Peck reapareció al lado de un río.
Sus ropas fueron cambiadas por un traje blanco de cuerpo completo que se adaptó a su complexión delgada y un par de zapatos del mismo color.
Él pensó por un momento que murió. Estaba rodeado de flores, escuchaba a las aves cantar y el viento soplaba gentilmente acariciándolo. Los árboles cercanos le dieron sombra para refrescarlo.
No tenía heridas, estaba intacto. Observó su reflejo en el río y pellizcó su mejilla, pero le dolió mucho y cerró los ojos con una lágrima escapándose debido al dolor.
Dio la espalda al río y se sentó. Abrió los ojos para descubrir que había alguien frente a él.
—No deberías pellizcarte de ese modo.
Debido a la sorpresa, Peck gritó y retrocedió rápidamente solo para caer al río. Delante suyo había aparecido una chica de cabello blanco.
—Esa reacción fue muy linda, pero no deberías hacer eso si hay un río detrás de ti.
Ella ocultó su sonrisa detrás de su mano mientras reía silenciosamente por lo ocurrido.
Peck asomó la cabeza fuera del río. Tenía la misma expresión que un gato después de bañarse. Después de todo, el agua era su enemiga natural. Pero lo que más le sorprendió fue la chica que apareció. Ella levitaba, tenía las piernas cruzadas, era válido decir que estaba ‘sentada sobre el aire’.
—Mira nada más, te di esa ropa hace unos instantes y ya las empapaste. Ni siquiera me agradeciste por eso. —Señaló a Peck y sonrió traviesamente—. Vamos, dame las gracias.
A pesar de sus palabras, la chica no sonaba hostil.
Peck salió del agua y se sacudió igual que un perro para secarse. Al abrir la boca cayó algo del agua que casi tragó.
—Este… ¿tú quién eres? Si cambiaste mi ropa, quiere decir que me desnudaste.
—Ah.
—Eso es malo, ¿verdad?
—Ca-cambiemos de tema. Ya me darás las gracias después…
Escogió evitar la pregunta ante un Peck que parecía molesto, pero lo que lo tenía enojado fue el hecho de caer al río.
—Bueno, ¿quién eres tú? —preguntó Peck.
—Mi nombre es Sen.
—Yo me llamo Peck. Por cierto…—Peck puso su mano bajo su mentón para reflexionar—. ¡Oh! Tú te llamas como la… la… ¡Líder! Sí, la líder de dónde vengo.
—Claro que me llamo como ella. Soy yo, al fin y al cabo.
Ella respondió sonriendo ampliamente.
—Oh, entiendo.
Peck sonrió también.
No lo entendió en un principio.
Cuando finalmente comprendió las palabras de Sen, Peck se puso de pie y realizó una pirueta para terminar cayendo de rodillas frente a ella realizando una pose de veneración mientras temblaba por los nervios.
—¡Mucho gusto en conocerla, señorta! Digo, ¡señorita! ¡A-agradezco mucho por la ropa!
—E-espera…
Ahora fue Sen quien no supo cómo reaccionar a eso por lo inesperado que fue.
—Tranquilo, con un ‘gracias’ era más que suficiente. No tenías que arrodillarte, ni agachar tanto tu cabeza para venerarme… ¿no te golpeaste muy duro al hacerlo? Puedo ver una grieta en el suelo…
—¡Estoy bien! Y con agradecida gratitud le agradezco agradecidamente por…
—¿Intentas hacer juegos de palabras? —interrumpió Sen—. Eres una persona muy divertida, pero ya levanta tu cabeza y mírame a los ojos. Es raro hablarte mientras estás en esa posición, jaja.
Peck siguió al pie de la letra la indicación de Sen, levantándose velozmente e irguiendo su postura.
—¡Gracias, señora!
La frente de Peck estaba roja. Sen tenía razón, él se agachó demasiado y se golpeó. Aun así, a Peck parecía no importarle.
—¿Estás nervioso? —preguntó Sen.
—¡Sí! ¡No!
—Eh… ¿cuál de las dos es tu respuesta? ¿El ‘sí’ o el ‘no’?
—¡Sí!
Peck no es bueno leyendo, pero escuchó muchas historias. En la mayoría de ellas, los reyes eran severos y Sen, para él, era lo más cercano a una reina así que efectivamente estaba muy nervioso.
—Intenta respirar un poco, vamos. Inhala, exhala, inhala, exhala…
Sen le dio instrucciones para respirar apropiadamente hasta que se calmara. Estuvieron así por dos minutos antes de retomar la conversación.
—Oiga, Sen… ¿qué hace usted aquí?
—Yo debería decir eso. ¿Por qué estabas en un lugar como ese? Escuché mucho sobre un niño jugando donde no debía.
—¿Por qué me dice niño? Usted está volando, por eso se ve más alta que yo…
Sen dejó de flotar y puso los pies en la tierra. Al estar frente a Peck, se veía ligeramente más alta.
—No es justo, sus zapatos le dan más altura…
Eso era verdad, pero Sen no comentaría al respecto. Ya se sintió ganadora.
—Dime algo, Peck, ¿con qué estabas peleando? ¿te harás el más fuerte si le ganas a esa… cosa?
—¡Sí, muy seguramente sí!
El rostro de Sen se volvió extremadamente serio, y con una voz severa comentó:
—¿Más fuerte que yo?
—¡No, muy seguramente no!
Peck empalideció por esa pregunta. El miedo se manifestó en sus piernas temblorosas. Sen volvió a sonreír, nuevamente triunfante.
—Tranquilo, no te haré nada. Si te volvieras más fuerte que yo, sería una buena recompensa por tu esfuerzo. ¡Confía más en ti mismo!
Peck suspiró aliviado, pero no sabía qué decirle.
—Oh, pero en realidad sí debería hacerte algo.
—¡¿Por qué?!
—Porque no deberías estar aquí solo. Además, mírate, estás muy sucio.
—¡No es eso! ¡El problema es que usted está muy limpia!
—…¿eh?
Sen no tuvo argumentos para responder a esa peculiar lógica.
Pero era cierto que ella estaba bien vestida, a diferencia de Peck.
Sen usaba una blusa negra de mangas holgadas con un listó rojo en el cuello, una falda corta del mismo color, con estampados de rosas en los bordes y unas largas medias blancas que llegaban hasta sus muslos. Sus zapatos marrones, como bien señaló Peck, le hacían ver más alta.
Su cabello estaba bien cuidado, le llegaba hasta los hombros y tenía adornos en los mechones a sus costados. Su piel era como la nieve y sus ojos de un rojo intenso.
Había una gran diferencia entre ambos.
—Dejando eso de lado, ¿listo para tu castigo?
Peck tragó saliva y cerró los ojos.
—T-tenga piedad, por favor…
—Es muy tarde para la piedad.
Y entonces, sin más anticipo, Sen usó la punta de su dedo para golpear la nariz de Peck suavemente para después pellizcar su mejilla.
—¡Ya está! Ahora en marcha, hay que salir de aquí.
Peck quedó muy confundido, esperó algo peor, pero escogió no hablar por su propia seguridad. De todas maneras, su mejilla ardía y no quería empeorarlo.
Sin embargo, había un problema mayor.
—No, yo me quedo.
Luciendo tímido al respecto, Peck quedó firme en su lugar.
—¿Oh?
La sorpresa en el rostro de Sen fue suficiente para que Peck entendiera que debía justificarse. Temía provocar la ira de la que era conocida como ‘la más fuerte’ en Batoru.
—No puedo volver hasta que derrote a Leben. Si no lo hago, no tengo derecho a regresar.
—¿Dijiste Leben…?—Ella pensó un momento, sospechando de eso—. Está bien, yo lo derrotaré por ti.
—¡No, no me sirve eso! ¡Debo hacerlo yo!
—¿Por qué?
Peck se sintió intimidado por esa pregunta. ‘Por qué’, por alguna razón, temía decirlo. La expresión en el rostro de Sen era ilegible, no se podía saber si ella se enfadó o no por negarse a acompañarla. Sen esperaba una respuesta y Peck no era bueno para conversar cara a cara.
Muchas dudas pasaron por la cabeza de Peck en cuestión de un segundo. Al final, concluyó que no podía evitarla.
—Porque no quiero volver y estar solo.
La mirada de Sen estaba repleta de sospechas y también de preocupación.
—¿Solo? ¿Estarás solo si no lo vences? Para empezar, ¿cuándo y dónde te enteraste de esta criatura?
—¡Fue en…!
Peck vaciló.
—¿Dónde fue…?
Él mismo parecía olvidarlo. Al pensarlo a fondo se sintió ansioso. Pasó mucho tiempo intentando vencerlo, pero ya ni siquiera recordaba cómo lo conoció en primer lugar. Fue entonces que un destello de iluminación lo invadió.
—¡Ya me acuerdo! Un día, bajo la lluvia, yo vi un dibujo y un mapa. Cuando lo seguí, ¡descubrí a Leben!
—Hay mucho que no me cuadra en tu explicación, ¿sabes?
—E-es lo mejor que puedo decir ahora…
Una vez más, Peck parecía asustado. Sen comprendió rápidamente que estaba haciendo las cosas del modo equivocado y decidió actuar de un modo diferente. Relajó su expresión y se dirigió a Peck cálidamente.
—Luces bastante tenso. Peck, entiendo que mi reputación es bastante… complicada. No dejes que eso te altere. ¿Sabes? Incluso odio la formalidad, llámame igual que como llamarías a una amiga.
—No tengo mucha experiencia con eso tampoco…
—Entonces yo te guiaré.
Sen tomó una de las manos de Peck y la apretó suavemente entre las suyas.
—Si es difícil para ti decirme tus razones, no te forzaré. Puedo imaginar lo que es. Hablaste de estar solo, es atrevido de mi parte decirlo, pero lo entiendo. Una comunidad que valora a su gente basándose en logros de forma tan superficial abrumaría a cualquiera, te hace pensar: ¿qué he hecho yo que valga la pena? —Sen suspiró—. Sé que es difícil de creer, pero yo también me siento sola. La gente se siente tan intimidada por mi supuesto talento que me evitan o intentan ganarse mi favor fingiendo ser amables y también hay… otra cosa que es difícil explicar. Hace mucho que no puedo hablar con alguien siendo yo misma.
A Peck le costó procesar esas palabras. Si una persona habla mucho, Peck fácilmente se confundiría. No obstante, entendió bien lo que ella quiso decir, simplemente no sabía cómo responderle.
—¿No se siente bien que todos te halaguen por lo que haces?
—Después de un tiempo te hace pensar que simplemente quieren asegurarse de que estés de su lado. Hay muchas personas aprovechadas. Si descubrieran a alguien más fuerte que yo se postrarían ante él o ella para que le haga favores.
—¿Hay personas más fuertes que… que tú, Sen?
Peck consideró lo que dijo ella de la formalidad y decidió esforzarse para hablar con normalidad, pero él no sabía lo que era la normalidad.
Sen sonrió por ese intento.
—El mundo es grande, siempre hay alguien mejor y eso está bien. Esforzarse para ser mejor que todos es una locura, hacerlo solo para impresionar a otros también lo es. ¿Qué hay de ti? ¿En serio quieres hacerte fuerte por un par de cumplidos?
Por un instante Peck se relajó, pero súbitamente empezó a sentirse molesto. Ni él mismo lo entendía, pero realmente se enojó y se alejó bruscamente de Sen. Agrios recuerdos vinieron a su mente, memorias que no hacían más que hacerlo sufrir. La ira, el rencor y la frustración eran visibles en sus ojos. Tenía un rostro afligido y estaba mordiendo su labio.
—¡No puedo regresar! ¡No hasta vencer a Leben! ¡Si vuelvo sin haberlo logrado, ellos otra vez van a…!
Un nudo se formó en la garganta de Peck.
—Ellos van… van a…
Sen lo descifró de inmediato. Se acercó nuevamente y esta vez acarició las mejillas de Peck con ambas manos, se aseguró de que la viera a los ojos.
—Puedes confiar en mí, Peck. Crees que soy la más fuerte, ¿verdad? Bueno, la más fuerte ahora mismo dice que tú eres una persona importante. Si crees que las personas fuertes hacen las reglas, entonces no me podrás negar eso.
—¿Qué? Pero, eso es- ¿estás… segura?
—Quiero saber más de ti. ¿Por qué estás tan asustado?
Ese día, por primera vez, Peck descubrió cómo se sentía el ser comprendido. La siguiente vez que decidió hablar, sin entender la razón, escogió contar aquello que lo atormentaba.
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Siguiente publicación: 09/10/22
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