—Esto es…
Una vez más, dentro de un vasto espacio negro, Peck aparece. En esta ocasión, no estuvo solo.
Leben, quien imitaba el aspecto de Peck, estaba a un lado.
Peck reconoció que estaban dentro de su mente.
De pronto, en los alrededores, aparecieron fragmentos de cristales. Dentro de cada fragmento ocurría algo. Cada uno de ellos albergaba un recuerdo que Peck desconocía. En ellos se repetían las matanzas que Peck ocasionó siendo poseído por Leben.
—¿Por qué? Tantos muertos…
Peck caminó viendo a los costados. Solo halló momentos en los que lastimaba o en los que lo lastimaban. A medida que avanzaba más hacia atrás iba al pasado recordando su vida. Poco a poco, todo lo que sucedió fue llegando a su cabeza. Cada detalle, cada pelea, fue recordada. Lo que Leben aprendió también alcanzó a Leben, los entrenamientos y las peleas.
No obstante, eran demasiados cristales para ponerle atención a todos a la vez y cada uno era difícil de mirar por lo intenso del recuerdo. Lo único que le quedó claro es que si seguía caminando podría llegar al momento en que nació, entonces vería a sus padres seguramente.
—Quédate ahí.
Leben sujetó el hombro de Peck para detenerlo.
—No puedo dejarte recordar lo que pasó antes de que llegaras a Batoru.
—Quiero ver a mamá y papá.
—Ellos se han ido.
Leben tomó la cabeza de Peck y la estrelló contra uno de los fragmentos cercanos. De esa forma entraron a uno de los recuerdos.
Se escuchó el ruido del cristal rompiéndose mientras se adentraban en la memoria, y como si hubieran saltado desde lo alto cayeron pesadamente al suelo.
El recuerdo al cual llegaron tenía lugar en el orfanato.
Un adolorido Peck levantó la cabeza, estaba en su vieja habitación. Allí vio como los otros niños probaban hechizos de magia ofensiva en él, causándole cortes y quemaduras.
Se escuchó a sí mismo gritando, llorando y pidiendo por ayuda. En donde nadie vino a salvarlo.
—Supongo que no querría recordar esto, pero…
—¿Ya lo entiendes? —dijo Leben—. ¿Y qué crees que pasó con esos niños? Yo me deshice ellos. Nunca podrán volver a molestarte a no ser que salgan del infierno.
—No entiendo, si tú fuiste sellado, ¿por qué mi magia seguía haciendo que me odiaran?
—El bueno para nada del maestro de tu amiga no terminó correctamente su sello.
—¿Por qué?
—No pienso decírtelo.
Peck se levantó y fue hasta su antiguo yo, que aún era un niño, pero cuando llegó a él las imágenes se desvanecieron. Intentó darse consuelo a sí mismo.
—Aunque estés aquí, es muy tarde para salvar a tu yo del pasado.
—Pero puedo salvar a mi yo del presente.
Peck miró a Leben.
El rostro de Peck no estaba lleno de determinación, el miedo aparecía en sus ojos. Aun así, él demostró tener esperanza en sí mismo.
Leben miró con confusión a su creador, cuestionando la razón de tan repentino cambio.
—¿Tanto te cambió estar con ella?
—No es solamente eso…
Aunque Peck estaba asustado, también estaba molesto.
—Es que ahora puedo pensar sin que estés manipulando mis sentimientos. Creo que este valor siempre estuvo en mí. Además, tengo la sensación de que alguien me dijo esas palabras.
Peck bajó la mirada un momento, intentando recordar dónde lo oyó. Al dirigirse otra vez a Leben notó que él se acercó rápidamente.
Leben tomó por el rostro a Peck para estrellarlo contra una pared, la atravesaron y con eso hicieron un viaje a otra memoria. Una vez más escucharon el ruido de un cristal rompiéndose y aparecieron en otro lugar.
En esta ocasión, llegaron a una calle estrecha. Una época en la que Peck dejó el orfanato e iba desamparado por las calles.
El pequeño Peck estaba cerca de un montón de desechos abrazándose a sí mismo para combatir el frío.
Las personas pasaban sin ponerle atención.
El Peck del presente cayó frente a su yo pequeño. Lo miró detenidamente, vio cuán necesitado estuvo.
Entonces, por detrás, Leben llegó para pisar la espalda de Peck e inmovilizarlo.
—Nadie vino a rescatarte. ¿Todos estos? — Señaló a los transeúntes—. A ninguno le importaste.
Peck trató de levantar la mirada, sin éxito.
—Pero…—dijo Peck—, apareció alguien que sí me ayudó… y conocí a Sen…
Eso frustró a Leben y pisó la espalda de Peck. Él gritó del dolor.
—¡¿Otra vez con eso?!
—Te dije… que ahora que no me manipulas puedo pensar mejor… pero… también es el hecho de que por fin pude hacer buenos recuerdos…
Leben pisó la cabeza de Peck, no escondió su ira por las palabras de su creador.
—¡Eres un tonto! ¡La razón de que hables así es que todavía no sabes cuán cruel es este mundo! ¡Aún no has atestiguado como la oscuridad puede consumir a los más nobles! ¡Si supieras lo que te oculto entonces también te corromperías!
Peck trató de luchar de regreso.
—No me has dejado intentarlo todavía…—dijo Peck.
—¿Sigues con eso?
La siguiente vez que Leben pisó la espalda de Peck, logró que él atravesara el suelo cayendo hasta un abismo.
Aquello provocó que ambos cayeran dentro de un nuevo recuerdo.
Pero en esta ocasión, lo que Peck vería sería diferente. Él trató de levantarse, pero no logró más que estar de rodillas. Delante suyo estaba la vez en que Sen extendió su mano para sacarlo del río. Atestiguando la primera vez que alguien le ofreció compasión no pudo evitar sentir un ligero alivio.
—No todo ha sido malo…
Fue lo que Peck dijo.
—¡Esto es lo peor!
Leben apareció a un costado de Peck para patearlo. La patada de Leben envió a Peck a estrellarse contra un árbol, al chocar rompió el árbol y eso desencadenó que se movieran a otro recuerdo.
Ahora llegaron a una calle de Batoru, en donde una araña gigante hecha de material viscoso atacaba a decenas de hombres uniformados. Aquel fue el día en que Peck llegó a Batoru.
Peck ya se había reincorporado, caminó apoyándose en un muro mientras observaba todo.
—Esto… ¿por qué recuerdo con tanto detalle?
Leben, detrás de Peck, le contestaría:
—Uno de los magos a los que maté me dijo que la tierra tiene su propia memoria, y que ella siempre recordaría nuestros pecados para castigarnos.
—Eso… ¿qué significa?
—No lo sé del todo… creo que existe una fuente de poder mágico en la cual todo lo que pasa en este mundo está guardado. Los hechizos para estimular la memoria deben conectarse a dicha fuente.
—¿Por qué me dices eso?
—Porque ahora que respondí tu pregunta estás en deuda conmigo, hazme el favor de morir.
Leben tomó la cabeza de Peck y la estrelló contra el muro, Peck rompió la pared y cruzó a otro lado.
Una vez más, estaban en una calle. En aquel recuerdo, Leben poseía el cuerpo de Peck para pelear contra un hombre que usaba una espada negra.
—Ese sujeto…
Leben se detuvo para recordar.
—Hay algo raro con él.
—¿Eh?
Peck quedó desconcertado, pues Leben dejó de atacarlo para ver al hombre de la espada.
Era un hombre alto, de cabello negro, ojos plateados y su piel era muy pálida. Su altura seguramente era de un metro noventa. Vestía con una gabardina azul con adornos dorados en los hombros y otras partes del traje. Usaba pantalones y zapatos negros, pero sus guantes eran blancos. Se veía muy joven.
—¿Quién es él, Leben?
—Ese… es Milán. El bastardo que dice ser hermano adoptivo de tu despreciable amiga Sen.
—¡¿Es él?! Pero… pero tú y él… ¿lo mataste?
—No… porque es una persona rara. Más rara que nosotros. No sé qué es…
Leben entonces espabiló que estaba desperdiciando el tiempo.
—Suficiente de esto.
Trató de golpear a Peck, quiso darle un puñetazo en la cara, pero Peck logró defenderse y atrapó el puño de Leben.
—¡Llévame a un recuerdo donde estén mamá y papá!
—¡No!
Aunque lo sorprendió la defensa de Peck, tenía un trabajo que completar.
—¡Sí!
Peck reclamó, pero Leben lo empujó. Peck atravesó otra pared y esta vez llegaron a un escenario familiar.
Ellos llegaron a un lugar con muchos árboles, cerca del monte en que Peck solía dormir.
Allí presenciaron una pelea entre Leben y Sen. La primera vez que lucharon el uno contra el otro.
Peck quedó perplejo al ver lo fácil que Sen consiguió derrotar a Leben. Realmente no fue nada para ella.
Un avergonzado Leben no toleraría tener que seguir presenciado tal humillación, así que pateó a Peck; este rompió otro árbol y eso los llevó a otro recuerdo. Como si fuera una cruel broma del destino ellos vieron derrota tras derrota de Leben.
Sin embargo, cada cambio de escenario implicaba que Peck era golpeado: vez tras vez, sin poder oponer resistencia, siendo totalmente superado no podía hacer más que recibir y recibir.
El último escenario al cual llegaron fue aquel donde se conocieron; bajo la lluvia en aquel charco, y Peck pudo verse a sí mismo de pequeño.
—Todo comenzó aquí para ti y aquí terminará—dijo Leben—. Es tiempo de que duermas, Peck.
El mencionado estaba tratando de levantarse. La sangre caía de su boca. Todo su cuerpo dolía, aunque estuvieran en un plano mental logró sentir una cantidad de dolor impensable. Su cabeza dolía, los recuerdos que de pronto volvían le daban un auténtico sufrimiento.
Y en su mayoría, fueron terribles memorias.
Las únicas de paz son compartidas con Sen. Leben no le ha permitido ver más allá de eso.
Pero Peck tenía un deseo.
Incapaz de levantarse, Peck se arrastró hacia su ‘yo’ pequeño que estaba en el charco. Leben lo persiguió tomándose todo el tiempo del mundo.
Justo en ese instante, el pequeño Peck del recuerdo habló:
—Mamá y papá… ¿no me querían?
Peck necesitaba resolver eso.
—Debo conocer la verdad.
—No, no debes—contestó Leben—. Tú deber es morir para poder vengarlos.
—¡No, yo quiero conocerlos!
Peck trataba de ponerse de pie, pero el dolor lo superaba. Aun así, seguía tratando. Leben ya no se molestó en responderle.
Seguía diciendo lo mismo:
—Quiero verlos, quiero verlos, quiero verlos…
Más desesperado que antes.
—Suficiente.
—¡Regrésame a mamá y papá!
Pero la insistencia de Peck, manifestada en un grito, creó un eco que distorsionó los alrededores. Todo cambió y aparecieron en un nuevo escenario.
El propio Leben quedó desconcertado por tal evento. Lo más insólito fue lo que ocurriría después.
Un escenario que no parecía cercano a Batoru, uno que Peck no vio jamás en donde actualmente vive.
Los dos aparecieron en un jardín. Un jardín repleto de juegos para niños rodeando una casa de madera. En el centro de todo el lugar para jugar había un columpio.
Y en ese columpio, un hombre de cabello castaño estaba con su pequeño hijo… un niño con pecas.
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¡El siguiente capítulo sale el Lunes!
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