Hubo una vez una gran guerra, en ella combatieron grandes héroes de la nación. Sin embargo, solo uno de ellos llevaba el corazón afligido por la sangre que estaba por derramar con sus manos.
La guerra duró varios días y noches, en esta, la heroína había atravesado con su espada más cuerpos de lo que su alma podía cargar. Estaba arrepentida de no tener la fuerza necesaria para salvar la nación sin la necesidad de esparcir la sangre de otros.
Al fin de la batalla,en sus últimos alientos con sangre de otros encima fue en búsqueda de Dios.
Al caminar pérdida en lo que venía siendo su campo de batalla, encontró una capilla no muy bien cuidada y decidió entrar, frente a la cruz y grandes ventanales se postró, sacó el corazón y se lo ofreció al señor.
Derrumbada, en rodillas, sin poder mirar arriba dio un grito de dolor y en plena vergüenza ante él, decide tomar su espada y decir:
"Dios, he quitado más vidas de las que puedo recordar, mi espada atravesó aquellos que se decían llamar mis enemigos cuando frente a tus ojos, todos somos tus creaciones y a cada de nosotros nos traes contigo"
"Yo se que no tengo perdón y me avergüenza decirlo, pero necesito de tu ayuda"
"Todos aquellos que atravesé con mi espada, pido por su paz, su descanso y su perdón, por favor perdona cualquier pecado que hayan cometido y que no queden afligidas sus almas por los errores que cometieron en vida"
"En ofrenda, me ofrezco a mi misma como sacrificio por la aberración que hecho ante tus ojos"
Entonces la mujer toma su espada y al momento de tratar de atravesar su corazón con ella, escucha:
"Te prohibo quitar una vida más"
La mujer se detiene.
"Dame lo que yo quiero"
Entonces la guerrera contesto:
"¿Qué es lo que desea obtener señor?"
Y Dios contesta:
"Regrésame a mis perdidos”
La mujer, entre lágrimas, sangre y un terrible cansancio, no entiende lo que quiere decir Dios.
Entonces Dios explica:
"Irás a la iglesia, pasarás a misa con el sacerdote, te arrepentiras y me ofrecerás todo lo que tienes"
“Propagaras mi palabra por toda la nación”
"Seras mi fiel y leal siervo, en cada paso que des yo seré tu guía "
La mujer le dio todo lo que ella tenía, lo cual era un inmenso sufrimiento y lo que Dios hizo, fue darle el propósito de salvar al prójimo por medio de la palabra de Jesús, sin espada y amando como Jesus la ama a ella.
Dio agradecimiento a Jesucristo desde el fondo de su alma, dejó su espada y se hizo vulnerable frente al padre.
Cambió su espada por una oración.
Entre sus lágrimas y sangre, Dios la encontró. Así que convirtió su sufrimiento en vida, porque Dios la ama y ella renació del dolor bajo la gracia de Dios y toda la sangre que derramó se convirtió en vida con hermanos y familia nueva.
Ella se convirtió en hija de Dios.
“Gracias padre por la misericordia”.
“Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”. (Hebreos 4:16)
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