Despues, en otro de los recuerdos que tuve esa noche estaba "ella". Me estaba sonriendo como solía hacerlo, llevaba el suéter de corazones que le regaló mi madre en su cumpleaños; era un suéter rosa con corazones morados, el cual le quedaba un poco grande, pero eso no le importaba.
Estaba corriendo hacia un mantel blanco con bolitas de colores que yacía en el pasto, creo que despues recordó que yo estaba ahí, porque regresó por mí. Me agarró de la mano y comenzó a jalarme para que fuera con ella hacia ese mantel.
Su sonrisa era tan linda, cálida y reconfortante, que incluso se le hacían unos pequeños hoyuelos en cada una de sus mejillas cuando lo hacía.
Sus labios y uñas estaban pintadas de rosa; su color favorito.
Su cabello brillaba como si tuviera pequeños destellos de luz pegados en la cabeza, el sol hacía que su cabello dorado se iluminara aún más. Incluso sus ojos brillaban tan lindos, como dos pepitas de oro; estos eran de un color miel.
Me dijo algo que no logro recordar y parece que yo le respondí. Realmente no sé qué le dije, pero se empezó a reír y sus mejillas se pusieron rojas.
Me acerqué a ella que se encontraba tan radiante y nos miramos por algunos segundos. Ella pasó sus manos por mi cuello y yo pasé mis dedos por entre sus cabellos dorados.
Despues tome un pequeño mechón y lo besé dulcemente, eso hizo que toda su cara se convirtiera en un tomate.
Acercó sus labios a los míos y entonces fue donde sentí que ahora era yo quien se había convertido en un tomate.
Este es uno de los recuerdos más importantes que tengo de ella o más bien el más especial, porque es de los pocos que puedo recordar completamente, cada detalle de él está grabado en mi mente.
Cada pequeña cosa de ese día estará ahí y aunque mi mente lo olvide, creo que mi corazón jamás lo hará.
Aunque no todo sobre ese recuerdo es hermoso. De hecho, es confuso. Luego de ese beso, ella me llevó a un bosque. Se detuvo en un lugar donde el pasto apenas comenzaba a crecer, se paró y volteo ligeramente hacia mí.
-Lo siento Archie, lamento todo lo que pasó. Solo olvida todo lo que dije anoche, no fue mi intención decirte cosas tan horribles.
En sus ojos comenzaron a acumularse unas pequeñas lágrimas, mirándome tristemente. Ella estaba confundida, demasiado confundida.
Despues de decirme eso, ella apretó mi mano con fuerza. Mi cuerpo también respondió y correspondí acariciándole la mano con mi dedo pulgar; el único que se encontraba libre de ese apretón.
-No te preocupes, no tienes que disculparte de nada. Todo lo que dijiste anoche es verdad.
Sonreí muy ligeramente, también estaba triste debido a todo lo que había pasado anoche.
-Por supuesto que no es verdad. Me excedí.
Ella se limpió las pequeñas lagrimas que se habían acumulado en el borde de sus ojos.
-Claro que no. Cada una de las palabras de anoche...
Agaché la mirada, pero ella me obligó a levantarla tocando mi barbilla y alzándola un poco para que regresara a verla.
No pude terminar mi frase, porque ella me miró de una manera que jamás olvidaré. No era enojo lo que reflejaban sus ojos, más bien parecía que estaba decepcionada.
Creo que esa no era la respuesta que ella estaba esperando.
Por algún motivo, pienso que ella quería que yo también le dijera unas cuantas cosas, pero realmente no estaba molesto.
Cuando nos dicen nuestras verdades debemos aceptarlas y aprender de ellas. Eso lo sé muy bien, quien no acepta sus verdades, en algún momento de su vida, estás le abrirán los ojos de la peor manera posible y lo más horrible es que puede ser un poco tarde para tratar de cambiar algo.
Aunque eso ya no importaba ahora.

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