El lunes llego a la bodega a mi hora asignada. Es un día frio, con el cielo gris, pero me parece muy bello. Entrando, el señor Lau extiende sus brazos, como si me fuese a dar un abrazo, pero se detiene abruptamente y solo me da unas palmadas en mi hombro. Quizá aun no esté listo para eso. Ni yo.
Mel llega una hora más tarde, escucho el campaneo cuando cruza y el señor Lau la saluda, después aparece detrás de mí con su delantal puesto cuando estoy acomodando las esponjas en su canastilla. Es otro lunes, común y corriente, a pesar de que cuatro días antes casi moríamos. Me mira y sonríe. —Pensé que no volverías— dice.
—¿Por qué no lo haría?— le respondo, y ella se agacha para ayudarme a acomodar la mercancía. El resto del día continua normal. Estoy alegre, los demás parecen estarlo. Vendemos poco, como es habitual en los lunes. Antes de acabar nuestros turnos, el señor Lau nos da unas bebidas de cortesía. Mientras Mel y yo nos alejamos, el cartel de neón rojo con las letras DONGXI se apaga. Los dos permanecemos parados afuera, a la expectativa. —¿A dónde deberíamos ir?— pregunto.
…
Hemos venido a un restaurante de sushi. Mel me comento antes que no es tan caro, y la comida es buena. Nunca he comido sushi antes, he sido algo aprehensivo tras escuchar que se trata de pescado crudo. Le daré una oportunidad solo porque Mel se veía emocionada por venir.
Abriendo las puertas de cristal, tengo la sensación de que he vuelto al lugar donde trabajamos, pero puedo distinguir que los caracteres en la pared son distintos a los que adornan DONGXI. El lugar no está completamente lleno, pero decidimos sentarnos en una esquina de cualquier manera, donde esta una pequeña mesa de madera con solo dos sillas. En las otras mesas veo parejas, tomándose de la mano, sacando fotos de la comida, conversando con vasos vacíos llenando el espacio entre ambos. Regresando mi mirada a mi mesa, observo a Melpómene. Ha pasado mucho tiempo desde que he sido amigo de una chica. Mucho tiempo desde que he tenido otro amigo más que… bueno, ha pasado un tiempo desde que salí a cenar con alguien también.
Un mesero toma nuestra orden, Mel sabe que pedir, yo solo pido lo primero que veo en el menú. Me siento de buen humor, así que pido una cerveza. —Se ve como si te gustara mucho la cerveza, pero solo tienes dieciocho— comenta Melpómene mientras le doy un trago. La sensación amarga en mi garganta me trae otro recuerdo. Un momento intimo entre dos amigos, compartiendo una bebida. Es extraño sentirse tan cómodo y aun en duelo.
—…Eh… Si, ¿Cómo supiste eso?
—Estas en las noticias señor Horacio ¿Cuánto llevas bebiendo?
—Cierto, eh… Poco tiempo… ¿Cómo es que tú no saliste?
—Mi madre dijo que si escucho algo de mí… pero me listaron como una “afectada” ¿puedes creerlo?
—…Si supieran…
—Fue una cosa muy extraña…
Su cabello está atado en una coleta, y a pesar de que se ve igual que en el trabajo, menos el mandil, algo acerca de ella me llama la atención. Quizá sea la cercanía, quizá el impacto de todo lo que ha sucedido en tan poco tiempo. Es nuestro descanso, podría decirse, por lo que no tengo deseos de conversar más sobre lo que sucedió. Doy otro trago a la cerveza, que la verdad extrañaba un poco, y opto por finalmente preguntarle algo a Melpómene sobre ella.
—Eso me recuerda… ¿Cuántos años tienes tu?
—No lo sabes, ¿verdad?
—Bueno, hasta el jueves pasado lo único que sabía de ti era tu nombre… y que el señor Lau no era tu papa.
La mesera llega con la bebida de Melpómene, una limonada de color azul. Me abstengo de preguntar qué es eso. El tiempo vuela mientras esperamos la comida. Platicando con ella, me doy cuenta de que somos de mundos diferentes.
Melpómene Li es su nombre completo, y nació en otra ciudad, a varias horas de Azul. Dice que en ese lugar había playas, y que su recuerdo más viejo es de las olas pegando con la costa. Su familia es japonesa, dice que uno de sus padres vivió allá. Es dos años mayor que yo. Tiene un hermano más pequeño, y vive relativamente alejada de la tienda. Ha trabajado ahí por mucho tiempo.
Le cuento sobre mi mama y Blue, bueno, todo lo que sea posible contarle. Nunca conocí a fondo a mi papa, siempre trabajaba y se fue antes de que terminara la primaria, así que no me lastima, y no tengo problema con contárselo. A Mel le gusta escuchar rock, estudio la preparatoria en un internado, y cursa la carrera de diseño gráfico. Yo escucho lo que suena en la radio, y deje la preparatoria junto con mi amigo en lo que bien pudo haber sido un estúpido impulso. Aunque soy bueno leyendo y escribiendo desde que tengo memoria. Me gustaría escribir un libro, le digo, pero aún no sé de qué. Cuando digo eso, le doy un trago a la cerveza y Mel me observa con cautela. Sus ojos voltean hacia la mesa. —¿Sam?
—¿Qué sucede?— Mel me mira, repentinamente seria y aprieta sus labios. —¿Puedo preguntarte algo?
Melpómene me pregunta sobre el incidente con Rodrigo, dice que lo escucho de uno de los policías en la estación, y luego de su padre. Parece que en un principio pensaron que yo había atacado a Hernández y luego a Mel. Podría sorprenderme más por la pregunta, pero he pensado que tarde o temprano tendría que hablar de ello. La verdad es que nunca he hablado de ello, no es como si haya pasado mucho tiempo desde ese día.
Me ha contado de sus poderes, y hemos comenzado a hablar de nosotros. Confió en ella. La comida llega, y platico a grandes rasgos lo que sucedió. Sobre la estúpida idea que tuvimos, y en lo que desencadeno. También platico un poco sobre Rodrigo. El hermano que fue para mí, los recuerdos de la escuela, como nos veíamos prácticamente cada día. Mel esta sorprendida, pero no dice nada al respecto. En su lugar, me pregunta sobre si mis heridas han sanado. —A veces duelen, pero es extraño… como una punzada, como si me hubiera quedado un efecto secundario.
La conversación se estanca. A veces pienso en muchas cosas que me gustaría decir, así que se las digo a Melpómene. De cómo me arrepiento de lo que sucedió, de cómo desee por mucho tiempo visitar la casa de Rodrigo de nuevo, de cómo Dongxi fue otra casa para mí por un tiempo. Incluso le cuento que me siento mal por Hernández, pero ella me tranquiliza. —Hiciste lo que pudiste, lo vi todo.
—Ese mundo al que fuimos…— Mel no sabe que responderme. Si ella creo ese mundo o simplemente nos llevó a él. —No lo sé, he pensado que… fue una manifestación de todos mis poderes…
Acabando la comida, pagamos, salimos del lugar y comenzamos a caminar. Finalmente se manifiesta el tiempo que viví abstemio: a una cuadra del restaurante, mis pasos se vuelven inseguros, débiles. Me rio sin explicación y Mel capta de que se trata. Tomándome del brazo, ella se burla de lo poco que he aguantado. Respondo que ha pasado un tiempo.
—Dices que vives cerca de Dongxi ¿no?— pregunta Mel, su plan es acompañarme a mi casa y luego tomar un taxi desde ahí. Cuando le comento que no pasan taxis por mi casa, me muestra una aplicación en su celular con la que los puede ordenar. Realmente venimos en mundos diferentes. Caminando despacio, me doy cuenta de que no quiero que esta noche termine.
—Dijiste que tus poderes cambian dependiendo del día…
—…Si, es el factor principal
—¿Cuál es tu poder el día de hoy?
—…Mmm… Leo mentes…
—¿Qué? …Eh… ¿Leíste mi mente?
—Quise… pero no quise… ¿me entiendes?
—Creo que no
—Lo intente… pero en realidad no quería hacerlo, no lo sentía ¿sabes cómo? No pude, una parte de mí no quiso irrumpir con tu privacidad…
—Oh… entonces no has leído mi mente
—¿Cómo? Si lo he hecho, solo que ahora te conozco mejor y ya no pude
—¡Oh! ¿Y qué escuchaste?
—…Ah…— Mel comienza a reírse —Había una chica linda en la tienda y pensé que le habías visto el trasero, pero en realidad viste su llavero de Godzilla y estabas pensando en la película.
—…Eso es muy tonto.
Los dos nos reímos por un rato. Seguimos caminando y mi casa se asoma en la distancia, Melpómene saca su celular y pide su taxi. Esperándolo, decido decirle en lo que he estado pensado.
—Aún tenemos que descubrir como liberarte de tu maldición— le digo a Mel, ella me observa y luego mira al suelo. Volteando a la calle, su expresión se torna seria. —¿Cómo lo lograremos?— pregunta. La verdad no tengo una respuesta, y se lo digo, pero se cómo comenzar. Mel me mira con expectativa, sus ojos se ven más grandes. —Yo creo que deberías comenzar por dominarlos— mi respuesta toma por sorpresa a Mel. —Quiero ayudarte a controlarlo.
—¿y como hare eso?
—Practicando… bueno, es… lo que… yo… opino.
El taxi de Mel llega. No es de color amarillo, se ve como un automóvil normal. Ella me asegura que es el auto que esperaba. Antes de irse, Mel se acerca. No sé si lo que dije estuvo bien, pero no me dijo nada más. Nos damos un breve abrazo y me despido de ella. Mel me da un beso en la mejilla. —Gracias— dice, y sube al taxi. El automóvil se aleja. Yo permanezco donde mismo, pensando sobre lo que dije. Se que, si pudiera dominar sus poderes, estos dejarían de ser una maldición para ella. Pero no estoy tan seguro si yo soy el adecuado para ayudarla. ¿Existirá más gente así?
—¿Tuvieron una cita?— pregunta Blue mientras se asoma desde la puerta principal. Su aparición me saca un susto. —Somos amigos— le respondo, y ella solo se ríe mientras regresa a su cuarto. Tomo un segundo más antes de que entrar a la casa, el automóvil con Mel da vuelta al final de la calle.
…
A partir del siguiente día, comenzamos una nueva rutina.
Melpómene solo trabaja los lunes, martes, jueves y viernes. Saliendo del trabajo, caminamos hacia un terreno baldío que encontramos, unas cuantas cuadras atrás de Dongxi para practicar sus poderes.
Los lunes lee las mentes de los transeúntes, los martes prueba su Regeneración: Cuando alguien pasa cerca de ella, una sensación de bienestar los inunda, dice que cuando toca a las personas es capaz de sanarlas hasta cierto grado. Los miércoles dice que puede hacer las cosas más ligeras o pesadas, pero aún no he podido ver esa habilidad en acción. El jueves pasado me demostró su telekinesis. Los viernes se Desfasa, es decir, atraviesa paredes e incluso puede volver algunas cosas invisibles. Cada día que pasa, me asombro más con sus poderes. O maldiciones, como los hemos llamado. Sin embargo, ella afirma que no he visto los más “caricaturescos”, pues dice que los sábados amanece con superfuerza, y los domingos es capaz de volar.
El entrenamiento dura apenas unas horas. Mel aun no domina del todos sus habilidades, por lo que le producen fatiga. Una semana después, mientras Melpómene levanta una gigantesca piedra con su telekinesis, se me ocurre algo y me acerco a ella. —¡Tengo un nombre!— le digo emocionado. —Si… tu nombre es Sam.
—¡No! ¡De eso no hablo! Hablo de tus p-… maldiciones— Melpómene levanta una ceja. —Es… ¡La Semana Fantasma! ¿A poco no suena genial?— Melpómene se ríe de ello por días, pero eventualmente, el nombre se queda, y Mel oficialmente adopta el nombre de La Semana Fantasma para su maldición.
Continuamos probando sus habilidades, y Melpómene se vuelve mejor usándolas. De un momento para otro, ella no teme más el usarlas durante todo el día. La escucho reírse más, y platicamos mucho. Es ahora muy extraño pensar en cómo eran las cosas cuando apenas nos conocimos.
—Oye Mel ¿Crees que haya otros como tú?— le pregunto un día, mientras practica el desfase. Ha pasado casi un mes desde el incidente en el parque. Inmediatamente, Mel se detiene y camina hacia mí. —A decir verdad… Si, y tengo una buena idea de cómo encontrarlos.
—¿¡Que!? ¿Enserio? ¿Quién?
—No lo sé, te digo que solo se cómo encontrarlos
—…Oh, entonces… ¿Cómo?... ¡Pero! ¡Espera! ¿Sera peligroso?
—Es lo que siempre he pensado… por eso no los buscaba… pero ahora, no estoy sola… Quizá no sea mala idea, tan solo investigar un poco…
Mel toma unos pasos hacia atrás y cierra sus ojos. Antes de que pueda decirle alguna otra cosa, veo que algo ha comenzado a suceder. Cuando desfasa, su cuerpo se ve envuelto por un aura blanca. Esa misma energía comienza a emanar de su cuerpo como humo. La energía disminuye, y en poco tiempo vuelve a su cuerpo. Mel abre sus ojos. —Es… curioso— dice y comienza a caminar fuera del terreno. —¿Es curioso? ¿Mel? ¡Mel! ¿¡Qué cosa es curiosa!?
Comienzo a correr detrás de Mel, ella no voltea. Cuando me acerco a ella, su cuerpo emana frio, y no responde a ninguna de mis preguntas.
Esta en un estado como… automático. Mel camina por cuadras y cuadras, y cruza calles sin voltear. En la oscuridad de la noche, las calles cercanas a Dongxi son solitarias. cerca de treinta minutos después finalmente se detiene. La pierna donde me dispararon me quema, he tenido que seguir a Mel todo este tiempo para ver que no se hiciera daño. Al detenerse, finalmente me mira. Sus ojos habían estado blancos todo este tiempo. Sus pupilas aparecen y me mira confundida, luego a los alrededores y luego sube sus manos para verlas. —¿Qué ha pasado?
—¡No lo sé! Dijiste que buscarías a otros y luego… caminaste hasta acá…
—¡Han llegado!— volteando hacia la derecha, nos percatamos de que Melpómene nos ha traído hasta las puertas de una escuela preparatoria. Una muy elegante, por cierto, con una enorme barda separándola de la calle. Delante de nosotros, un arco de ladrillo rojo se extiende sobre una reja de hierro, y detrás de ella, una chica nos observa. —Ustedes son… los héroes de las noticias ¿no?
Es mucho más pequeña que nosotros, con el cabello castaño, y el uniforme gris de la escuela aun puesto. Su voz es chillona. —¿Qué? ¿Les comió la lengua el gato? ¡Hablen!— su acento es como el de una chica presuntuosa. —Tu… eres la otra— dice Melpómene. La chica tiene una expresión muy confiada. —Si, duh— le responde —Has venido hasta mi por una razón ¿no?
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