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No toques mi cola esponjosa!

Es mi estudiante

Es mi estudiante

Nov 29, 2023

Aquel trágico día, el profesor Shin salía de una reunión con el director. Estuvieron tocando el tema de las becas y por supuesto, Luly estaba dentro de los afortunados. Las reuniones suelen durar entre 1 a 3 horas, pero cuando es una junta general, puede durar medio día con un descanso para almorzar. Es duro ser un educador en esta importante universidad.

El maestro caminaba apurado, rumbo a su auto, cuando se topó con Remil. La falta de educación se nota hasta en la manera que uno saluda y Remil obvió el saludo al pasar por su costado. El muchacho traía una cara de los mil diablos. Shin le dictaba un curso a Remil, y por esto, lo reconoció. Pensó en dejarlo pasar pero algo dentro de él se lo impidió.

— ¿Señor Cabile? -dijo el profesor

Un muy enojado Remil, volteó y enfurecido le respondió con un gesto de malcriadez. Segundos después, continuó caminando. Shin decidió olvidar el mal comportamiento y dejarlo para la siguiente clase que tuviera. De inmediato, Remil volvió al profesor. Su expresión había cambiado pero el enojo no se borró.

— ¿Usted no debería estar con Luly? -dijo Remil fastidiado.
— Señor Cabile -respondió Shin- ¿se da cuenta de con quien está hablando?

Remil sin olvidar su enojo, sacudió su cabeza para ordenar sus palabras. La prioridad no era pelear con un maestro.

— Profesor buen día -dijo Remil.
— Buen día, alumno -respondió Shin- y respondiendo a tu pregunta, no.
— Pero usted quedó con él para almorzar...

El invitar a comer a un alumno no era propio de Shin. Los valores de su estricta familia se inculcaron tan bien, que el era preso de esto. Pero con Luly no pudo marcar la misma distancia que con el resto de alumnos. Sentía una extraña curiosidad por el universitario de orejas blancas.

— ¡Jamás invitaría a un alumno a comer! -respondió Shin.
— Él no me mentiría -Remil reprochó.
— Cálmate y dime porque estás tan ofuscado.

Remil le contó con mucho detalle, obviando la rabia que le tenía a su profesor, sobre su encuentro hace unos minutos en la cafetería. Explicó que Luly y él se hicieron amigos por un pequeño incidente, y que desde entonces son los mejores amigos. Un poco increíble el relato. Aún así, el profesor Shin no entendía porque la alteración de su alumno. Mientras Remil encontraba la manera de llegar al punto, el profesor se adelantó.

— No necesito saber de su amistad -dijo Shin- dime porque estás preocupado.
— Es que siento que algo malo le va a pasar -respondió Remil- y es mi culpa.

Aquí recién pudo contar de que se trataba esa angustia y preocupación. Remil que era el rey de las fiestas rodeo, se había alejado de todo eso por su nuevo juguete. Sus amigos no vieron con buenos ojos esta nueva amistad. Algunos le criticaron que ya no era divertido andar con él. Las chicas se pusieron pesadas y empezaron a hablar cosas muy feas sobre Luly, inventaron cada chisme que resultaba poco creíble. En la última ocasión, Remil mandó al diablo a un grupo grande de muchachos. A Remil le resultaba gracioso, hasta ridículo que le reclamara en voz de su amistad, cuando claramente no eran amigos. Aquellos que se le acercaban, buscaban divertirse o tener conexiones con la familia Cabile.

El profesor preocupado, le preguntó por donde se fue y si Luly le dijo en donde se encontraría. Lastimosamente, Remil estaba furioso y no hizo más que reclamar, no preguntó otra cosa. Sin ninguna pista, se dividieron para buscarlo por el campus universitario. Para esto, intercambiaron números y así darse señal si encontraban algo.

Un buen lugar para acosar a alguien es detrás de los salones, en los baños, el almacén deportivo, los arbustos, un aula vacía. En realidad hay una infinidad de lugares para amedrentar a un joven estudiante. ¿Cómo podrían saber de esto, dos personas ajenas al acoso universitario? Pero uno de ellos tenía un historial sobre abusos y por esto, tuvo mejor visión de adonde buscar. Shin telefoneó a Remil para avisarle que las aulas del pabellón de administración estaban deshabitadas y que por eso tenían que revisar primero ese lugar.

La mejor manera de conseguir atrapar a cualquier abusador es ir en silencio. ¿Pero que pasaba si llegaban tarde y Luly se encontraba solo y abandonado? Tenían que gritar su nombre para que Luly supiera que lo estaban buscando. El profesor Shin decidió ir en silencio. Con el corazón latiendo a mil, entró en cada aula, revisó alguna pista pero estaba muy lejos. Entonces vio en el suelo las pisadas y fue directo al último piso. Cuando ya había llegado se dio con un susto enorme al escuchar el agonizante grito de Luly.

...

Mientras tanto. Las maquinaria estaban trabajando con toda normalidad cuando Remil llegó al primer piso. Él al darse cuenta que unos metros al frente estaba la construcción, entendió que este era el lugar. Corrió alborotado buscando, maldiciendo el no haber arreglado sus asuntos y cargar este lío a otro. A diferencia del profesor, Remil sí gritaba cuando entraba a los salones. Cansado llegó al último piso, las gotas de sudor caían por su rostro.

Cuando entró al salón donde estaban todos los involucrados, se quedó petrificado. 

— Luly...

Los tres agresores se encontraban abatidos en el suelo, golpeados de la peor manera. El salón tenía ese aspecto tétrico de que algo malo había pasado. Shin no había podido contener el odio, hirvió en rabia cuando vio a Luly sangrando. Su razón y cordura fueron a volar y la justicia la impuso él mismo con sus puños. Apenas paró de propinar golpes al escuchar a Luly musitar "profesor" y caer desmayado.

Remil había llegado tarde. Impotente de no saber que hacer con esta rabia, gritó fuerte antes de golpear un puño en la puerta.

— Deme a Luly -ordenó Remil- lo llevaré al hospital.

EL maestro negó con la cabeza. Volvió a sus sentidos para tomar una decisión de como actuar en adelante.

— Yo lo llevaré -respondió Shin- ¡es mi estudiante!
— Debo estar con él -protestó Remil.

Shin le explicó a Remil que lo más importante era el bienestar de Luly. Lo cargó en su auto pero antes de partir, le explicó a Remil lo que le correspondía. Y esto era, averiguar quienes eran los tres fulanos, que querían y quien los mandó. Más tarde cuando Luly estaba hospitalizado, Shin le volvió a llamar para darle otra indicación. Todo este asunto debía permanecer en secreto. Le aseguró que no quedaría impune pero que no debía saber la univesidad, nada de esto. La beca de Luly podía ser anulada.
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