Hay una enfermedad en esta ciudad. Un cáncer que se extiende por las calles y edificios, en las escuelas, en los hospitales, en las salas de las casas. En los foros de internet, por las redes sociales. Pudre los corazones de los seres humanos. Los corroe y convierte en demonios. Nadie lo sabe, es una muerte silenciosa, pero Kristen tiene una habilidad especial. Ella escucha los gritos de la ciudad.
El hombre bajo la luna desapareció con la lluvia, al niño que lloraba lo logramos salvar. Dos semanas después, Kristen llega a la tienda para contarnos: Ve a un hombre ahogado en oro. Esa misma semana, se descubre que un diseñador de vestidos para boda, Dorian Gold, era el macabro “Caníbal del Distrito Westside”. La policía recibe una llamada anónima. Cuando llegan a su apartamento, lo encuentran destruido. Dorian esta encadenado a una pared. Porta una armadura que el creó fundiendo un millón de joyería, confeccionada con oro, y un par de espadas. Resistió por casi una hora.
Pasa casi un mes en relativa paz, Melpómene continúa practicando. Luego Kristen aparece de nuevo. —Alguien camina por la calle de noche… luego lo golpea un rayo.
—¿Conoces el lugar donde sucede eso?— Kristen describe un paso bajo un puente de piedra. Melpómene reconoce el lugar como un parque no muy lejos de su casa. Cuando nos dirigimos ahí, casi una semana después. Nos espera un hombre con una katana, y una máscara con un relámpago, alguien corre de él y pasa de nosotros sin voltearnos a ver. —Los psicópatas de esta ciudad son muy… extraños— Melpómene se refiere a ellos con disgusto.
Siempre usamos las habilidades de Mel, yo me quedo atrás como refuerzo. Además, investigo los lugares, y consigo la ropa que utilizamos, entre otras cosas. Intento ser útil. Resulta una misión rápida. Una hora después, la policía ya tiene a Sean López, “El Destajador” arrestado. Cinco asesinatos, desde diez años atrás. Mel y yo observamos el arresto desde la distancia. Me pregunto porque esta gente enloquece. Mel comenta que quizá ya habían nacido malvados. —No lo sé, creo que todos pueden cambiar… yo lo hice.
Al siguiente día, aprovecho la habilidad del martes de Melpómene para recuperarme. El destajador logro partir mi mejilla en dos, pero bastan un par de minutos cerca de Mel para que el dolor se detenga y la herida pase a ser una simple cortada que podrías hacerte con papel. Termino de acomodar unas piezas de madera con letras doradas, y me dirijo a tomar control de la caja registradora cuando Mel se acerca y toca mi hombro con uno de sus delgados dedos. —¿Qué sucede?
—¿Por qué fénix?— la pregunta me toma por sorpresa. Me siento lentamente tras la caja registradora y la volteo a ver. —No lo sé, se me ocurrió de la nada… pero tiene sentido ¿no? Después de todo…— dejo que la frase se desvanezca. No sé cómo explicarlo sin sonar muy trágico. —¿Después de todo…?— pregunta Mel. —Regrese… de la muerte…— contesto lentamente para que Mel lo complete y me detenga, pero nunca lo hace. La respuesta la pone nerviosa, parece que se dio cuenta que no quería decirlo.
—Oh… bueno, si tiene sentido… como sea… no quiero ser Fantasma— responde y voltea en otra dirección, ella está barriendo la zona de la entrada. —¿Entonces?...
—Si mi poder es la Semana Fantasma… entonces, ¿Espectro?
—Suena genial, me gusta
—¿Y que será Kristen?
—¡Ah! ¡Eso le dije la última vez! ¡Le llame Nostradamus!
—Eso…
—…Lo sé, a ella tampoco le gusto… y dijo que su nombre seria “Magic”
—¿Magic? Eso no suena mejor
—Es lo que ella quiso.
Continuamos trabajando, el día termina. Al día siguiente, Melpómene va a clases, pero regresa el jueves, y el viernes. El fin de semana, salgo con mama y Blue a pasear, así que no veo a Mel hasta el lunes. Blue nos revela que ha estado ahorrando para “completar” su tratamiento. Dice que necesita una cirugía. No entiendo bien que sucede, pero me asegura que está bien. Pasa otra semana, luego otra. Invito a Mel a caminar un poco después del trabajo un día. no escucho de Kristen, aunque Mel me asegura que ellas están en contacto y que “Magic” está bien. Pasan más días en completa tranquilidad. Melpómene se ve feliz, y parece que se está acostumbrando a sus poderes finalmente. Yo me siento bastante bien, las cosas que han sucedido me han regresado un poco de confianza. Aunque ya no pueda cargar cosas muy pesadas, o correr por mucho tiempo, puedo ser útil de otras maneras.
Un día me aburro de mi viejo celular y finalmente compro otro. Blue lo agradece más que nadie, ya que ya no tomare el de ella. Ahora tengo seis contactos, incluyendo a Kristen. Cuando camino al trabajo un día, me dan un panfleto en la calle. A unas cuadras han abierto una preparatoria abierta ¿debería intentarlo? No perdería nada, hasta podría ir a la universidad… me pregunto que estaría haciendo si Rodrigo aun siguiera aquí.
…
Un tiempo después, las campanas de la puerta principal suenan. El señor Lau nos habla, ya sabe de qué va, y sabe que las pláticas no toman más que unos minutos. Como sea, la tienda está tranquila, solo tenemos a un grupo de colegialas viendo los estantes al final. Dejo lo que estoy haciendo y me encuentro con Kristen en la entrada, siempre tiene el uniforme gris de su preparatoria puesto, su maletín del instituto colgando de un brazo y el cabello atado en una coleta. —Buenas tardes— le respondo, y ella solo hace una mueca. Ya me ha dicho que saludarla de esa manera la hace sentir como una señora, pero lo sigo haciendo, como sea ¿de qué otra manera podría saludarla? Melpómene se nos une unos segundos después y saluda a Kristen con un beso en la mejilla. Eso se ve más de señoras, pienso, pero decido guardarme el comentario. Ahora los dos observamos a Kristen, ella sabe que eso significa que vaya al grano. —Esta vez vi… una paloma de color rojo… pintada sobre la pared de un… almacén.
Eso no nos da muchas pistas, pero Kristen saca una hoja de su maletín y me lo da. Es un dibujo del escenario que vio. Después de despedirse, doblo y guardo el dibujo en mi bolsillo. Continuamos con nuestro trabajo, y saliendo Mel se disculpa. No podrá practicar el día de hoy porque su abuela ha venido a su visitar a su familia. Nos despedimos en la entrada y ella sale corriendo directamente a la parada del autobús. Eso me recuerda que llevo mucho sin ver a mis abuelos.
Por la noche, investigo el dibujo que Kristen me dio. Es un pájaro, pintado en una pared. Se ven unos muebles alrededor, una puerta abierta, unas ventanas en la parte superior, sobre la pintura. Observo que dibujo otra cosa en la esquina de la pared. Es una especie de insignia, dos líneas dentro de un cuadro. Saco mi celular y accedo a internet, donde investigo las bodegas en los alrededores. Eventualmente, ese símbolo aparece de nuevo. Es el logotipo de una empresa constructora, la que hizo unas bodegas al norte de Azul, casi llegando a la carretera. Pero… tiene cientos de esas bodegas, ¿debemos encontrar una en específico?
El celular suena, el sonido me estremece. Estaba concentrado. Además, no estoy acostumbrado a que esta cosa suena de la nada. Lo tomo y observo la pantalla. Kristen me está llamando. —¿Bueno?
—¿Sam? Tengo información ¿estás con Mel?
—Eh… no… ¿Qué información?
—Se con quien estamos tratando
Durante los siguientes treinta minutos, Kristen me explica lo que ha encontrado. A una hora de aquí esta otra ciudad: Dover. Desde hace cinco meses, se han encontrado tres víctimas de estrangulamiento. Las tres eran mujeres, las tres jóvenes, las tres murieron de estrangulamiento y posteriormente fueron apuñaladas, y las tres fueron encontradas junto a un dibujo de un pájaro que se hizo con su sangre. Sin embargo, una vez que se encontró a la segunda víctima, la gente comenzó a notar que había más pinturas de pájaros rojos por toda la ciudad, y que algunos databan de más de veinte años de antigüedad. Incluyendo algunos que habían sido borrados. Este asesino estaba suelto desde hace mucho tiempo, y apenas lo estaban descubriendo.
Cuelgo la llamada y me quedo pensando. Ese tipo está escondido en las bodegas por la carretera. Debe de haber matado a decenas de personas ya. ¿Cómo es posible?
Suena de nuevo el celular. Ahora es Melpómene.
—¿Qué sucede?
—Kristen me hablo, dijo que te dio una información
—Ah… si, es sobre el nuevo caso… sé a dónde debemos ir
—Bien ¿Qué te dijo?
—Ah, unas bodegas… pero es algo tarde… te puedo contar mañana
—Oh… está bien. Entonces, nos vemos mañana
—Si, claro, descansa Mel
—Oye Sam
—… ¿Sí?— Una vez que contesto, pasan cuatro segundos en silencio. Es un silencio deliberado.
—…No, nada. Olvídalo, descansa
Sus palabras son abruptas y el final de la llamada lo es también. No logro decir otra cosa antes de que corte. Me quedo observando el celular, sintiéndome interrumpido ¿Estará bien?
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