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Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba

La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades.

La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades.

Jan 09, 2024

Todas las noches ella habla sola queriendo transmitir sus sueños al espacio. Todas las noches ella llora, queriendo que alguien la quiera.

 

 

Han pasado varios días desde aquel primer evento de casados. Aunque para mi deberían ser más. Es como si el tiempo no avanzará, Gaia es muy sorpresiva como extraña. Les habla a los gatos como parientes, dibuja cuadros cubistas, tiene una tendencia a la superstición y las estrellas, escucha música muy antigua que no sobrepasa los 40.

Detallemos.

 

Sábado 15 de Marzo. El sol de la tarde me rosaba el rostro cuando iba al supermercado. Gaia

-          ¿Ve con cuidado?

-          ¡Cuidado!

-          Danna! Eres un tonto. Son los idus de Marzo ¿No sabes lo que significa?

-          Se lo que supone. ¡Gracias por la clase de historia! No comprendo el argumento

-          ¡Mataron al Cesar! ¡Al dictador! Fue complot terrible en la cual su hijo bruto estuvo confabulado con ese maldito senado – Coloca rostro sigiloso mirando en todas direcciones. Para ese entonces creí que me estaba tomando el pelo ¿De qué me enamoré?

-          ¡linda! En serio no sería importante que trates estos temas con un profesional


 

-          ¡Gr! ¡Gr! ¡Tonto! ¡Es tu vida! Yo estoy bien –cruza los brazos tomándose las caderas con mirada altanera ¿A parte mira si hubiera un asesino? Algo así como un Jason de viernes q13

-          ¡¡¡Es una historia como la del Cesar!!! ¿Cómo va suceder? Nadie conspira contra mi persona y no creo que venga un loco con una máscara. – se lo dije para tranquilizar el ambiente. – Aparte explícame la relación Julio- Jason

-          ¡Eres un iluso! Tu exceso de confianza te llevará a la ruina y luego tendrá que ir tu esposa a rescatarte. Es muy simple señor confianza victima- homicida

-          ¡No ocurrirá! ¡Nada!. A parte de ello fue bruto y el senado que mataron a Cesar, Jason liquidaba adolecentes en un bosque ¡¡Va!!No puedo creer lo que estamos discutiendo. ¡¡¡Solo estoy saliendo a hacer las compras!!!,

¡¡¡No a dar un discurso parlamentario!!!Ni correr desnudo a un lago de noche.

Su cara se transformó en enojo.

 

-          ¡Uf! ¡Júpiter eres un caso perdido!

-          Olvídalo.

-          Me iré a distraer escuchando música – Se dijo así misma. Y de fondo se oía un Jazz antiguo de Glen Miller – ¡Buena suerte! ¡Julio!

No me importó lo que decía. Esta mujer parece un insano con ansiedad extrema. De un enfoque observé el suelo y di un salto de un susto. Era la muñeca de la casera. Esa que parece Anabelle/Anabella. Atiné a querer agarrarla, desistí. Gaia desde la ventana se reía y señalaba con cuidado que no la toque. Me fui rápido de allí. Retomé el camino desde el pasaje hasta la central. Había pocas personas debido al cambio de clima otoñal. Las hojas en el parque se arremetían desde los arboles de forma anómala por el viento que las invitaba a viajar a su último encuentro. Una bocanada de aire fue lo


 

que tomé cuando cruce una persona de gafas oscuras que caminaba de frente a mí y no me quitaba la vista. Por su vestimenta oscura no presté atención al sexo, ni peso y altura. Estaba justo en la puerta del supermercado. Al entrar primero fui a la sección de artículos de limpieza. Gaia utiliza mucha lavandina cuando se trata de lavar los pisos. Argumenta que los ácaros son peligrosos y hay que eliminarlos. Lo que no sabe es que nos va terminar eliminando a nosotros con la acidez. Tome un par de botellas, y unos jabones. Del otro lado de la góndola una mirada escurridiza se cruzó. No le di importancia. Luego a la sección de verduras y frutas. Al comprar lo necesario me percate que esa figura de negro estaba observando. Aún continuaba mi recorrido pero resté necesidad de preocupación adversa. Concluí con la góndola de los cortes de carne. En el fondo. Estaba totalmente abandonado. Al ver en el vidrio donde del lado estaban los respectivos cortes. Una figura parecía estar detrás de mí extendiendo la mano a mi hombro. Pronto me di vuelta y no había nadie. Ese suceso me produjo un pánico. Lo pude imaginar supongo. Tome lo debido y fui directamente por la góndola de lácteos. Me sentía observado nuevamente y no porque hubiera cámaras infrarrojas. Era la misma imagen lo sé. Mi mente se nubló un momento y perdí la noción del espacio por causa del miedo. Los ojos estaban por todos lados. Estaba a metros de la caja en la cual se encontraba una señora en fila y el empleado pasando artículos. Debo llegar me dije

¿Pero qué ocurre? Si estoy en un mercado. No hay peligro. Pronto percibí una adrenalina en mi interior y una respiración cerca. Comencé entonces a caminar velozmente a la caja como si persiguieran mi alma. Solo unos metros. Y entonces el camino se me hizo extenso. No puede ser no llegaré más. ¡Vamos! ¡Tú puedes Júpiter! Hice un esfuerzo amplio. Las fuerzas me abandonaban, sin embargo la meta estaba allí. Y la respiración estaba detrás de mí cada vez más prominente. Mi escepticismo mi hizo olvidar las


 

escaleras del Cesar. La respiración estaba cerca muy carca y cuando sentí un toque en mi cintura estaba en la caja.

-          Buenos días – dijo el empleado – Deposite los artículos por favor

-          Uff!! –Respiré con seguridad. –pagaré con la tarjeta de Crédito

-          Perfecto – Comenta el empleado

 

La bolsa de verduras había quedado detrás de mí, en la mesa de objetos varios donde corre la cinta, así que me di vuelta, y vi la figura que me asusto. La tomé y se la dí al empleado para que la pase. Al pagar me fui de inmediato de allí.

-          Gracias. Regrese pronto. – Dijo. -

-          Gracias – Saludé sin voltearme.

 

Retomé otro camino, pero aún consentía que me estaban persiguiendo. No había personas en las calles. Me invadió la inseguridad ¿Sera que Gaia tenía razón? No Júpiter eres idiota. Pronto otra sombra parecía acecharme. La ví detrás de un árbol. Llevaba gafas oscuras y un saco negro. Me percaté de ello

¿Era el del supermercado? No recordaba. De éste hecho se fueron suscitando otros. Todas miradas iban dirigidas a un punto especial Júpiter. Una mujer desde una ventana se reía y señalo detrás de mí. Sentí el escalofrío. Un viento roso mi columna de frio. Y una respiración se arrimaba muy lentamente. Era la misma del comercio ¿por qué tengo miedo? Sí, siempre he hecho éste camino. Una y otra vez los ojos del depredador consumían mi mente. Mejor desviémonos de trayecto. Eso confundirá al enemigo. Debo crear una distracción, y al dar la vuelta me encontré con un pasaje semi cerrado. Comencé acelerar el ritmo. Mi corazón estaba estable. Eso era extraño. A paso rápido empecé un trote ligero. Y luego sin nadie detrás di la vuelta en otra dirección. Los acechadores o asechador debían burlados, por lo que retomé la otra cuadra a la izquierda retrocediendo. Cuando quise darme cuenta estaba donde empecé cerca del supermercado. Observé en todas las direcciones y busqué lugares que


 

no sean blanco fácil de caza. Debo retornar. Debo cruzar el parque. Al ir en diagonal a la plaza cercana luego de realizar la misma operación de varias vueltas en las manzanas aledañas supuse que podía escapar de la amenaza. Me armé de valor y tomé 3l camino del medio que cruzaba todo el parque. Había llegado a la mitad y un tumulto de hojas secas roso mi rostro. El aroma otoñal de la humedad se impregno en mis fosas y con ello la respiración y una sombra particular que se desdibujaba entre arbustos. Me están siguiendo. Lo sé. Creí que solo era mi imaginación locuaz, pero en efecto alguien está detrás de mí. Comencé a caminar rápido. Era como un puente a punto de caer y yo corriendo. Hasta que logré ver a la persona que me espiaba. Apareció como en la película viernes 13. Era un Jasón ¡No! Peor. Comencé a correr cuando estiro el brazo. A mi ritmo iba hacia mí y no podía evitarlo. Me estaba alcanzando. Por descuido tropecé con una baldosa floja y caí al suelo con las bolsas sosteniéndome por acto reflejo con las palmas de las manos al ir de frente. La sombra estaba sobre mí. Y al darme la vuelta se veía una figura de pie con ojos brillantes y estiró el brazo.

Fue cuando grité

 

-     ¡¡Ahh!!

-          ¡¡Danna!! Soy yo Gaia ¿Qué te ocurre?

-          Gaia – Mi corazón se aceleró. Es que creí… - Hice una pausa. -

-          ¿Creíste?

-          ¡No! ¡Nada! ¿Qué haces aquí?

-         Te olvidaste tu móvil – y Saca del bolsillo el celular. Es por seguridad – Se enfada y me señala con el dedo con ojos fijos.

-          ¡¡Pero!!, ¡¡Estás vestida como de espionaje!!

-          ¿Usar lentes de sol y saco oscuro es de espionaje? ¡No seas ridículo!

-          ¡Oye! Tú empezaste esta historia de que podían matarme.

-          ¡Ya veo! No te preocupes me aseguraré que no mueras – me guiña un ojo


 

-          ¡Graciosa! - Recogí las bolsas. Ella se ofreció a llevar una. Comencé a caminar enfadado por toda la situación. Ella estaba como un guarda espaldas riéndose.

-          ¡No te rías! – Dije despotricando. -

-          ¡Ja! ¡Ja! – No me rio, mientras mira en todas direcciones. Y ve un lugar especial y luego continuó riendo.

 

 

Al retornar al hogar primero ingresó Gaia, y luego la seguí al subir las escaleras, descendiendo venía la mujer de pelo rubio y coletas. Claro que me miró con malos ojos. Y Gaia, se ocupó del asunto al devolverle una mirada nefasta. Parecía un duelo de visiones a ver quien tenía un poder mayor, pronto interrumpió el artista.

-          ¡Oh! ¡Buenos días! – Dijo mi vecino el cual es escritor. Él, venía descendiendo, y el paso estaba bloqueado entre ambos. El hombre no sabía cómo reaccionar. La situación fue incomoda. Y yo, ni siquiera había comenzado a ascender por ese camino. Y para colmo detrás de él Luna que llegaba, y tenía prisa en pasar. Ella, se encargó de mediar el asunto Gaia – rubia de las coletas. -

-          ¡Disculpen! - Y se colocó delante del escritor – Tengo apuro en llegar a mi trabajo. ¿Podrían por favor hacerse a un lado? – Lo expresó de una manera tan sutil y a la vez dinámica con una simple sonrisa de doncella que encerraba un demonio. El escritor no le quitaba la vista a ella. Ambas no tuvieron opción. Y la mujer de coletas prosiguió y Gaia asintió, pero también guardaba un tanto de recelo a ello, sobre todo cuando me saludó al descender. Un saludo y solo a mí. Gaia observo el hecho a mitad de camino con una cara que no tenía significado pero escondía un sentimiento que podría ser.. no.. fue expulsado. Los celos son tan comunes.


 

-          Estuvo discreta en sus palabras. Se nota que tiene personalidad – Comento a titulo de quebrar el hielo el escritor

-          ¡Sí! ¡Ja! ¡Ja! ¿Eres nuevo?

-          Oh! Mis disculpas. Debí presentarme. Mi nombre es Gregory Ray Asimov, hace poco me mudé por aquí. Soy estudiante de literatura y escritor de novelas ligeras.

-          Un gusto mi nombre es Júpiter anónimo Ruppert, y ella es mi esposa Gaia Justina.

-          ¡Un gusto! – Cumplimenta sonriendo. -

-          Cualquier problema que tengas no dudes en decirnos.

-          ¡Gracias! Ustedes también. Estoy a veces ocupado intentando escribir algo, es que la editorial me lo solicita. Así que decidí salir a caminar un poco, eso ayuda.

-          Puedes escribir sobre odiseas – Comentó Gaia.

-          ¿Odiseas? - Nos dijimos ambos. -

-          Cierto. No hay nada mejor que una odisea.

-          ¡Mmm! Podría ser factible.

-          Odiseas como la de Homero. Y que tal algo más amplio como en vez de navegar por el mediterráneo intentando llegar a Ítaca, ¿No ir a otros rumbos inexplorados?

-          ¿Qué podría ser?

-          Las estrellas – Dijimos al mismo tiempo con Gaia.

-          Eso es una buena sincronización – Se rió Gregory – De hecho se nota a leguas, quizás 20.000 leguas, que se conocen.

Ambos nos miramos con Gaia. Era todo un capitán Nemo con su Nautilus de Verne.

-          ¿Y si fuera de otra manera? – Preguntó Gaia


 

-          No la hay. De alguna forma las almas están destinadas en muchas vidas a conocerse. Eso me dejo pensando. – ¿y Por cierto quien era la señorita que abrió los caminos como moisés las aguas?

-          ¿Luna? ¿O la chica de coletas? – Pregunté. -

-          ¡Mmm! ¡Grr! ¡Gr! – El gruñido de Gaia fue suficiente por la dama de Coletas. -

-          ¡Je! ¡Je! – chistó con una risa leve Gregory. – Ya veo – Y sonrió de la misma manera que lo hice cuando Gaia apareció en mi vida, por Luna. –

¡Bueno! Creo que debo irme. – ¡¡Odiseas!! – Se fue tarareando y con una voz diminuta y tanto tímida Luna.

Sin otras palabras me reí un poco, en cuanto concluíamos la plática amena de vecinos. Gaia se mantuvo impoluta ante una brisa que paso fugaz entre nuestras narices y se dio la vuelta para encontrarme a mí.

-          ¿Ocurre algo?

-         No nada Danna – Abrió la puerta – Bien. Todavía estamos a “15 de Marzo”.

-          Si los idus ¡Ya lo sé! Gaia. Ya lo sé, querida.

-          Solo te estoy cuidando Danna.

 

Desde la ventana podía visualizar a quien sería una pieza fundamental en todo éste periplo que nos deparaba. Gregory, no solo es un gran escritor, sino que también mi amigo, aunque todavía no habíamos llegado a esa conclusión, debido que todavía resta demasiado tiempo en el devenir de los sucesos venideros. Él marco a Luna la primera vez que cruzaron miradas, como lo hice con Gaia.

Es eso un principio de amor tengo entendido, o he escuchado por ahí, aunque la verdad Gaía quizás era parte de mi idealización. Una metáfora que no supe sobrellevar, y es por eso que con la llamada convivencia, fue cuando arrancó la


 

verdadera relación. No la que se sueña, sino la que tenemos bajo nuestras narices. Sin embargo, y eso agradezco a Gregory, soñar es tan bello, pues nadie nos puede quitar los pálpitos de un corazón al latir por alguien. Duela, o no.

Y aunque fuese un sueño, reverencié que esa idea debía hacerse verdad. Él también lo entendió, y eligió comprar sueños.

La tarde estaba cayendo con el sol, al ponerse desde el horizonte, y la habitación se extendía más. Gaia me advirtió que no debía tocar ningún aparato electrónico de los que había preparados en los tableros. Incluso se disgusta cuando pregunto por tales. Parece el servicio secreto, o interpol.

Otras locuras que he mencionado es cuando habla el gato del vecino como un amigo de toda la vida. Reconozco que lo he hecho con mi antigua mascota, aunque Gaía parece poner el empeño para ser entendida. Aquel gato de nombre Demóstenes prevenía de otro edificio aledaño muy bajo. Supe que era propiedad de la señora de una alta edad, pero no tenía ánimos hogareños para permanecer encerrado ¡Libertad!


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