A ojos de Peck el libro parecía envuelto en un aura púrpura. Leyó el título otra vez.
Hell’s Gate.
Eso le recordó a una conversación que tuvo con Sen.
***
—Mi don es una de las dos excepciones que te comenté: o naces con la habilidad para usarlo o no. Su nombre es Heaven’s Key.
—El día que nos conocimos dijiste que tu don te permitía brindar tranquilidad a las personas. ¿Qué más hace?
Esa conversación se llevó a cabo en la biblioteca personal de Sen. Peck tomó asiento a un lado de la pequeña mesa que allí había y ella estaba de pie con un libro de portada blanca con letras doradas.
La portada tenía la palabra HEAVEN’S KEY.
—Saltando unos detalles, si te digo que es un don que le da a su usuario la capacidad de ser un maestro en todo tipo de magia es suficiente para que lo entiendas. Si quisiera aprender desde cero a usar magia que controle la gravedad no tendría problema en lograrlo.
—Así que por eso eres tan poderosa…
—En teoría el aura de Heaven’s Key es tan pura que con mi presencia debería espantar a espíritus malignos y demonios. A los de corazón justo les brindaría paz. Suena bien, ¿no? Pero la verdad no sé qué criterio maneja esta habilidad para separar lo bueno de lo mano, por eso prefiero suprimir sus efectos pasivos. Debo concentrarme mucho en eso.
—¿Qué significa que sea pasivo?
—Por ejemplo, tu respiración. Respiras automáticamente hasta que piensas en ello y entonces lo haces manualmente.
—¡Espera! ¡Ahora debo pensar en respirar! ¡¿Qué pasa si dejo de pensar en eso?!
—Pues… respirarás ‘pasivamente’. No te exasperes.
La clase continuó con normalidad. Sen explicó algunos de los distintos usos de la magia.
El maná al ser convertido en poder mágico puede hacerlo todo dependiendo de cuánto resista el cuerpo. Puede ser utilizado como energía en estado puro para realizar ataques poderosos de luz, manifestar un aura que envuelva al cuerpo y lo proteja de ataques mágicos u otros efectos.
Peck escogió por sí mismo un libro. No había un título para este, solo el nombre de quien lo escribió.
—Lune Damné. —Peck leyó—. Suena familiar…
—Ella hizo muchos libros sobre el efecto de la magia en el cuerpo. Generalmente se le llama ‘Magia Física’, es muy útil, ayuda a preparar el cuerpo, a adaptarlo y prepararlo para hechizos fuertes.
—Parece largo… ¿me lo lees después?
—Claro.
Peck entregó el libro a Sen. Cuando la clase estuvo por terminar, él recordó una pregunta importante.
—Sen, ¿cuál es el otro don que es una excepción? Me dio curiosidad saber cuál era el tuyo, pero no has dicho nada del otro.
Él estaba por sacar otro libro. Cuando Sen lo descubrió se apresuró en tomar la mano de Peck para impedirlo. Extrañamente ella parecía preocupada e insegura.
—No deberías leer ese.
—¿Qué? Pero entonces, ¿por qué está aquí?
—Bueno… es un recuerdo de mi maestro. Digamos que es personal… si te digo que me incomodaría que lo leyeras, ¿podrías olvidarte de el?
Aunque la actitud de su amiga era peculiar, verla así de perturbada no le agradó y entendió que era un asunto importante.
—Está bien. Prometo no leerlo.
Sen suspiró en alivio.
—¡Pero cuéntame del otro don, por favor!
Nuevamente la preocupación volvió a Sen. Sin embargo, había resignación en su rostro. Los dos regresaron a la mesa para la explicación. Sen pensó detenidamente cómo explicarlo.
—El otro don es Hell’s Gate. Es la fuerza opositora a mi magia. Hace todo lo contrario, pero aun así es la magia más poderosa que existe; una que podría ser capaz de contraatacar todas las demás.
—¿Incluso la tuya?
—Mi magia parece ser hecha para contener a Hell’s Gate y a los Hell. Escucha; los usuarios de Heaven’s Key son llamados Heaven y los que usan Hell’s Gate; Hell.
Mientras escuchaba la explicación, Peck enredó un dedo en su cabello. Eso le ayudaba a memorizar.
Sen continuó su explicación.
—La mayor diferencia es que los Hell explotan su magia de golpe. Son capaces de crear todo tipo de monstruo que puedan imaginar. Modifican su cuerpo. Son odiados por el efecto pasivo de su magia; incentivan a la ira, al rechazo, y si la voluntad de una persona es débil es seguro que esta morirá al estar frente a un Hell.
Peck, que usualmente se entusiasmaba escuchando esas explicaciones, por primera vez sintió miedo. Normalmente pediría que no continúe hablando, pero su corazón bombeaba y su cabeza hormigueaba de la curiosidad.
—No son capaces de usar magia sanadora debido a su naturaleza violenta. El mago más poderoso del mundo es un Hell, su nombre es Blood. Nadie sabe donde estará, se dice que su poder rivalizaba con el Dios Dragón que extrañamente murió. Hay una historia que habla de su reencarnación en el futuro.
—¿Dios Dragón?
—Se dice que fue hecho por los dioses para mantener el balance en el mundo. Las escrituras son confusas, al caer en manos humanas hicieron cambios, o eso he entendido. ¿Sabes? Se rumoreaba que Blood tenía la habilidad más peligrosa de todas…
Sen se detuvo por un momento.
—¿Cuál es?
—Blood podía despojar de su magia a los seres vivos. Él podía robarles una porción o quitarles por completo su poder, extraía el Lívet.
Las manos de Peck se volvieron puños que apretó con fuerza al escuchar eso.
—¿Te suena familiar? —dijo Sen.
—Para nada… pero si me encontrara con uno, yo probablemente moriría en su presencia…
El rostro de Sen parecía más relajado.
—¡Bueno! Pero no debes preocuparte. Estás conmigo, una Heaven, después de todo. Ya es tarde, vamos por algo de comer.
—¡Sí! ¡Quiero comer pollo esta noche!
—Te conseguiré uno. Adelántate, yo iré enseguida.
Cuando Sen se quedó sola, por fin respiró aliviada. La molestia volvió a su rostro cuando miró hacia el libro de cubierta negra con el título de Hell’s Gate.
Había escondido ese libro con mi magia… ¿estaré cansada? No puedo tirarlo, porque tiene la clave para ayudar a Peck. Por lo menos aceptó no tomarlo y confío en él, así que supongo que no debería preocuparme… no, es mejor que lo esconda.
***
—¿Por qué…? ¡¿Por qué no puedo deshacerme de esta cosa?!
En el presente, un agitado Peck estaba desesperado. La biblioteca estaba hecha un desastre. Los libros cayeron por montones esparciéndose por el suelo. Peck estaba apoyando su espalda en una pared, el libro estaba tirado allí delante.
Intentó de todo para alejarlo, pero siempre regresaba a sus manos. Ya sea que lo arrojara por una ventana o lo enterrara bajo un montón de libros, siempre volvía. Él no quería destruirlo porque era un recuerdo valioso para Sen.
Peck estaba sin opciones.
La forma en que caía su sudor al suelo, la manera en que jadeaba, las lágrimas asomándose en sus ojos; todo eran claras evidencias de cuánto esfuerzo hacía en intentar alejarse del libro. Se suponía que Sen solamente dormía en su cama, pero cuando fue a buscarla no estaba.
Debía afrontar completamente solo esa crisis. Entonces, un pensamiento regresó a su cabeza.
Peck, pareces tener mucha curiosidad sobre los Hell.
La voz de Sen hizo eco en su cabeza.
Al mismo tiempo, un fenómeno ocurrió.
Peck pasó de estar en la biblioteca a estar dentro del orfanato.
Como si hubiera hecho un viaje a través del tiempo y espacio, apareció en su antiguo hogar. Todos los niños que conoció estaban allí. Era completamente pacífico. La luz que entraba por las ventanas iluminaba perfectamente el lugar.
Todos sonreían.
Incluso la anciana que antes dirigía el orfanato estaba allí; y era feliz.
En medio del salón estaba Peck, pero nadie lo veía.
Es complicado hablar de ellos. Cuando son bebés, podrían eliminar toda una ciudad al llorar.
Sen continuó su explicación en los pensamientos de Peck.
La visión de Peck se nubló y de un momento a otro se hizo de noche. En la habitación no había personas felices.
Todos los habitantes del orfanato estaban sin vida. La sangre estaba por todos lados, hasta en las paredes.
Peck empalideció ante tan impactante escena. Llevó una mano a su boca porque tuvo el presentimiento de que pronto iba a vomitar. Eso provocó que bajara la mirada, lo que también hizo que encontrara el libro debajo suyo.
—¿Es obra del libro?
La temblorosa mano de Peck se aproximó cautelosamente.
—¿Terminará si lo abro?
Eso hizo.
Peck, Hell’s Gate es un don que perjudica mucho a su usuario.
Abrió el libro por la mitad. Una página en completo blanco reflejaba el rostro de Peck.
Te dije que son odiados sin razón.
Peck se vio a sí mismo, con una diferencia.
Su ojo izquierdo estaba sangrando.
Ellos podrían sentirse abrumados por su propio poder, a veces es más de lo que pueden manejar.
La pupila del ojo herido cambió, era de color rojo.
Cuando eso pasa, ellos…
Más sangre cayó del ojo y entonces apareció un símbolo.
Ellos no saben qué es real y qué no lo es.
Un tridente sobre una circunferencia fue lo que se mostró.
Están condenados.
El reflejo de Peck en el libro se movió.
—Te dije que yo me encargaría de todo.
***
Peck regresó a la realidad. Estaba en la biblioteca. Todo estaba perfectamente ordenado, pero el libro seguía allí.
Siendo incapaz de ponerse en pie, Peck intentó avanzar hasta la puerta. Usó sus rodillas para arrastrarse. Su cuerpo se sentía pesado, sus brazos pronto dejarían de responderle y colapsaría.
Aunque él movía su boca, no le salían palabras. Ni siquiera podía emitir un ruido, si pudiera hacerlo entonces sería difícil no escuchar sus desesperados gritos de auxilio.
Con su vista volviéndose más y más borrosa, la consciencia de Peck se desvanecía.
La puerta se abrió y Sen entró finalmente, pero cuando fue a ayudarlo él ya había perdido el conocimiento.
***
Antes de despertar, Peck escuchó a un ‘niño’ llorar.
Cuando despertó, entre los brazos de Sen dicho ‘niño’ seguía llorando.
Sen sujetó fuertemente a Peck para consolarlo mientras él lloraba.
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¡El próximo capítulo sale el Jueves!
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