de un infarto, entonces no tienes nada que perder.
Ambos rieron con ganas.
—Cuéntame lindo, ¿qué penas aquejan tu corazón?—Agustín lo miró con los ojos entrecerrados, poniendo cara de entrevistadora. Le encanta imitar personajes.
—Ninguna—respondió con tanta inseguridad que Agustín lo miró, revoleando los ojos.
—Si, seguro—tomó la taza de Numa y le dio un trago.—¿Qué pasó con eso de la poli? ¿Te hicieron problemas? ¿Qué dijo tu abuela?
—No pasó nada, la hermana de Lucas se las arregló para sacarme de allí. Vengo de su casa, fui a darle las gracias.
—¿En serio? Lucas era ese pedazo de moreno que estaba allí, ¿no? ¿Cómo puedes tener tanta suerte? Aparte se nota que está coladito por ti.
—¿Qué? No seas ridiculo, es mi amigo...
—Aja, “amigo”. Ahora mirame a los ojos, estás hasta el cuello ¿no?
—Tampoco es para tanto. Si, me gusta. En fin, no creo que nos volvamos a hablar.
—¿Tan mal quedaron las cosas? No lo entiendo.
—No preguntarias eso si hubieses visto con la cara de asco con la cual me miró. No me esperaba una reacción asi…Me sorprendió.—de solo recordarlo sentia un nudo en el pecho.
—Te dolió.
—Me molestó muchísimo– lo corrigió Numa.
—Te dolió muchísimo—rectificó Agustín con una expresión seria.
—Deja ya de reinterpretar mis palabras, ¿quieres?
—Numa, sé sincero. Te gusta…mucho. Estás loco por él.
—Te gusta exagerar. Me gusta, eso es todo. Pensé que yo también le gustaba.
—Numa ni lo dudes. Está igual que tú y sabes que en este tipo de cosas no me equivoco.
—Si. Igual me sigue molestando su actitud. La verdad, no sé que hacer.
—Enfrentalo! ¿él sabia que eras gay?
—No.
—Y él te habia dicho para qué bando jugaba…?
—Tampoco. Lo intuía, una vez se lo pregunté directamente pero no me lo dijo y luego lo pinché un poco más para ver su reacción y tampoco dijo nada. Siento que se avergüenza de lo que es o quizás no lo tiene asumido para nada.
—Podría ser. De ser así, entonces lo de una relación se complica. Ustedes son muy diferentes. ¿Por qué no lo intentas con Leon?
—Leon como pareja no es de fiar, es un desastre...y aparte, solo tenemos muy buen sexo. Nada más, no me atrae como...— tragó un poco saliva—como Lucas.
Agustín le sonrió con complicidad.
—Ya, pero tú no eres el tipico chico de 17 años. Llevas varias experiencias encima asi que si te metes con alguien que todavía esta a mitad de camino, no lo sé amor…quizás termines harto.
—No lo creo…él es ...no sé como explicarlo, con él me siento bien, muy bien. Me gusta estar en su compañia, me divierto y me gustaria compartir eso y mucho más. La verdad es que creo que me gusta demasiado…
—Numa enamorado. ¿Quién diría que viviría lo suficiente como para ver al chico “yo-solo-sexo-el-amor-para-los-tontos” así?
—...
—Entonces, solo te queda un camino: habla con él. Guardate el orgullo y encáralo. Uno de los dos tiene que empezar y me da que no va a ser él.
—Y ¿qué le digo? Lucas, me gustas y eres un idiota por haberme dado vuelta la cara.
—¿Por qué no le dices que te gusta y punto? Deja las tonterias para más tarde, así lo único que vas a conseguir es pelearte con él, y eso es algo que a ti se te da muy bien.
—Pero y si al final no le gusto, y ¿si me da vuelta la cara de nuevo?
Agustín lo observó durante unos instantes y comenzó a reirse con ganas
—Riete de mi, idiota. ¡Gracias!
—Es que eres un niño todavía...—se secó las lagrimas de los ojos.
—‘pera ‘pera ‘perate. Tú solo tienes un año más que yo, señor maduro.
—No es lo mismo, las reinas maduramos antes. —le guiñó un ojo picaramente.
Numa no supo que responder a aquello por lo tanto optó por reirse de nuevo.
—Hablemos de lo importante: sexo. ¿Cómo crees que lo tenga? ¿Ya lo viste desnudo?
—Por supuesto que no! Eres un pervertido– respondió Numa intentado hacerse el escandalizado ante aquella pregunta. Fue en busca de uno de los almohadones y se lo lanzó con fuerza. Agustín estaba practicamente acostado en el sofa con el almohadón sobre su cara y todavía riendose. Entre las carcajadas tomó aire para agregar.
—¡Quizás tenga un mani! Jajajajajajaja Ahí si que quiero ver tu cara, se te va a esfumar el amor en 3, 2, 1.
Numa se le tiró encima y se liaron en una pelea ficticia. Ya cansados se incorporaron y se quedaron allí viendo la televisión hasta que la abuela abrió la puerta cargada con las bolsas de la compra.
Numa salió corriendo en su ayuda.
La abuela, llamada Eleonora, era una mujer delgada de unos 70 años, alta de cabellos grisaseos cortos y facciones sin las arrugas tipicas de la edad que le hacian parecer mucho más joven de lo que en realidad era. Se dirigió hacia Agustín que la miraba con una sonrisa.
—Hola corazón—le dió dos besos mientras miraba con curiosidad la camiseta del joven, antes de agregar—los chicos de hoy usan unas cosas muy raras.
Agustín dejó escapar una risita por lo bajo.
—¿Han comido ya? – se fue hacia la cocina seguida por Agustín. Numa se encontraba acomodando ya la compra. Ambos hicieron un gesto negativo con la cabeza.
—Podria cocinar un poco de pollo, con arroz y salsa de tomate con algunas verduritas—miró de nuevo a Agustín —estás demasiado flaco, un plato de buena comida no te vendria mal, seguro que no comes casi nada, criatura de Dios.
—Eleonora no se preocupe—comenzó Agustín—luego como algo en casa.
La abuela lo miró poco convencida.
—Hoy te quedas a comer aquí, luego te puedes ir a tu casa.
Numa comenzó a reirse
—Abu lo que pasa es que Agustín está a dieta.—lo miró con malicia—se está cuidando porque sino luego no le entra la ropa.
Ambos se miraron de reojo y recordaron al mismo tiempo la “ropa” que debían usar, y estallaron en carcajadas. La abuela los miró evidentemente confundida pero les sonrió con dulzura, aquel joven aunque un poco raro le caía muy bien y le tenia mucho aprecio. Desde que Numa lo habia conocido y entablado amistad con él habia cambiado mucho y ya no se metia en tantos problemas, algo que adjudicaba a la compañia del chico.
—A ver, voy a comenzar a cocinar asi que espero que me ayuden para que podamos comer rápido.
Ambos se pusieron a las ordenes de la abuela, pelando y cortando verduras, haciendo bromas y chistes un tanto verdes a espaldas de la nona.
Por fin la comida estuvo lista y los tres se sentaron a la mesa. Eleonora aprovechó cada espacio de la conversación con los jovenes para hacer sus preguntas indiscretas, y aunque no siempre pudieron contestar directamente salieron casi siempre bien aireados. Al terminar recogieron la mesa mientras la abuela se sentaba en el salón a beberse un té. Agustín miró el reloj y se despidió con prisa, se le habia hecho demasiado tarde. Numa lo acompañó hasta a la puerta de calle.
—Me la corto si tu abuela no sabe ya que no somos hetero—le murmuró Agustín antes de darle un beso.
—Qué tú no lo eres, seguro. Habría que vendarse los ojos y taparse los oidos para no darse cuenta.
Agustín lo empujó ofendido.
—Idiota… por casa ¿cómo andamos? Para mi que ya lo sabe, deberias decirselo. Tu abuela ve la tele, sabe de nuestra maravillosa existencia.
Numa pensó en que quizás tenia razón.
—Puede que si, por el momento nada, no quiero más problemas.
—Cobarde
—No, no lo soy. Dejame en paz, loca.
—Niñato.
—Venga vete ya pesado.
Agustín lo saludó con la mano mientras salia a todo, velocidad y desaparecia en la calle.
—Está loco—murmuró para si Numa mientras con una sonrisa en los labios volvia a su casa. Cada vez que se juntaban era genial.
De buen humor como estaba se dedicó a hacer las tareas que le quedaban pendientes del colegio, ordenó su habitación y se tiró en su cama a escuchar música y allí se quedó pensando en la posibilidad de enfrentar a Lucas, de decirle que le gustaba. ¿Qué cara pondría?
La idea le gustaba cada vez más, quizás hasta se sonrojase cuando Numa se lo dijese.
Era tan guapo.
“Lu, ¿qué va a pasar con nosotros?” la pregunta quedo suspendida en el aire sin hallar por el momento una respuesta concreta.
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