— ¿Qué es lo que esperas que haga? – Dice Raphael desinteresado.
—¿Qué quieres decir con eso? – Pregunta Agustín frunciendo el ceño confundido.
—Si, me refiero a que sigo sin entender para que tanto misterio si no es tan importante– Termina de comer una media luna y tomar su café– El chico trabaja en el mismo lugar que tú, genial – Sonríe fingidamente– ¿En qué me incumbe a mí esto?
—Yo…– Piensa un momento– Solo quería que vinieras a tomar café, hace tiempo no vienes a hacerme algo de compañía – Dice claramente mintiendo.
—Oh, vamos. Tu y yo sabemos muy bien que no necesitas de mi compañía cuando estás trabajando– Alza sus cejas y lo mira haciendo una mueca con sus labios– Y menos teniendo tantos clientes en estos días– Se acomoda la bufanda de lana gris– Hace frío, y es conveniente para el negocio y tu bolsillo.
—Eso ya lo sé, pero es muy agotador por la cantidad de clientes en la semana. Hoy ni siquiera son la mitad de lo habitual.
—¿En serio? – Se sorprende– ¿Cuántas personas suelen…? ¿Acaso intentas distraerme?
Agustín solo suena nervioso.
—¿Se nota mucho?
Hubo un momento de silencio por unos segundos antes de que Raphael suspirara.
—Por favor sigue trabajando en vez de holgazanear. Mas tarde hablaremos– Se acaricia la cien para calmar sus nervios.
—De acuerdo– Sonríe para luego irse caminando hacia el mostrador y hablar con Julián.
Desde su asiento Raphael los veían hablar amenamente y reír mientras se susurraban y hablaban como si fueran amigos muy cercanos.
—'Mm… ¿De quién estarán hablando? Me pone muy tenso no saber que se están diciendo' empieza a sentirse incomodo en su asiento.
Cuando se alejaron y siguieron trabajando decidieron ignorarlos para pensar en algo, no estaba nada feliz con ese acercamiento.
En clases al día siguiente.
—Buenos días– Saluda Julián alegremente a ambos chicos que estaban sentados hablando
Ambos lo saludan, uno más feliz que otro, que parecía amargo con su presencia.
— ¿Qué traes ahí? – Apunta la cajita rosa con círculos rojos en sus manos.
—Son macarrones– Sonríe emocionado, se sienta en su lugar y abre la caja con cuidado.
—Se ven muy ricos, ¿Puedo agarrar uno? – Dice Agustín mirando la cajita.
—Por supuesto, es justamente para eso que los traje– Sonríe tiernamente y les acerca la caja para luego mirarlos a ambos esperando a que agarren.
-¿Yo también? –Alza una ceja.
El solo ascendiendo. Al momento de agarrar una para el, Raphael choco su mano con la de Agustín evitando que este se adelantara y siguió adelante obteniendo un macarrón.
—Ah, lo siento– Sin notarlo lo ignora mientras observa el macaron con curiosidad– 'Es lindo'– Sonríe sin darse cuenta.
Agustín lo miraba confundido por su actitud.
—'Acaba de actuar muy raro'– Piensa mientras se acariciaba su mano un momento para después agarrar uno de los dulces con cuidado y llevarlo a su boca– Es muy rico– Termina el dulce con gusto.
Tras ver a Agustín acabarse el macarrón el también come un poco del dulce– Es cierto, ¿Lo hiciste tu? – Mira directo a Julián mientras sigue comiendo.
Por un momento se puso nervioso tras ambas miradas.
—Sí, me enseño mi tío. El trabajó un tiempo en una pastelería hasta que se cansó y abrió una cafetería– Agarra un macarrón y lo come.
—Por casualidad, ¿No será esa cafetería en la que trabajan ustedes dos? – Pregunta por curiosidad mientras apunta la cajita de Julián, este sonríe y asiente, entonces procede a agarrar otro.
El ascenso en respuesta.
—Ya veo. Entonces fue fácil conseguir el trabajo si tu tío es el jefe…
—Algo así– Sonreí de forma fingida para luego guardar la cajita y mirar al frente ya que había llegado el profesor.
—'No les voy a decir que le rogué para conseguir el trabajo, sería muy vergonzoso'– Pensó Julián.
Los dos chicos ponían atención a la clase, excepto Raphael que veía el dulce que le había quedado. Lo mira un momento más antes de envolverlo en una servilleta con mucho cuidado y guardarlo en uno de los bolsillos de su uniforme.
Comments (0)
See all