Ella empezó a notar a Dios poco a poco. Vio su luz, sintió su luz y su protección. Empezó a tener un sueño muy hermoso en dónde ella ya conocía a Jesús desde antes:
Estaba todo en luz y caminando se encontraba Jesús y de la oscuridad se escuchó oír:
"¡ESPERA!" – Dijo una pequeña voz.
Jesús volteo por los lados, buscando a ver quién lo llamaba, hasta que miró hacia abajo y vio a una niña. Ella volteaba hacia arriba para alcanzarlo a ver, pero lo vio a él y luego a ella, luego de donde salió, así que regresó a verlo a él y dijo:
"Perdón ¿Me puedo ir contigo?”- Dijo, viendo fijamente a Jesús.
Y él la volteo a ver y a los lados también, hizo un gesto muy agradable donde ponía sus manos en su cintura y volteaba abajo a verla. Hasta que se agacho, le hizo su cabello y se la llevó con ella hasta que llegaron con Dios padre.
Y Dios dijo: "¿Qué es lo que quieres?"
Entonces ella contestó: "¡Oh DIOS! Déjame amarte por toda la eternidad"
Y ¡DIOS VIO QUE LA LUZ ERA BUENA! ¡como deseo tener una hija, que en una explosión creó el mundo!
¡PORQUE ASÍ DE GRANDE ES EL AMOR DE UN PADRE POR SU HIJA!.
La mujer volvió a ver a Jesús: "Bienvenida de vuelta" y con los brazos abiertos la recibió.
El jamás la abandonó. Al fin en su encuentro descubrió que tenía destinado el cielo, pero vivía en una jaula.
Tan sencillo, ella simplemente olvidó quién era. Solo en la luz podía encontrar alivio, una leve tristeza de liberación, solo en su presencia pudo salvarse.
Jesús la trató muy bien, hizo su cabello, la cargo, se la llevó con él y platicaron.
Entonces le preguntó, si quería algo:
"Alguien que me crea" respondió ella y él rió un poco.
"¿Algo más?" respondió, mientras la seguía cargando en su espalda.
"Un novio que pueda sacar demonios", contestó la mujer. Río un poco más.
Fue muy agradable para la mujer estar en su presencia, agradeció el haber tenido ese tiempo con Él desde el fondo de su corazón.
Verán, una cosa que entendió la mujer, es que él sufrió más por ella que ella misma por todo lo que estaba pasando. El intentó comunicarse con ella desde el principio, hubo señales, sueños y visiones para que pudiera verlo, pero ella no comprendía que Dios la estaba buscando.
La abrazó y le dijo: "Esto aún no termina" con mucho dolor.
Ella no tiene ni una sola duda de que Jesús nos ama más que el último aliento de vida que dio por todos nosotros en la cruz y está muy agradecida con Él, porque la ama y ella está enamorada de Jesús.
Al pasar el tiempo empezaron a haber pruebas: Dónde a ella se le presentó a la compañera que la lastimó. Prendida en fuego negro la vio, su compañera no aguantaba el dolor de las llamas.
En su honestidad con ella misma se cuestionó:
"Yo duré 8 años con esto y ella no pudo durar ni 5 segundos".
¿Cómo iba a poder ella pasar una eternidad en llamas? Se cuestionó la muchacha.
"La perdonó" respondió. "No le deseo esto a nadie".
Verán la anécdota que la mujer nos deja hoy es este:
Ella considera que perdonar significa poder comer en la misma mesa con aquel que te lastimó, compartiendo tu comida como si lo hicieras con alguien que amas.
Ella era su compañera, su amiga, hasta el día que dejaron de serlo, pero eso no significaba que ella no la quisiera. Muchas veces esperaba que fuera honesta con ella, porque ella admira su creatividad, talento y capacidad de ir por lo que quiere, realmente la amaba.
Así que la mujer oró por ella, por su salud, bienestar en su familia y que en algún momento le pudiera dar la oportunidad a Jesús de entrar realmente a su vida para que fuera salva en cristo. Aunque en su honestidad, este deseo ya estaba combinado con el cansancio de todo lo que pasó.
La mujer tenía un secreto, el saber de lo que sucedía desde el principio, pero no creía que hubiera tanta maldad en la gente, tampoco se consideraba tan importante como para aceptar lo que estaba pasando. Negó la realidad.
Lo que no pudo comprender y hasta la fecha se cuestiona es:
"¿Qué fue lo que hice para merecer esto?"
Las pruebas continuaron, otra de ellas fue enterarse de quien le había dado de comer para hacerle brujería. Resultó que fue su ex novio. Ella no sabía que había pasado con exactitud. Solo recuerda el pedazo de pastel Red Velvet que no sabía bien. Nuevamente en su honestidad hacia ella misma, se cuestionó:
"¿Cuánto daño le hice para merecer esto?".
Pero lo perdonó, por el amor que una vez hubo.
Así que la mujer hizo una oración, para que él estuviera bien, que su carrera diera frutos, que ame con más fervor del que alguna vez tuvo por ella. Que llegue alguien que lo ame con tal inmensidad que esos malos pensamientos que le surgen durante su día se esfumen y que algún día le dé la oportunidad de entrar a Cristo en su hogar.
Verán el pensamiento de la mujer es este:
"Yo amé a este hombre y por respeto al amor que una vez le tuve no le di espacio a nadie más"
Una pequeña voz de su corazón trató de responsabilizarse de haberle fallado a Dios, pues ya no era virgen.
"Es mi culpa, discúlpame, no voy a amar a nadie más". Quedó con ese pensamiento muy dentro de ella.
Ella sabía amar a otros, pero no a ella. No sabía cómo sentirse apreciada por sí misma. Se auto castigaba porque creía que era responsable de los sentimientos de los demás, consideraba que eso era perdón para ella misma.
Por eso ella se desconectó, porque estaba exhausta, seguía viviendo en una jaula y seguía sin descansar.