La mañana siguiente llego antes de lo que cualquiera de ellos hubiera querido. Tadeo aún molesto decidió quedarse en cama durante todo el día ya que no tenía ninguna razón para salir, o eso creyó él. Por otro lado, Raúl había salido más temprano de lo habitual para pasar a la biblioteca y tomar unos libros que necesitaría en la tarde. Luego de ello llego a la universidad y se dirigió a su aula con la guardia en alto para evitar una situación similar a la del día anterior.
En los pasillos, casi en la puerta del salón, sus compañeros estaban esperándole. Raúl disminuyo la velocidad del paso dudando entre entrar o esperar a que ellos se fueran. Mientras el tenía una leve discusión interna, una mano fuerte le tomo delicadamente el hombro; Raúl alzo la mirada y se encontró con el rostro de Aarón quien sonriendo le acompaño hasta su asiento. Raúl algo sorprendido le agradeció el gesto y le aclaro que eso no haría que la sesión de ese día fuera cancelada. El rubio sonrió ante ese comentario y se fue.
Las clases pasaron sin ningún problema después de ese momento. Al finalizar las clases, Aarón se encontraba frente a la puerta principal, montado en su moto esperando a Raúl. En cuanto el rubio vio la figura delgada y obscura, grito su nombre y le indico que subiera para irse. Raúl se sorprendió al ver a Aarón, pero aprecio el hecho de que estuviera ahí. Ya los dos en la moto se encaminaron al café donde estarían trabajando.
Con una taza cada uno y algo de comida, dieron inicio a la sesión de ese día. Aarón seguía indispuesto a hacerle el trabajo a Raúl, pero no esperaba las reacciones que tendría ante su actitud de niño mimado. En vez de desesperarse, enojarse o algo parecido, simplemente seguía adelante, como si nada hubiera pasado. Esa actitud tranquila, pero al mismo tiempo decidida, poco a poco atrapo la atención del rubio. Al final el rubio estaba completamente inmerso en el trabajo; Raúl estaba completamente feliz de ver esta reacción y le tranquilizo bastante saber que conseguiría terminar la semana sin ningún contratiempo.
Ahora volveremos un poco en el tiempo y nos concentraremos en Tadeo quien se levanto de la cama pasado el mediodía, saco un jugo de verduras del refri y se sentó en el sofá frente al televisor. Estuvo pasando los canales sin encontrar nada que le llamara la atención. Pasaron un par de horas cuando su teléfono vibro y la luz de notificación comenzó a brillar. Con un movimiento lento estiro su brazo hasta la mesilla de noche y tomo su celular con pereza. Una vez desbloqueado vio en su pantalla un mensaje de un número desconocido.
Un sentimiento de descontento apareció dentro de el pelirrojo y con desconfianza abrió el mensaje. Con cada palabra que leía sus ojos se abrían un poco más; la desconfianza paso a ser molestia conforme llegaba al final. Mascullo una maldición y se paro de golpe, fue directo a su armario y saco algo de ropa para salir a la calle. Una vez listo tomo el celular y lo guardo en su bolsillo al tiempo que se dirigía a su automóvil.
Después de varias vueltas por la ciudad, entro a un pequeño café que encontró en su camino. Pidió su bebida y al buscar una mesa vio a Raúl y Aarón sentados hablando muy contentos. Inmediatamente recibió otro mensaje del mismo número desconocido; rechino los dientes de frustración al tiempo que recibía su bebida. Con la mirada sería camino en dirección a los dos jóvenes y una vez junto a su mesa vacío su vaso sobre el rubio, se dio la vuelta y salió del lugar sin mirar atrás.
Los dos jóvenes se quedaron anonadados ante la acción de su profesor; fueron incapaces de reaccionar y simplemente le vieron salir. Una vez la puerta del local se cerró, Raúl vio al rubio y comenzó a disculparse al tiempo que trataba de secarle con unas servilletas. Aarón le indico que no era necesario que se disculpara, pero que lamentablemente tendrían que terminar antes ya que necesitaba de ropa limpia. Raúl al ver el desastre en la ropa del rubio no podía dejar de sentirse culpable. Por lo cual acepto dar por terminada la reunión y le pidió que pasara a su casa a cambiarse ya que quedaba más cerca que la de Aarón.
Con algo de duda Aarón siguió a Raúl dentro de su casa, seguía sin comprender como es que acepto la oferta tan fácilmente. En un estado completamente distraído, siguió las indicaciones que el peli negro le daba mientras le indicaba que se cambiaria mientras él se bañaba. Cuando se dio cuenta, ya estaba en la regadera tomando una ducha. Al terminar se encontró sobre la encimera del lavabo un cambio de ropa bastante diferente a la ropa que había visto usar a su tutor. “¿De quién es la ropa que me prestaste? No parece algo que tú usarías” Pregunto el rubio al tiempo que salía del baño. “Me la regalaron hace tiempo” Contesto Raúl despreocupado. Ante la respuesta Aarón dirigió su mirada al peli negro para preguntarle algo más, pero quedo mudo en el instante que vio la figura frente a él.
Contrario a su vestimenta habitual, Raúl llevaba puesto un short azul claro que dejaba ver sus esbeltas y blancas piernas; en la parte superior traía una remera ajustada color blanco que acentuaba su delgada cintura y dejaba expuestos sus brazos delgados; finalmente llevaba el cabello atado en una coleta que dejaba a la vista su cuello y rostro. Entonces Aarón se quedo perdido en la profundidad de sus ojos azules.
Raúl se percato de la mirada penetrante del rubio que ya llevaba un rato clavada sobre él y se sintió incomodo. “¿Tengo algo raro en el rostro? o porque me ves tan fijamente” pregunto algo nervioso. “Eres tan hermoso que no me percate de que me quede viéndote” dijo son tapujos Aarón, haciendo que el rostro, hombros orejas y nuca de Raúl se volvieran rojo brillante.
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