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Mi insólito matrimonio es un disparate del universo como sospechaba

La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades. (parte 2)

La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades. (parte 2)

Jan 09, 2024

En este momento se encuentra conversando con él. Tiene más platica con un pequeño domestico felino que con su marido ¿Eso lo hace a uno poco interesante? ¿O aburrido? ¿Será la palabra correspondiente? Cucho es muy simpático cuando quiere, y sabe atraer a Gaia con un ronroneo cariñoso. O así lo llamo yo, porque se parece al gato de la pandilla de don Gato y su pandilla. -

-          ¿Así que vienes aquí? Y comienza el dialogo entre humano y felino. Animal con animal.

Es otra de las rarezas de Gaia. No tengo experiencia con las mujeres, pero tengo entendido que no suelen tener comunicación con las mascotas sino a una edad avanzada. Los hombres al contrario nos comunicamos con la radio o el televisor. O eso diría mi abuelo.


 

No obstante demóstenes es un anfitrión de lujo con todas las de la ley. Un dialogo entre Gaia y Cucho, es una conversación entre Hipatia y Sócrates. Tanta filosofía me hará explotar el cerebro y todas sus terminaciones nerviosas y fibras eléctricas. -

Una vez lo dejamos ingresar. Mejor expresado. Gaia le dió albergue. Llegué temprano. Ocurrió hace poco tiempo. El quinto día de casados. Estaba en la mesa con un plato de leche y ella con una taza de café. Ahora me entenderán

-          ¿En serio me lo dices? Pero porque no entraste por la ventana. Eres un grandísimo tonto.

Cucho de don gato, apenas se remitía a observar a esa orate de mi mujer. Gaia

¡Sí que estas mal!, pero te amo.

 

-          Buenos de todas maneras pudiste salir ileso. La lluvia no te hizo daño. A decir verdad. Mojarse no es tan malo. --- no digas eso, son consciente de lo que explicas, pero hay como un acuerdo. Una servidumbre – Claro en esta sociedad ilustrada las criaturas obedecen. No hay una equidad uniforme y centralizada en el bienestar de todos. --- no sabría la razón.

¡Ah! Eso la razón es poder. – tampoco lo hubiera imaginado.

-          ¡¡Querida!! ¡¡Llegue!! – Había oído la charla y no quise decir nada.

-          ¡Danna!..... Buenas tardes. ¡Va!, ¿No sé por qué te saludo? Mira, te presento. Él es Mikonos. Mikones. Él es Júpiter Anónimo. - - No. Anónimo es su segundo nombre.

-          ¿No es cucho?

-          ¡Ese nombre lo colocaste tú!

-          Me gusta más cucho que Mikonos. ¿Qué viene de Grecia?

-         No le hagas caso a mi marido. ¿En serio? ¡Qué bueno! – Se sorprende ella.

Al oír a mi esposa, creí estar en el manicomio. No importaba mi presencia.


 

-          ¡Danna!.. ¡Por favor! ¿Podrías ver la olla?... Dejé unas verduras hirviendo.

-          ¿No habrás colocado algún insecto, o elemento raro? – Dije luego de aquella vez con su estofado de ojos.

-          ¡No seas idiota! –-- No, no te digo a ti – Observa a cucho – Hablo con mi marido --- Si es un poco torcido

-          ¿Ey? No le cuentes al gato lo que soy. – Grité desde la cocina – ¿Que estoy diciendo? – Me pregunté - ¿Qué hace mi esposa hablándole a un gato? ¿No pensará meterlo en la olla no? – La sola idea me daba escalofríos. Estos experimentos culinarios no deben constar en los libros conyugales. Esta manada matriarcal es bastante compleja a la hora de dar órdenes y alimentar a los súbditos.

-          En fin según tu política lo mejor será estar alerta --- si lo tendré en cuenta en mi mente

-          Hablando de mente ¿Cuando vas a dejar de perder el tiempo con ese animal?

Nadie en la sala prestó la mínima atención. Podía oírla, a la ignorancia burlándose de manera despiadada.

-          Tampoco es preciso que me contesten – Dije corriéndoles el rostro – La misma imagen se presenta y el gato se despide de Gaia. Gaia lo saluda, en cuanto salta por la ventana – Le hubieras dicho que se quede a cenar – expresé bromeando

-          ¡¡Uff!!...... No quería. Dice que eres muy áspero. Aunque le parece una sorpresa siendo tú, un cadáver social.

-          Oye, dile a tu amiguito. ¡Va! Para qué me molesto – Me enfadé y cruce de brazos.

-          No te enojes solo comprendió que no hay esperanza para cualquiera.

-          Me alivia saber que mi esposa se dio cuenta.


 

-         ¡Je! ¡Je! No te preocupes. No le diremos a nadie que solo sabes respirar como única utilidad en la vida.

-          ¡Muy graciosa! ¡Ey! Que no se te olvide algo.

-          Tengo mis registros en orden.

-          Ese humo de la cocina me recuerda a tu falta de atención. -

-          ¡¡¡La comida!!!

-         ¡A eso me refería! Voy a pedir una pizza – Comenté con una mueca en burla y enfado al mismo tiempo. -

Gaia logró salvar la cena. O eso creo. No quería herir su dedicación. Ella suele ser bastante tajante a la hora de los comentarios sarcásticos. Y éste era nuestro diálogo matutino.

Al concluir la cena, resolví lavar los trastos. Gaia me veía atentamente. Desde el living ordenando ropa.

El ataque fue cuando acertó a una pregunta. -

 

-          ¿Mismo pantalón?

-          Algo así.

-          Ya veo. Mucho tiempo. Puede verse en la decoloración.- Confeso con mirada furtiva de cazador. -

De lo poco que se de Gaia es que la falta de uso de artículos en las oraciones corresponde a una mudanza de humor de ella.

Gaia acertó con un lance de un bollo de calcetín y la palabra hiriente de

¡Sucio! ¡¡Cámbiate la ropa ahora mismo!!. Me golpeo con el impacto terrible de la erradicación al ver que tenía el mismo pantalón toda la semana. Necesito que cooperes con tu higiene.

-          Prometo solemnemente que mañana usaré otros. -

-          Tomaré eso como una sentencia.


 

Las luces se apagaron cuando fui el último en colocarme el pijama. La veía descansando y eso me alegró. Pronto tendremos otra cita para seguir avanzando como una pareja. Ese fue el acuerdo.

Al recostarme coloque mis manos detrás de la nuca observando el techo.

 

-          ¿Y si no funciona? ¿Digo casarse? Y luego ver que la relación no es fructífera. Eso creo. Eso..es..

-          Descuida eso déjaselo al tiempo. Todo saldrá bien.

 

Abrí los ojos soñolientos. La voz de una imagen me explicaba. Al mirar a un costado en posición fetal. Gaia estaba observándome

-          ¡Descuida! Por algo te elegí a ti.

-          ¿Eh? – Me asusté al verla. Ella hablaba dormida. ¡Ah! Era eso. Debe estar soñando con el gato. – Y me quedé tranquilo y dormido.

Al otro día desperté y Gaia no estaba en la cama. Creí que tal vez estuviese en el baño, o algo por el estilo. Las mujeres madrugan y van directo al baño a ver su estado anímico, mientras se cepillan los dientes lo reparan. Sera que digo esto porque tengo una hermana que suplica al dios del espejo para verse esplendida el día a día. Los hermanos son así, como seres desconocidos de sangre que saludan y con los que vamos fomentando comunicación. Verifiqué que allí no se encontraba ¿Puede qué el living? Tampoco. No era muy temprano. Dormí lo suficiente como para sospechar que puede que haya salido para algún sitio. Un ruido extraño se escuchaba desde una azotea. Eran como golpes de martillo que se dividían en tres y luego una pausa. No presté atención y seguí mis quehaceres de desayunar. Tomé mi móvil celular a ver si tenía un mensaje. De ella por supuesto, nadie me escribía. No, nada en absoluto. Bueno, debe haber salido. Tampoco vamos a realizar una investigación policial sobre el asunto.

-          ¡Ahh! ¡Caray! Ya se completa casi un mes de casados. Y a penas nos estamos conociendo. Es mi cultura me dijo. Y si no sale como lo


 

deseamos podemos dar de baja el acuerdo ¿Tanto embrollo? Nunca le pregunté si estaba en alguna religión. Si, preguntaré eso.

-          ¡¡paff!!¡¡paff!!

 

El ruido de martillo se amplia. Desde el techo rujen los golpes de metal. Un estruendo se escucha nuevamente desde arriba con un sonido muy particular como si estuvieran perforando.

-          ¿Veré de qué se trata?

 

Al salir estaba Gregory. Luna también había salido a raíz del batifondo, y la pareja que desconozco sus nombres.

-          ¡Oh! Júpiter ¡Buen día! – Expresó Gregory.

-          Buen día – Dije observando apenas el techo con un rayo de sol que segó mi visión. – ¿Qué ocurre?

Gregory me señala al techo. Gaia estaba colocando una antena de esas viejas con otro aparato. Luna quiso preguntarle, pero su notoria falta de curiosidad venció su pregunta, y solo remitió a observar la situación. Gregory solo salió a sacar la basura y se encontró con el hecho. La pareja hablaban entre ellos. Ernesto Gigs y Cin Estévez. A penas nos saludamos.

-          ¿Ocurre algo? – Pregunta Ernesto. -

-          No sabemos – Respondí – ¡¡Cariño!! – Grite - ¡¡Cariño!! – Volví a gritar hasta que direccionó su mirada a mí

-         ¡¡Danna!! –extiende el brazo saludando como si no ocurriese nada. Y prosiguió ahora soldando un metal.

-          Gaia! ¿Qué rayos haces?

-          Arreglo una línea de comunicación que se ha averiado.

Inmediatamente se nos formaron signos de interrogación en nuestras mentes de lo que expreso ella. Esa línea parecía de una empresa de móviles. La cual no recuerdo su nombre.

-         ¡Diablos! ¡Me case con una loca! – Me dije resignado llevando mi mano a mi cara a tapar la vergüenza - ¡Baja de ahí! ¡Es peligroso!

-         En cuanto termine. Te deje en la mesa unas tostadas cariño – Grita desde la punta sosteniendo una varilla. -

-          ¿No será muy arriesgado? – Comenta Luna.

-          Claro, opino lo mismo. Pero puede que hayas problemas de interferencia

–    Concluye Gregory.

-          He tenido inconvenientes con la señal – Señalo Cin– Muy dedicada ella.

-          Es verdad. Es muy oportuno tener alguien así aquí en los departamentos.

 

Ambas parecían admiradas de Gaia. Gregory no le quitaba la vista a Luna y yo preocupado por esta situación dantesca. De haber sabido que es un técnico Gaia, le hubiera pedido que arreglará otros desperfectos. -

-          ¿Oye no vas ayudarla? - Pregunta Ernesto.

 

Lo miré con una pisca de repulsión. Tipo petulante. Debía ser el opinologo de living, típico de la burguesía de sillón. -

-          Y tú, no deberías junto a tu esposa meterte en tus asuntos – Dije por mis adentros. Francamente me cuesta socializar. La manada no es mi fuerte. Pero tampoco podía dejar que Gaia estuviere ahí. A lo que respondí – No creo que sea de mucha ayuda para alguien que es experto en el asunto. Incluso sería una total molestia. – Luego de expresarme me sometí a la opinión de Gaia– Gaia!! ¡¡Gaiia!! – ¡¡Grité!! - Hasta que ella dejó el soldador mirando con su sonrisa - ¡¡.. Quieres que…..!!

-          No ¡¡Danna!! Agradezco tu…..

-          ¡¡¡Peroo!!! ¡¡No me dejaste terminar!!


 

-          ¡No es preciso¡ ¡Ya sé que dirás!

-         ¡Maldición! Lo sabe todo – Me dije. Luego se vino a mi mente una situación: el tercer día de casados. Un desperfecto, e intenté darle solución. Gaia se enfadó. Ella se ofreció ayudar, y ostenté título de amo de la casa, y el desperfecto quedó peor. En pocas palabras solo dijo: Danna, como mencionarlo, sin herir tu ego varonil, o sea... pienso que eres un troglodita para los arreglos eléctricos. Dándome a entender que debo ser más amplio y comunicativo a la hora de trabajar en equipo y aceptar la derrota del desconocimiento hacia mí persona.

De todas maneras, está, allí arreglando no sé qué. La manada la aplaude y la loba es venerada, y el cordero no tiene opción que asentir con alegría.

-          Creo que es bastante independiente y eso me fascina – Expresó admirada Luna con una leve risita – Gaia!! ¡¡¡Muy bien!!! – Grita y Gaia devuelve el gesto.

-          Bueno, ya tienes – Comenta Gregory – Una amiga. -

-          Buenos vecinos – Se dice Cin

-          ¡Ey! ¿Qué ocurre? –Pregunta el artista pintor Kent Warhol. Por extraño que parezca tiene el mismo apellido que un orate que conozco de los años 70.

-          Es mi esposa. Está realizando unos arreglos.

-          ¿Te casaste? ¡¡Wow felicitaciones. Y pronto hace una pose con sus manos retratándome como foto y luego a Gaia. – Es para dibujarlos en lienzo.

-          Ehh! – No sabía cómo comunicarme. – ¿Dibujarnos? – Me dije – Éste es el típico ser que le encanta los diagramas expresionistas con desnudos –

¡Naa! Ni de casualidad aceptaría. Aunque un cuadro de los dos Gaia, y yo sería bello. Sin desnudos por supuesto. Eso solo si logramos ser una pareja y para la intimidad ¡¡Ya quisiera Dios!!

-          ¡Danna! – Grita Gaia – ¿Qué pasa por tu mente retorcida?


 

-          ¿Eh? ¿Me escuchó? - ¡No nadaaa cariño!

-          Yo quisiera estar en un lienzo – Dijo Cin – ¿O no amor? ¿Un retrato?

-          No, olvídalo. – Carraspea. -

 

Ernesto tan romántico. Muchacho cavernícola.

 

-          A mí me encantaría. No tengo con quién - Y la mira a Luna, Gregory. -

 

Olvídalo Gregory, Luna no te observa – Dije viéndolo en su baba regocijante. Aunque lo admiro, espero lo logré. Lo que sea que fuere. Gaia descendió feliz.

-          Bueno terminé.

-          ¿Qué era lo que hacías?

-          Trabajos de una loca esposa – Se ríe Gaia.

 

Para ser sincero es un tanto bochornoso que estemos viendo a mi esposa realizar sus quehaceres de operario, pensé. Era un momento tan extraño que me dije que extrañaría de ello.

Se me ocurrió que la única forma de ayudar era preparándole una gran cena cuando regrese a casa. Espero no se encuentre viendo una película con una cebra. Y uno sabe a lo que me refiero.

Una dama con facultades inusuales supuse luego del evento. Nos despedimos de los vecinos, y veía como Gregory intentaba un nuevo acercamiento a la imagen de Luna. Interpreté que siendo escritor le sería simple con alguna treta de palabras que enlacen el dialogo perfecto. Un tonto de mi parte pensarlo. Nada en este mundo se estructura, todo se improvisa en estos campos. Gaia se percato del hecho, así que fue la primera en tomar mi antebrazo para irnos. Luna estaba distraída con las maravillas del artista abstracto y sus lienzos. Ernesto y Cin, se retiraron. El poco ánimo de aquel es una personalidad opaca. Es como una de esas piedras que descubres en el mar. Solas. Cin debe haberlo encontrado como los cangrejos cuando buscan refugio.


 

Gregory me ponía nervioso con su intento de acercamiento.

 

-          ¡Bueno! Nos vemos – Saludamos.

-          Adiós – Saluda Luna y el artista.

-         Adiós– Cumplimenta Gregory, que al querer unirse a la plática entre éstos, Luna hizo el corte de que debía irse

Gregory regresó a su lecho y el artista al suyo hablando solo. Tengo vecinos particulares

-          ¡Danna! ¿Eres muy analizador no?

-          ¿Por qué?

-          Te diste cuenta el rostro de Gregory.

-          ¡Sí!, pero depende de él.

-            Tal vez idealizó a esa mujer como amor a primera vista. -

-          No sabría decirte. Te enamoras desde el primer momento, o es un deseo

–  Comentaba en cuanto tomaba mi café.

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