—¿Tres días?
—Dormiste por tres días, sí. Es difícil de procesar, tómalo con calma.
Tomó cinco minutos que Peck asimilara lo que escuchó. Después de su colapso en la biblioteca, y posterior despertar, descubrió el tiempo que permaneció inconsciente.
Actualmente era de día, temprano por la mañana. Cuando vio por la ventana descubrió un cielo nublado. Quedó inmerso en esa vista procesando los acontecimientos.
Sen le dijo que, a pesar de todo, su cuerpo no sufrió consecuencias severas por eso y permanecía sano. Aunque tal hecho fuera digno de sospecha, Peck estaba demasiado desconcertado para opinar al respecto.
Otros cinco minutos después, finalmente pudo hablar.
—No recuerdo bien. Vi el libro, es lo único que sé. Después todo dio vueltas…
—¿Viste el libro? ¿El que te dije que no vieras?
La sorpresa con la que Sen preguntó asustó a Peck. Sabía que hizo mal por romper su promesa, pero no fue eso lo que perturbó a Sen.
Yo había escondido ese libro…
No quiso decir eso ante Peck para no preocuparlo más. Guardó esa inquietud para sí misma. En todos los días que fue a verificar el estado del libro seguía estando donde ella lo escondió.
—Lo siento, no sé qué sucedió…
Al no saber lo que Sen pensaba, la culpa de Peck creció. Sus manos temblorosas se aferraron a las sábanas que lo mantenían abrigado.
—No es tu culpa. Ese libro tiene sus misterios. Yo debí prevenirte mejor.
Mintió sobre eso, pero fue lo mejor. Sen trató de sonar compasiva ante un muy asustado Peck.
—Lamento haberte causado problemas también…
Peck ni siquiera podía levantar la mirada para verla. Cuando despertó estaba usando un pijama, sus ropas casuales estaban limpias y ordenadas a los pies de la cama. Supo que su amiga lo cuidó durante todo ese tiempo, a pesar de haber dicho que no se sentía bien. Él había pensado que Sen enfermó.
—¿Problemas? Jaja, para nada. Si yo estuviera en aprietos tú me ayudarías sin dudarlo, ¿verdad?
—Me gustaría, pero no sé si podría serte de ayuda. Hay mucha diferencia entre nuestras habilidades.
—¿Por qué lo resumes a eso? —interrumpió Sen.
Peck por fin levantó la mirada, confundido.
—Tú me has ayudado bastante. No necesitas tener alguna super habilidad para ayudar a los demás.
—¿Entonces cómo?
—Estos dos meses he disfrutado mucho de conversar contigo, de enseñarte y de presenciar tus ocurrencias, la forma en que hemos jugado. Todo es muy importante para mí. Estaba bastante sola, por si no lo has notado nadie ha venido en todo este tiempo a la mansión. Cuando lo hacían era para pedir favores y aprovecharse de mi posición. Tener compañía genuina, desde que mi maestro murió, parecía imposible hasta que te conocí.
—¿Qué hay de la otra persona que vive aquí?
La expresión amigable de Sen cambió por una de completo desdén.
—Ese gusano puede desaparecer si quiere.
Peck tragó saliva por lo intimidado que se sintió. Sen recobró su semblante cálido inmediatamente.
—Y como decía, con todo el tiempo que hemos compartido juntos, sería imposible no desarrollar aprecio por el otro, ¿verdad? ¿Tú me aprecias?
—Sí, lo hago. —Peck no dudó en responder—. Has sido muy buena conmigo, no sé cómo empezar a devolverte eso. Cuando mi fuerza sea más grande…
—Oye, acabo de decir que no es el poder lo que me interesa. Tu forma tan sincera y simple de ver las cosas, la gratitud genuina que demuestras hacia mí, es mejor. Que yo ofrezca enseñar magia es tentador, lo sé, pero tú no aceptaste por eso. Lo hiciste porque simpatizaste conmigo, estoy segura de eso
En ese momento, Peck pensó:
Siempre me siento mejor después de decirle lo que me pasa.
Y luego, el ambiente en la habitación se iluminó. No fue por causa del sol, fue la perspectiva de Peck viendo a Sen.
El tiempo compartido con ella había sido el más pacífico de su vida, de lo que podía recordar. No temía por fallar o equivocarse, si cometía errores ella lo corregía pacíficamente. Si tenía un mal hábito, se lo hacía saber amablemente.
Aunque pudiera tener problemas para avanzar, Sen siempre lo alentaba a intentar nuevamente y le hacía creer que él podía lograrlo todo.
Si las cosas se ponían difíciles, allí estaría ella para darle consuelo.
En algún momento comenzó a creer que todo estaría bien si pudieran hablarlo, porque después se esforzarían en conjunto por avanzar.
A ojos de Peck, Sen es una persona resplandeciente.
—Ya veo… muchas gracias, Sen.
Peck finalmente sonríe con tranquilidad, y lo mismo hizo ella.
—Para eso están los amigos, ¿verdad?
—Oh, hablando de eso…
—¿Qué sucede?
—Me he estado preguntando, ¿cómo era tu maestro?
—¿Mi maestro? Pues, es una larga historia. Él…
El mundo destelló en negro frente a Peck.
Así como pasó antes, todo cambió a su alrededor. Esta vez fue real. Se desvaneció y al recuperar la consciencia ya no estaba en la cama, estaba de pie frente a la ventana. Sen había desaparecido.
Cuando Peck vio por la ventana un monstruo estaba atacando Batoru.
Una criatura diez veces más grande que cualquier casa que hubiera a la vista, tenía un cuerpo humanoide de piel completamente blanca, sin rostro o facciones reconocibles. Cuatro largos brazos salían de su espalda, en sus manos había bocas.
El monstruo aplastaba las casas con facilidad. Los magos presentes lo atacaban con fuego, pero las bocas lo devoraban.
—¿Sen?
Peck miró a todos lados en busca de su amiga. Cuando no la vio, decidió ponerse rápidamente las ropas que dejaron para él e irse en busca de ella. Todavía tenía miedo de ir donde estaban las personas, pero si Sen estaba en peligro necesitaba ayudarla.
Él tenía el presentimiento de que la encontraría donde el monstruo estaba.
***
La distribución de Batoru forma un pentágono, con la mansión de Sen estado a la cabeza. Estaba planeado construir casas alrededor de la mansión, se llamaría a ese lugar sector ‘H’. Por otro lado, estaban el sector ‘A’, ‘E’ y ‘N’. Ninguno tenía relación a los puntos cardinales, el anterior líder de Batoru lo escogió sin explicación.
En el centro de todo, conectando cada sector, había una gran plataforma donde se realizaba la batalla anual para determinar al líder de Batoru. El monstruo apareció allí. Con su sola fuerza bruta destrozó un cuarto de Batoru en un minuto.
Aunque había magos oponiendo resistencia, sus hechizos ofensivos eran consumidos por las bocas del monstruo. Todo hechizo se convertía en energía que lo fortalecía.
El monstruo no emitía ruido alguno. Las bocas solamente se abrían para absorber magia. Tampoco se esforzaba en atacar, simplemente caminaba. Batoru se contaminó con los gritos desesperados de sus habitantes, por las casas colapsando, las calles quebrantándose y los ataques que eran lanzados. En los daños colaterales un incendio comenzó a propagarse.
Muchas personas encontraron su final siendo aplastadas. Rastros de sangran podían encontrarse en casi todo Batoru.
De algún modo, los habitantes se las ingeniaron para contener al monstruo con Magia de Tierra: erigían grandes muros para mantenerlo a raya. Una estrategia que duró diez minutos. Pronto se quedarían sin maná para usar.
—Solo quedas tú.
Cuando el último de los muros cayó, una persona de cabello blanco apareció detrás del monstruo a la altura de su cabeza. Una persona que estaba volando y vestía con un suéter amarillo, pantalones oscuros y botas color marrón.
—Me tomará mucho limpiar esto.
La persona chasqueó sus dedos generando partículas celestes y una onda expansiva. Un domo translúcido color celeste apareció, todo lo que estuviera dentro del domo desapareció a ojos de los que veían desde afuera.
El Sub-Mundo de Sen, y ella misma, aparecieron para detener todo el destrozo.
Siendo ella la fuente que mantenía viva el Sub-Mundo, el monstruo giró hacia ella por instinto. Por más que esas bocas intentaban desvanecer el hechizo al absorber su magia, Sen no tardaba en restaurar lo perdido.
Sen cruzó los dedos de una mano y desde las paredes del domo brotaron cadenas que ataron e inmovilizaron cada una de las extremidades del monstruo, e impidieron que volviera a abrir las bocas.
Ella suspiró. Al momento en que manifestó el hechizo trasladó fuera a todos los civiles para que estuvieran a salvo. Tomó todo en cuenta.
—Desaparece.
Sen extendió su mano libre hacia el monstruo, estiró el dedo índice, frente a su dedo apareció una pantalla redonda de la mitad de su tamaño. En la pantalla estaba dibujado el símbolo de una triqueta. Cuando Sen apoyó un dedo en la pantalla se manifestaron rayos alrededor del símbolo. La luz se expandió por todo el dominio de su hechizo. Los cabellos de Sen se movían como si el viento los acariciara. Por un instante, el rojo en sus ojos destelló intensamente.
Todos los rayos en la pantalla se reunieron en el centro creando una esfera que crecía gradualmente.
Para defenderse, una boca más apareció en el estómago de la criatura: era gigante y podría engullir la mansión de un bocado si quisiera.
Entonces Sen, a través de la pantalla, disparó un poderoso rayo azulado que era el doble de grande que el monstruo. Es por eso que un segundo después de haberlo atacado, lo único que quedó del monstruo fueron sus piernas. El ataque se concentró principalmente en la parte superior de su cuerpo.
La energía de su hechizo se dispersó por las paredes del domo en cuanto terminó de atacar. Las cadenas se deshicieron fragmento a fragmento y los restos de la bestia se hicieron polvo.
Sen deshizo el Sub-Mundo. Dejó ir un suspiro de alivio.
—Eso necesitó mucho maná, lo suficiente para no darte tiempo de devorarlo… Debo volver con Peck.
Eso fue lo que quería, pero vio hacia abajo: contempló la destrucción y las pérdidas. Debería ir y hablar con las personas asustadas que esperaban algo de esperanza de ella, pero sabía que no podía hacer tal cosa.
Ella sabía que solo existía un modo de acabar con eso.
***
¿Cómo llegué aquí tan rápido?
Peck, una vez más, perdió la consciencia y apareció de pie en un sector devastado de Batoru. Cerca de él había una niña con su pierna herida que gritaba y lloraba. Ese sonido era irritante para Peck, le hacía entrar en pánico, pero quería ayudarla.
—¿Qué sucede?
No sé cómo sanarla con magia…
Intentó acercarse, pero la niña tomó una piedra cercana y se la arrojó a Peck. Él la esquivó, pero lo conmocionó lo que pasó.
Entonces Peck escuchó murmullos cerca de él. Volteó y encontró a una multitud desconcertada.
—Es él, ¿verdad? —dijo una de las personas.
¿Hablan de mí? pensaba Peck.
—No hay duda, lo es.
—Es ‘el creador oscuro’, ¡estoy seguro!
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¡El siguiente capítulo llega el Lunes!
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