El profesor Shin suspiró mirando como se alejaba Luly. En la puerta estaba esperando Remil, que al ver al maestro puso un gesto sospechoso. Aquel gesto fue ignorado por el profesor.
Luly caminaba con Remil por el pasillo rumbo a la biblioteca. Había tarea y sólo tenía dos horas, antes de que empiece una nueva clase. Remil viendo la mala cara de su nuevo "amigo" le preguntó por ello.
— ¿Qué tienes? -dijo Remil- parece que chupaste wasabi.
— ¿Qué? -respondió Luly ignorando de lo que hablaba Remil.
El clima estaba frío y Luly caminaba con una casaca delgada y una chalina gruesa para compensar. Remil le dejó su abrigo y le juró que tenía otro en clases. Luly apenado continuó con la conversación.
— Es el maestro nuevo -respondió Luly- no me conoce bien y me habla de esa manera tan agresiva que yo...
— ¿Qué te dijo? -volvió a preguntar Remil.
— Que si me esfuerzo a medias es mejor no hacer nada.
— ¿Y que más?
— ¡Comó que, que más!
Luly ya estaba enojadísimo pero lo peor es que su amigo no le entendía. Remil revoloteó su cabello blanco y luego le dio la razón al maestro. Entonces, aunque Luly continuaba molesto, prefirió dejarlo pasar y pensarlo más tarde. Se despidió de Remil y entró a la biblioteca para hacer la tarea. La biblioteca proporcionaba libros, computadoras, internet, dispositivos de almacenamiento, hasta proyector si fuera necesario. Una buena universidad debe contar con todo lo necesario, para que un alumno desarrolle todo su potencial. Estas facilidades eran bien utilizadas por Luly y algunos compañeros que se les hacía pesado cargar sus propias laptop a la universidad. En realidad la mayoría hacía los trabajos en casa y usaban la biblioteca para pasar el rato discutiendo tareas grupales.
Luly asistió a su otra clase donde el profesor, proyectó una película en blanco y negro. Estaba bastante aburrida, el tema era una pareja de amantes durante la segunda guerra. Entonces el pequeño gato blanco pensó en lo que le dijo el profesor Shin. A pesar que odiaba ser juzgado de esa manera, también le sorprendió que Remil apoyara la idea. Remil que era un ejemplo de mal estudiante, podía ser sensato algunas veces.
Al finalizar la película, Luly cayó en cuenta que el profesor tenía razón. ¿En que clase de maestro se convertiría si sólo hacía lo necesario para cumplir? Con ese pésimo ejemplo, no podía hablarle a sus futuros alumnos. Los niños de los pueblos lejanos no obtienen la educación de calidad, a menos que sus padres los envíen a la capital. Los niños de los orfanatos aún peor, ellos reciben la educación de sus "hermanos mayores" y sólo los mejores son puestos en escuelas públicas. Luly no podía quedarse de brazos cruzados, era pobre pero su voluntad tenía que ser grande. Hasta sintió vergüenza de como estaba viviendo su vida universitaria, hasta el momento.
Y así continuó Luly, reflexionando sobre todo. De camino a la salida pasó por el salón de maestros y se detuvo. ¿Acaso mis hijos se merecen esta clase de padre? Entonces tocó la puerta y le recibió un maestro. Luly pidió hablar con el nuevo profesor Shin. Al cabo de unos minutos le hicieron pasar. El ambiente de los profesores se siente con esa vibra de rectitud y enseñanza.
— Por aquí -dijo el profesor Shin- pasa y toma asiento.
El espacio era grande ya que compartía la oficina con otro profesor.
— A que debo tu visita -continuó Shin- supongo que es sobre el trabajo que di hoy.
— No profesor -respondió Luly.
— Bueno, entonces...
— Me quiero disculpar con usted. Tomé a mal sus palabras en la mañana. Gracias por lo dicho, me esforzaré el doble y haré que vea mi nombre al comienzo de la lista.
Las orejas las tenía rojas de la pena. Por su frente corría una gota de sudor. El profesor podía notar que su alumno estaba saliendo de su burbuja y eso le hizo feliz. Pero estaba preocupado por la economía del muchacho. No podría sacar provecho si ocupa su poco tiempo en la biblioteca. Por supuesto que debía trabajar para sostenerse pero esto le ocupaba tiempo. Pensó en como ayudarle. Así que le propuso algo.
— No me tomes a mal pero pregunté por tu situación a otros maestros.
Luly cambió su rostro, mostró un poco de indignación. Shin lo notaba y antes que su alumno proteste continuó.
— Es mi deber preocuparme por mis estudiantes, no estoy haciendo esto por pura curiosidad.
— Perdón -respondió Luly.
— Te quiero proponer un trabajo.
— Pero... pero yo ya tengo un trabajo.
— Es un trabajo bastante sencillo y te sobrará tiempo para que puedas estudiar, además te daré una laptop con a que puedes hacer las tareas si deseas.
Una laptop le simplificaría mucho la vida. Podría llegar a casa y continuar avanzando sus tareas, además de tener la información de las clases más cerca. Luly dudó un poco porque no quería perder el trabajo que ya tenía por uno incierto, pero aún así aceptó. El profesor le explicó que quería ayuda con su material de clase y unos informes universitarios. Entonces le explicó que le pagaría en una cuenta, para lo cual debía sacar una tarjeta. También le dijo que sería asignado como delegado asistente de su clase. Luly se sintió valorado y apenado. No sabía si sería capaz.
— ¿Por qué yo? -preguntó Luly
— Porque a tus compañeros sólo les interesa la conexión con un sin cola.
Luly no dijo más y sólo le agradeció la oportunidad.
Las habitantes de la ciudad tienen colas y orejas de gato. Evolucionaron con algunas características de los felinos para poder poblar las ciudades. Luly es un joven que comenzó sus estudios universitarios y quiere tener una vida pacifica sin formar vínculos.
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