—Eh– Le llamaba Emi y con solo eso dejó lo que hacía solo para verla fijamente con toda su atención, eso la incomodo– Eh...¿Cómo sabes dónde está cada cosa? No, eso no era lo que pensaba– Sacude su cabeza algo confusa con sus pensamientos– Yo...– Revuelve más sus cabellos con nervios al olvidar la pregunta que tenía desde hace un rato.
El chico de cabellos oscuros sonríe al verla. Él sabía lo que quería preguntar, pero quería darle la oportunidad de intentarlo.
—Dímelo. Lo que quieres preguntar. No tengo problema en responder. Aunque sé que te cuesta recordar lo que piensas a la primera– Termina de echar azúcar al té y lo resuelve con una cuchara mediana.
—Es verdad, se me olvidó...– Se queda callada unos momentos hasta que se da cuenta de algo– Ah, mí té. Dámelo, no sabrás cuanto ponerle de azúcar– Estira sus manos para que le entregué el objeto que pide.
—Ya le puse azúcar, prueba– Le entrega la taza celeste.
—‘¿Qué hago? No quiero ser grosera al rechazarlo, pero si lo pruebo seguro que pongo cara de asco como siempre cuando no tiene la cantidad exacta de azúcar’.
—Se que te va a gustar. Le puse tres cucharadas con la cuchara mediana como te gusta, no te preocupes– Le da una media sonrisa y se sienta a su lado apoyando su brazo en su hombro con cuidado– Sopla antes de tomar.
Con algo de duda toma una cucharada del líquido y sopla para luego llevarlo a su boca. Al mínimo contacto agrando sus ojos algo sorprendida.
—‘Que raro. Nadie le da al punto exacto, excepto yo... ¿Quién es este chico?’
—"¿Quién es este chico?" Acabas de pensar– Repite el chico mientras se aleja de ella y se aleja de su asiento también– Y no te olvides de comer algo, no sirve si solo te llevas té al estómago, debes comer, aunque sea unas simples galletas– Mira hacia arriba y levanta la cortina de uno de los muebles que están justo arriba, al ver lo que quería sonríe y lo baja hacia la mesa.
—Acá están las galletas, espero que comas algunas al menos– Ordena mientras vuelve a su asiento y está vez no hace contacto físico, solo se queda observándola– ¿Te incómoda cuando te veo?
—N-no. Estoy bien– Miente mientras sorbe un poco de su té y mira hacia otro lado.
—¿Por qué mientes? Odias perfectamente que los demás te vean mientras haces cualquier cosa, te dan ganas de hasta golpear a la otra persona de tan solo pensar que no te dejan hacer algo tranquila sin que te observen.
Con eso ultimo casi se atraganta con su bebida mientras fruncia el ceño y deja la taza en la mesa. Sus palabras eran ciertas.
—Ok. Ya tuve suficiente, ¿Quién mierda sos y como sabes tanto de mí? La cantidad de azúcar, mí mala suerte con los resfriados y esto, ¿Qué más sabes? ¿Acaso me estuviste espiando o qué?
—Yo sé todo sobre ti, ya te lo dije antes.
—"Ya se todo sobre ti" ¿Por qué no te vas a la mierda con esa frase? Ni siquiera me respondiste una simple pregunta, aunque sea decime tu nombre antes de que termine agarrando un cuchillo o patee tu parte baja– Decía completamente alterada.
El noto que su respiración se escuchaba entre cortada al decir todo eso sin pararse a respirar un poco.
—Deberías calmarte, respira y luego habla despacio– El joven a su lado se notaba preocupado por ella y tenía sus brazos a cada lado por si acaso.
—No. No, no me voy a callar para nada. Vos solo entraste a mí casa sin permiso, le hablaste a mí mamá como si fueras mí amigo, sabes cosas de mí que no todos saben, apareciste después de que yo... yo– Intenta respirar, pero su pecho duele al intentar respirar hondo, intenta de nuevo, pero no logra llenar sus pulmones de aire como quisiera.
—Te dije que te detuvieras, idiota– El joven se queja, pero de cierta forma parece algo asustado.
Él toma a Emi de los hombros y la sienta en su silla de nuevo, se acerca más y choca sus labios contra los de ella poniendo una mano en medio de su pecho y presionando hasta que finalmente el nudo que sentía se deshace, ella reacciona y lo empuja. Se inclina y coloca sus manos en sus rodillas mientras inhala y exhala tan fuerte como puede hasta que recupera su respiración normal.
—¿Estás mejor, pequeña? – Gentilmente coloca una de sus manos en su mejilla y acaricia su cabello con la otra.
Emi se queda callada, se siente algo enternecida por lo que acaba de pasar. No es la primera vez que le sucede esto, pero aun así fue la primera vez que alguien estuvo para ella, es por eso que, no lo aleja de su lado al sentir el contacto físico de él. Al contrario, lo atrajo hacia ella en un abrazo mientras se largaba a llorar.
—Tranquila. Estoy aquí, y está vez...no me pienso ir de tu lado– Algo incómodo por la posición se sienta en la silla sin romper el abrazo, le acaricia su espalda y da pequeños golpecitos mientras acaricia su cabello.
Después de unos segundos el chico suspira.
—Lo que acabo de hacer. No dejes que nadie más lo haga– La mira con seriedad mientras ella se distrae con sus ojos.
—¿De qué hablas? – Ella inclina su cabeza hacia un lado confundida.
—Hablo de todo. Acabo de besarte, pero fue porque te quería distraer para que puedas respirar, también te toque sin tu consentimiento el pecho y apoye mi brazo en tu hombro. ah, y sin mencionar que entre a su casa sin permiso.
—Oh, lo del beso lo entiendo, me puse nerviosa y me sirvió para distraerme, lo de tocar mí pecho no cuenta porque no tocaste mucho, un poco más y estoy plana– Sonríe y golpea su pecho repetidas veces de forma suave– Lo hiciste para que dejara de sentir el dolor punzante en mí pecho, lo entiendo. Y bueno, intente echarte, pero aun así te quedaste.
—Aunque no tengas grandes pechos...– Empieza a decir y parecía que se le iba a salir una vena de la frente por el enojo al escucharla burlarse de ella misma– No quiere decir que este bien que los demás, cualquier imbécil te toque tan fácil como si no valieras nada– Cierra sus puños con enojo, pero al instante su rostro se suaviza y coloca sus manos en los hombros de ella– Vales mucho más de lo que piensas. No dejes que un idiota te toque sin ser nada, no dejes que te hagan sentir reemplazada ni como un objeto, por favor– Sus ojos lucen algo tristes a la vista de Emi– Vales mucho más de lo que piensas.
—‘¿Quién es esta persona y por qué habla de esa forma como si se preocupara por mí? Nadie había sido de esta forma conmigo antes. Aunque no lo conozca me hace sentir algo feliz lo que acaba de decir’ Pensaba ella. Sus palabras le habían afectado mucho más lo que deja ver, sus emociones eran un lio.
—Por cierto. No te lo dije antes solo para fastidiarte, pero creo que es necesario que sepas mí nombre para que me conozcas y sepas cómo llamarme, ya que de ahora en adelante estaremos juntos siempre– Le dice soltando sus hombros y cruzando los brazos con una mirada decidida.
—¿Ah? ¿Quién decidió eso? – Sale de sus pensamientos sin poder creer en las palabras de aquel chico.
—Yo, obviamente. Puedes verme de la forma en que quieras, un amigo o un hermano, me da igual. Solo ten en cuenta que no me alejaré de tu lado por más que quieras lo contrario.
— ‘La forma en la que están surgiendo las cosas me asusta y me pone nerviosa, pero creo que podría creer en esta persona. Solo espero...que no me deje’.
—Mi nombre es Oliver, soy un ángel. Tengo las alas oscuras como la noche y los cuervos. No me gusta nada en específico, solo me importa algo en mí vida y esa eres tú– Termina su presentación con un rostro serio, pero lleno de sentimientos.
—Aguanta, ¿Esperas que crea de forma tan simple que eres un ángel y de alas negras? Además, ¿No sé supone que los ángeles tienen alas blancas?– Niega mientras se levanta algo enojada– Pensé que íbamos a conocernos bien "Oliver"– Intenta dar un paso, pero es detenida por Oliver.
—Sé cómo demostrarte lo que quieres ver– La lleva hasta su habitación cerrando la puerta mientras cierra sus ojos– No piense mal– Dice esto último mientras se quita su camisa revelando los músculos marcados de su cuerpo.
—¿Qué vas a hacer?– Lo mira de forma extraña– ¿Qué carajos?– Suelta una maldición mientras se sorprende de las alas que le salieron de la espalda al joven enfrente suyo– Eso se vio tan…asqueroso– Su rostro mostraba desagrado, pero luego cambia drásticamente a uno de emoción– Y sin embargo se vio tan genial– Se acerca a él y toca con cuidado las alas y se asusta un poco al ver cómo estas se mueven –Wow, que bonitas alas.
—Tranquila, no te va a pasar nada malo conmigo. No te pienso hacer daño, puedes tocar mis alas todo lo que quieras– Sonríe orgulloso y procede a sentarse en la cama de ella.
—Es tan genial y tan hermoso– Acaricia las alas del joven ángel con cariño y emoción hasta que recuerda algo–Espera, ¿Leíste mis pensamientos?
—Ay, pequeña...eres tan lenta– Decía Oliver con una sonrisa burlona mientras negaba– Y aun así tengo toda la paciencia del mundo y galaxias para ti– Su pequeña sonrisa se notaba algo especial, de ese tipo de sonrisa que no le darías a cualquier persona.
Poco a poco irían conociéndose más si nada se los impedía.
Comments (0)
See all