El día empezaba bien, el clima estaba en su punto, los pajaritos salían a soltar las alas y los universitarios a toda prisa por llegar a tiempo. Ya hechas todas las coordinaciones, Luly empezó a trabajar con el profesor. Esa misma mañana, el ignorado del grupo, se presentó frente a toda la clase. Con el apoyo del profesor, Luly les pidió a los muchachos que cualquier coordinación la podían hacer por medio de él. Esto no era necesario porque el profesor Shin dejaba todo claro para no tener problemas luego. Los murmullos se hicieron llegar y las miradas con odio también.
La más osada, levantó la mano. Ella era Mina Quink, una estudiante modelo, con padres doctores y dueños de algunos hospitales. El profesor le dio la palabra para escucharle. Entonces la joven muy segura de si, levantó la voz en nombre de sus compañeros.
— Y dígame profesor ¿Desde cuando le debemos dar cuentas de nuestro trabajo a un cualquiera? -argumentó Mina- usted puede creer que estoy siendo insolente pero todos saben que ese muchachito no brilla en ninguna materia.
En esto Mina tenía la razón. Si tuviéramos que enlistar a todos los alumnos de mejor a menos aplicado, Luly estaría entre los 10 peores. Sus escasas ambiciones lo habían hecho ver como el flojo del aula. Nadie le tenía fe, ni los maestros. Un chico tan inteligente y aplicado como él, sólo era visto como un don nadie. Y esta mala fama, se la había ganado él mismo por no poner todo de él en su carrera.
Muchos alumnos asintieron ante la protesta de Mina.
— Muy bien -respondió el profesor- entonces estás cuestionando mi decisión en base al historial de tu compañero.
— Profesor... -susurró apenado Luly.
Antes de responder, el profesor camino un poco y con una sonrisa, contestó.
— Jamás un estudiante había sido tan grosero. Veo que no les han enseñado a respetar a sus maestros. Bien. Les digo que Luly simplemente recogerá las tareas y pasará las diapositivas.
Se hizo un silencio incómodo. Todos miraron a Mina dejándola sola. Nadie era tan osado como ella. Parecía que la joven estallaría en llanto en cualquier momento.
— No me importa si no les agrada mis decisiones, ustedes vienen a estudiar y yo a enseñar. Señorita Mina quiero que se quede después de clases.
Luego del pequeño cruce de palabras durante el inicio de clases, nadie más opinó sobre el tema. Eso no quiere decir que no pasó nada y todo siguió igual. La envidia y los celos son sentimientos que cualquiera puede tenerlos, desde un hermano a otro, desde un amante a su pareja y etc. No sólo las miradas, también los oops lo siento no te vi, se hicieron recurrentes.
El tiempo corría y las semanas pasaron. Luly no llegó a renunciar a su trabajo en la tienda. El dinero que le pagaba el profesor le ayudaba mucho, pero aún tenía otros gastos. Uno de sus planes era mudarse de habitación o mandar a arreglar el aire acondicionado. Además el trabajo para el profesor era algo temporal. Durante las vacaciones ya no sería necesario. Entonces debía guardar pan para mayo.
Las jóvenes de clase alta, se morían por ser algo del profesor Shin. Era tan guapo, de buena familia y sin orejas. Se conformaban hasta con ser la chica del pizarrón, cosa que no podían ser porque usaban una pantalla que proyectaba. En medio de estas disputas resaltaba el nombre de Luly, el albino flaco sin mérito alguno. El acoso hacía él comenzaba a ser más notorio.
El joven albino se fue volviendo fuerte, no le tomaba importancia a las miradas con desdén del resto. En un mes y medio, su habilidad para estudiar subió como la espuma. Además fue reconocido por algunos profesores, le felicitaron y le animaron a que continuara por ese buen camino. Todo esto originó más fricción en la relación con sus compañeros. Y sin saber que algo se estaba orquestando en su contra, decidió aceptar la extraña invitación a almorzar, de supuestamente el profesor Shin.
A todo esto, Remil apenas apareció en su día a día. Pero aquel día sí se vieron y no tuvieron la mejor charla. Apenas eran las 12 de la tarde, perfecto para comer algo en el cafetín de la universidad.
Remil caminaba hacía Luly y antes que lo vuelva a perder, le tomó de la mano.
— Hey -dijo Remil- ¿Por qué ha sido tan difícil toparme contigo durante estos días?
— Hola Remil -respondió sorprendido Luly.
— ¿Y bien?
— Estoy ayudando al profesor Shin con algunos trabajos y no tengo tiempo, lo siento.
— Al menos almuerza conmigo.
— No puedo, el profesor me está esperando.
Si la furia tuviera una forma y color, sería una gran llama de fuego al rededor de Remil. No sólo estaba molesto si no que de algún modo los celos nacieron ese día.
— Maldita sea -grito Remil- es un profesor, no tienes que comer con él.
— Perdóname pero debo ir -respondió un apenado Luly.
— ¡Si te vas, no te volveré a hablar!
Con la mirada apenada, Luly se despidió y dejó plantado a Remil.
Supuestamente la nota que le dejaron, a Luly en su casillero, decía que el profesor Shin tendría su última clase en las aulas de formación empresarial. Así que debía esperarle justamente en el último piso de ese pabellón. Él no sabía que esas aulas estaban abandonadas por la nueva reestructuración. Se apresuró a subir las escaleras, pero se percató que el ambiente estaba algo sucio. La cantidad de polvo en los suelos y las gradas era extraño, sólo los pasos de Luly eran marcados, junto a un par más.
Las habitantes de la ciudad tienen colas y orejas de gato. Evolucionaron con algunas características de los felinos para poder poblar las ciudades. Luly es un joven que comenzó sus estudios universitarios y quiere tener una vida pacifica sin formar vínculos.
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