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Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba

La esposa. Casémonos ahora. (PARTE 2)

La esposa. Casémonos ahora. (PARTE 2)

Jan 09, 2024

¿Será tipo las vegas? Conoces a tu pareja y te casas de inmediato en una capilla. Todo muy arrepentido y luego comienza la historia conyugal.

-           Numero veinte, por favor ventanilla D.

-¿ventanilla           D ?

-           ¡Claro!, Cariño. Muchas personas se casan. Llenan los papeles, y de inmediato se sellan. -

-           Interesante. No sabía que eran tan amplios.

 

Al ingresar, un hombre con unos cuantos años encima y un bigote estilo años 1910, nos esperaba.

-           ¡Buenos días!

-           ¡Buenos días!


 

-           Papeles por favor.

-           Tenga – Gaia se los alcanza.

-          Bien, veamos – observa cada firma y punto específico – Esta todo en orden. ¡¿Qué firmas raras?!

Luna se quedó inmóvil sin decir nada

 

-           ¡Ja! ¡Ja! Debe ser la mía – Expliqué para romper un poco el hielo

-           ¡Ja! ¡Ja! No se preocupen. Los he visto peores – Dijo riendo y se retiró No sabía si había sido sarcasmo o cumplido, o descuido. Bien ya está listo. A los diez minutos regresaron.

-           ¡Felicidades! Son marido y mujer. Tomen éste presente.

 

Ambos nos alegramos por ello. De presente nos otorgó un peluche de dos osos abrazados. Luna lo recogió, y se alegró al verlo, y luego me miró a mí que sonreí, no por el objeto sino por ella que hacía que aquel peluche fuera más bello

-          ¡Qué tierno! - Me dije por un momento de cursilería. Gaia me tomó la mano y salimos de allí rumbo a casa. Su tacto fermenta una energía muy particular. Era como experimentar un intercambio. Entre ella y yo nos dábamos. La perfecta sincronización de las energías que fluyen en un ir y venir momentáneo y calibrado a las agujas del reloj.

Mi visión de vida hasta el momento fue bastante básica y sofisticada. De no ser por los libros, se podría decir que ganaría el título de ermitaño de las montañas. La enclenque relación con otros sujetos me producía un pequeño malestar. De todas maneras no hallaba remedio al diálogo. Incluso era extraño que se acercasen a mis como atraídos por una presencia omnipotente que lo controlara todo.


 

Y luego vino Gaia, el accidente, y luego ella. Un amor a lo desconocido que quebró mis sentidos.

Al caminar por la misma senda del camino a casa, estaba entrando en razón de lo que había cometido ¿Me había casado con una desconocida?

-          ¿Y qué tal si tenemos nuestra cita? – Dijo Gaia – Espero ofertas de donde me llevarás – Sonríe, mirándome fijamente

-          ¡Eh! ¡Sí! - Expresé dubitativo - ¿A dónde la puedo llevar a esta hora? – Me dije por mis adentros – ¡No se me ocurre nada! ¡Comida si!, ¡¡Sí!! Tengo apetito y debo creer que ella también, pero debe ser un lugar especial, para una cita, no puedo llevarla a un sucucho, o antro ¡Mmm!

-          No pienses, mucho cariño ¡Sabes tengo hambre!

-         ¿En serio? Justo estaba pensando en llevarte a un buen restaurante que conozco. Es comida local y muy buena.

-          ¡Entonces vamos! – Se reía ella. –

-     ¡¡Eh!! ¡¡Vamos!! –

 

Caminamos por la siguiente avenida y allí por un boulevard de varios negocios. Había demasiados, y para elegir el lugar indicado. Justo avisté uno especial que me parecía fantástico. Era uno al cual ya había ido, pero Gaia, parecía más concentrada en otro lugar cerca de allí.

-          Ese me parece muy bello, vida. ¿Qué te parece?

-          ¡Claro! – No quería contradecirla, aunque al llegar allí, estaba el cartel de los precios. – Madre mía, ¡¡¡son altísimos!!! - Pronto al pensar en ello, tome mi billetera para ver si tenía la tarjeta de crédito. ¿De dónde viene la comida aquí? ¿Y que las presentan con platos de oro? – Quise dar una opinión a Gaia sobre ello, y de repente ya estaba sentada-

-          Amor, ¡Aquí está bien! Mira que bella vista

-          ¡Oh! Genial – Dije con sarcasmo. –


 

Al sentarme del otro lado podía notar como tomaba el menú con sus finas manos. Me sentí extasiado de lo bella que podía ser en cualquier aspecto.

Ella recogió el menú y llamó al mozo.

 

-          Quiero una orden – Marcó con el dedo índice el siguiente plato – pollo con ensalada de zanahoria y para después quiero éste arroz con frijoles en su salsa con aceite de oliva y para concluir fideos con filetto (salsa roja) ¡¡Gracias!! – Expresa agradablemente

-          ¡Ehh! Todo anotado – Dijo el mozo con una expresión boquiabierta

 

No podía creer todo lo que había pedido, ¿Dónde cabe tanta comida? Es delgada y no parece tener gustos excesivos ¿No quiero ni pensar lo que vendrá de cuenta?

-          ¡Señor! – Llama el mozo – ¿Y usted? ¿Tiene su orden?

-          ¡Ahh! Disculpe. Si a mí solo unos fideos a la portuguesa

-          Y para beber.

-          Nada para mí – Dice Gaia

-          Yo quisiera un agua con gas - ¿No quieres nada para beber?

-          No, ¿Con la comida?

-          ¿Eh? - Dije

-          ¿Eh? – dijo el mozo que frunce el ceño y se retira

-          Bueno, ahora estamos. Como se dice casados. Eh. Tengo mucho más para preguntar.

-          No hay mucho que explicar tenemos un acuerdo nupcial nada más. Debo llamarte por los siguientes apelativos por lo que se. Amor, cariño, vida, ternura ¿Está bien?

-          ¡Estemm! Cierto pero no precisamente debe ser una obligación moral debe nacer.

-          ¿Es la costumbre?


 

-          Claro. De hecho…Está bien. -

-          Entonces está más que bien ¿No amor?

 

Pronto el mozo trajo los platos. Eran varios para Gaia y uno para mí. La incesante manera de devorar de ella, me recordó a alguna de esas películas de terror en la cual una bestia se comía a todos. Miraba sin probar bocado con un semblante insólito como las manos de ella tomaban los cubiertos. En la comisura de los labios escapaban retazos de fragmentos de bolo alimenticio.

¡Madre mía! Se va comer la mesa si sigue así

 

-          ¿Vida tu no comerás?

-          ¡!!Ahh!! –Sonreí y recogí el tenedor generando un efecto huracán en los fideos. Pronto percibí el sonido de como ella deglutía. Su velocidad estaba fuera de los límites de lo refinado.

De a poco fui probando bocado. Ella hizo una leve pausa.

 

-          ¿Qué te parece la comida? – Pregunté, mientras la observaba pasar el cubierto de un plato al otro y viceversa y masticar como leona recién de atrapar a una cebra. Era como un apetito prominente que absorbía como agujero negro en succión de constelaciones. No me contestaba, hasta que reformulé la pregunta – ¿Está delicioso no?

Aldo la mirada del plato a mi persona. No le gustaba que le pregunten o le platiquen, mientras fetichea con el mangar en fantasías de gula

Generó un gesto expresivo de afirmación total. Era un éxito. La pausa se produjo cuando direccionó su rifle a mi plato.

-          ¿El tuyo esta delicioso no?

-          Sí, claro – Sonreí.

-          ¿A ver? – Se arriesgó masticando a recoger con su tenedor parte de mi cena y no tardó lo que la milésima de segundos del tiempo existente para


 

depositar en su boca – Fue directo a estómago. Nunca supe si pasó de la boca al tuvo de la tráquea. - ¡Mmm! Está bien. No es gran cosa, pero tiene mi aprobación.

-          ¿Si ella lo dice? No pasó ni por degustación, aunque desconocía si era catadora de alimentos.

La cena siguió su curso.

 

-          ¿Seguro no quieres nada de beber? – le pregunté con respeto pues tanta cantidad era una masa incontrolable de alimentos. A lo que se negó rotundamente.

Al lugar era muy discreto. Había algunas personas que no podían de todas formas direccionar su visión locuaz al espectáculo de una mujer que comía sin cesar. Tanto las parejas como los solitarios y solitarias formaban parte de una tribuna. En un momento me imaginé que trabajaba en un circo. ¡¡¡Con ustedes la mujer que se traga todo!!!. La música de fondo se planteaba…¡Pa! ¡Pa! ¡Pa! Y los aplausos con palmas arriba. ¡¡¡Bravo!!! ¡¡Bravo!!. Júpiter no seas idiota, ladee la cabeza un momento.

-          ¿Estás bien?

-          ¿oh?.. ¡Je! – me tome la cabeza con la mano derecha como explicando un despiste. – estaba soñando despierto.

-          ¡Je! ¡Je! –¡Bien! – expresa mirándome con esos ojos rojizos y bellos. Sus cejas oscuras y labios carmesí. Ya volvió el tonto enamorado. Ella continuaba con el postre. O los postres.

El helado y dulce de leche se repartía por doquier. Luego de concluir. Me tomé un café. Ella no quiso. Fue raro. Me sentí extrañó allí.

-          ¿Quieres algo más?

-          No. Está bien así - Se hizo en los siguientes minutos un silencio que me mantuvo inquieto. Intenté expresar palabra pero parecía que una barrera


 

se interponía ¿No puede ser que no pueda hablar? Maldita sea la timidez o falta de temas de plática. Parecía un concurso de miradas.

-          Pediré la cuenta – Expresé. Fue lo mejor de mí. - ¡Uff! – Dije – ¡Mozo! – allí vino y trajo los números que si no estaba el símbolo infinito era pura casualidad - ¿Cuánto? ¿Qué rayos pidió de platos una especie en extinción? – Saqué con esmero mi billetera como si fuera a frotar la lámpara de Aladino para pedir un milagro - ¿Qué haya suficiente dinero? El pánico se desmenuzó con mi tarjeta de crédito que tenía y no cavilé en ello. Por fortuna podía cubrir el coste. Suerte pensé que tendría que lavar los platos o dejar un órgano.

Al salir del restaurante fuimos a caminar por el parque iluminado, por los faroles. Ella quería caminar y no hablaba mucho más que para contarme cómo es que se crearon las plazas. El modelo era así y de esta forma.

De repente vio un hornero que descendió y tomó una rama pequeña.

 

-           Me encanta esta especie ¡Sabes! Son grandes arquitectos y lo mejor de todo es que siempre están mudando su casa de forma.

-           Son perfeccionistas – Dije. No sabía mucho de aves más que saber que tal especie es una paloma y tal otra una cotorra.

-           No diría solo perfeccionistas, sino dedicados. Soñadores. Son artistas que buscan una que otra locura para su lienzo. Y hasta no concluir no terminarán ello.

-           El artista tiene una locura interesante – Digamos. Es un ser que ve con otros ojos. A veces con los nuestros tratando de que captemos lo que para nosotros es belleza.

-           Es un ser de otro mundo. – Confiesa sin reparos – Pasan toda su vida dibujando y si un final como los horneros. Nunca concluirán su obra si abra algo más. Siempre un pretexto para hacer algo mejor. Algo bello.

-           Debe ser terrible – Expuse.


 

-           Y bello. Hacen que todo sea único e irrepetible.

 

En cierta forma verdad me dije.

 

No pude evitar pensar en ello. Luego de cruzar el parque decidimos ir a beber un aperitivo en un bar que a ella le pareció interesante. Pedimos dos cervezas, y brindamos. Al concluir llevo la bebida a su boca sin dejar una gota en el vaso. Fue de un solo sorbo que estuvo casi por embriagarse. Me di cuenta de ello en cuanto me dijo con una voz carraspeada que me quería y que me conoció desde antes de existir.

-           ¡Ah! No digas eso. -

-           ¡Pero es cierto! ¡Cadera! ¡Cadera! Solo debo tomar ¡Hip! Un poco de agua ¡Hip!

-           Pediré una botella de agua.

 

...............

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