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Singularidades

El alien novato (Parte 2 de 3)

El alien novato (Parte 2 de 3)

Feb 19, 2024

Desde la comodidad de un acolchado sofá, Samita Choudhary tenía la mirada fija en el enorme televisor de pantalla plana que colgaba de la pared del salón. Contemplaba con inmenso entusiasmo y alegría las imágenes que en él se estaban mostrando y que se repetían en bucle una y otra vez.

A sus más de noventa años, Samita ya hacía tiempo que se había jubilado y llevaba una vida relajada en su ciudad natal, Bangalore. No obstante, no se había desconectado por completo del mundo de la investigación. Se mantenía al día de los últimos avances de su campo y de vez en cuando todavía colaboraba en alguna publicación científica. No podía negar que sentía cierta satisfacción cuando investigadores jóvenes le pedían consejo.

Entre otros asuntos, la doctora Choudhary había dedicado mucho tiempo de su carrera como científica a la búsqueda de vida extraterrestre. Una búsqueda que, a decir verdad, no había sido muy fructífera. Pero lo mismo se podía aplicar a cualquiera de las personas que habían trabajado en este campo desde sus inicios. A lo largo de muchas décadas no había sido posible hallar indicios que permitieran afirmar con rotundidad la existencia de vida inteligente más allá de la Tierra. Y no resultaba nada difícil encontrar a quien dijera que ni siquiera era posible afirmar la existencia de vida inteligente en la propia Tierra. Sí que se habían detectado numerosas señales cuyo origen preciso no se había logrado determinar y se seguía especulando sobre si ciertos cuerpos que se habían observado eran naturales o artificiales. Pero no se disponía de ninguna prueba concluyente con la que decantarse por una u otra opción.

Hasta ahora.

Hacía casi cinco días que las cámaras de uno de los satélites que orbitaban la Tierra habían captado un evento que iba a cambiar para siempre la historia de la humanidad. Y casi de inmediato las imágenes habían sido retransmitidas por todo el planeta sin que ninguna autoridad gubernamental hubiera tenido tiempo de reaccionar ante lo que estaba sucediendo. Poco después resultó evidente que una gran parte de los sistemas de comunicaciones a nivel global habían sido pirateados y que se encontraban bajo el absoluto control de los visitantes.

Durante los primeros segundos de la grabación se apreciaba un fondo negro salpicado de estrellas. Una visión cautivadora pero nada fuera de lo normal, a la que los aficionados a la astronomía ya estaban más que acostumbrados. Pero luego, el centro de la imagen se comenzaba a distorsionar y las estrellas de esa zona pasaban de ser puntos brillantes a convertirse en estelas que se estiraban y se encogían, que se curvaban y se retorcían, a la vez que sus colores variaban recorriendo todo el rango del arco iris. Los trazos luminosos daban la impresión de moverse entorno a un objeto de grandes dimensiones cuyos bordes comenzaban a intuirse entre el festival de centelleos.

El extraño efecto se prolongó unos breves instantes y luego dejó paso a un artefacto cuyo diseño hacía tiempo había estado muy presente en la cultura popular: una nave en forma de platillo volante, como si dos platos soperos de alargados bordes hubieran sido colocados el uno contra el otro. La superficie del vehículo era plateada. En la parte superior se intuían pequeñas cúpulas de distintos colores alrededor de la elevación central, y una línea de luces que iban cambiando de tonalidad recorría el borde lateral. La nave no se movió en ningún momento del sitio en el que había aparecido.

Unos minutos más tarde la pantalla se fue llenando de palabras en una ingente cantidad de idiomas diferentes. El texto era un aviso para que la población humana estuviera atenta a un mensaje de gran trascendencia que se iba a transmitir desde la nave unos días más tarde. A la retransmisión se le añadió un reloj que llevaba una cuenta atrás.

Desde entonces se sucedieron por todo el mundo multitud de debates sobre cómo responder ante esta situación. Los medios de comunicación cuyas retransmisiones no se vieron afectadas por el sabotaje de los satélites se llenaron de programas en los que se hablaba a todas horas de este tema. Todos los demás asuntos que afectaban a la Tierra fueron desplazados a un segundo plano.

A lo largo de esas jornadas la nave no se apartó de la órbita en la que se encontraba y los visitantes permanecieron en completo silencio. La comunidad científica, a petición de la mayoría de gobiernos, trató de establecer un diálogo con los alienígenas pero no recibió ningún tipo de respuesta. Todo esto provocó que surgieran multitud de hipótesis sobre el motivo de su aparición, especulaciones sobre el mensaje que iban a transmitir, sobre si era verdad lo que se estaba retransmitiendo o si, en cambio, era una especie de elaborado montaje.

Según el tiempo se fue consumiendo y se acercaba la fecha señalada, las discusiones se fueron volviendo cada vez más acaloradas. Entre los grupos que defendían sus opiniones con mayor vehemencia estaban los que afirmaban que se trataba del inicio de una invasión y que toda la población debería pertrecharse para una inminente guerra. Algunos iban más allá y exigían que se realizase un ataque preventivo contra la nave. Otros acusaban a los gobiernos de haber inventado todo este asunto con la intención de que la población se olvidara de los graves problemas que la acuciaban y dejara de protestar.

Por otra parte estaban los que llevaban soñando toda su vida con un momento similar y argumentaban que se debería recibir a los extraterrestres con los brazos abiertos y que había que ponerles todas las facilidades posibles. Samita sabía casi de primera mano que el consenso entre las autoridades y los científicos era que se trataba de un evento real y que los alienígenas serían pacíficos. Consideraban que si sus intenciones fueran otras, mucho más belicosas, no tenía sentido haber revelado su presencia tal y como lo habían hecho.

La cuenta atrás estaba a punto de llegar a su fin y Samita no se encontraba sola en su hogar. Había invitado a su familia a que le hiciera compañía en estos momentos tan importantes de su vida, y de la humanidad en general. Por la casa resonaban las voces de los niños que jugueteaban entrando y saliendo de la terraza, y las de los adultos mientras hacían los últimos preparativos para seguir el evento.

—¿Por qué tardan tanto? —dijo con voz aguda Vanathi, una de las nietas de Samita, que en ese momento estaba sentada a su lado en el sofá—. Quiero ver ya a los visitantes.

El término visitantes se había extendido a toda velocidad entre la población para referirse a los alienígenas. Para muchas personas esa palabra resultaba mucho más amable, y menos cargada de ciertas connotaciones no deseadas, que las alternativas.

—Muy pronto, pequeña, muy pronto —respondió Samita dedicándole una dulce sonrisa—. Sólo tenemos que esperar un poquito más.

—¿Serán buenos?

A Samita no le sorprendió para nada que Vanathi formulase tal pregunta. Sonaba a pregunta inocente típica de niños pequeños pero al fin y al cabo ésa era la cuestión que llevaba manteniendo en vilo a casi todo el planeta durante los últimos días. Quizás los adultos lo expresaban mediante frases más elaboradas. No obstante, en el fondo no dejaba de ser la misma preocupación.

—Seguro que sí. Ya verás cómo han venido hasta aquí para ser nuestros amigos.

—¡Bien! —respondió Vanathi alargando la palabra más de lo normal. Luego volvió a dirigir su atención hacia el televisor.

Minutos después, Samita oyó la voz de Jaspal, su hijo mayor, que se estaba dirigiendo a ella:

—Ya está todo listo afuera.

Jaspal le tendió la mano para ayudarla a levantarse del sofá. Luego ella se apoyó en su brazo y con paso lento avanzaron hacia la terraza.

En la azotea había una alargada mesa de madera en la que se podían sentar a comer a la vez todos los miembros de su familia que habían acudido a visitarla y aún sobraba espacio para unos pocos más. Aparte, los hijos de Samita habían colocado otra mesa más pequeña sobre la que ahora reposaban unos altavoces y un proyector que apuntaba hacia una de las paredes laterales de la terraza. Estaba proyectando las mismas imágenes que se veían en la televisión.

Antes de tomar asiento en la cabecera de la mesa, Samita se aproximó al borde de la azotea y miró hacia el exterior. Desde su casa había unas vistas privilegiadas del lago Ulsoor y de las arboladas islas que se alzaban en su interior. Estaba atardeciendo y en las orillas del lago se empezaban a encender las farolas. En algunas zonas había más luces de lo acostumbrado: se habían instalado varias pantallas en los parques para que la gente que así lo deseara se juntara y pudiera seguir al aire libre el gran acontecimiento. Complacida por el panorama ante sus ojos, Samita se apartó del borde y ocupó su lugar en la mesa.

El reloj de la retransmisión llegó a cero en mitad de la cena y todos los comensales posaron lo que tenían entre las manos en esos momentos.

Ante los espectadores apareció una figura muy delgada de piel grisácea, cabeza ovalada sin pelo, nariz chata, boca fina y ojos almendrados de color negro.

Varios de los familiares de Samita ahogaron gritos de asombro.

La cámara que estaba grabando al extraterrestre sólo enfocaba la mitad superior de su cuerpo. Iba vestido con una chaqueta ceñida de aspecto metálico, con dos tiras de color rojo en los hombros y unos extraños caracteres negros a la altura del pecho. Detrás de él había un fondo blanco con unas luces azuladas que flotaban a media altura cerca de cada uno de los laterales.

Tras unos segundos, el mensajero movió uno de sus brazos de modo que su mano quedó a la altura del hombro con la palma orientada hacia la cámara, a la vez que realizaba una ligera inclinación de su cabeza, en lo que parecía ser un gesto de saludo. Los espectadores pudieron comprobar que su mano sólo tenía tres dedos. Luego, alzó de nuevo la cabeza, bajó el brazo y comenzó su alocución, con una voz que a Samita le resultó muy cálida:

—Estimados habitantes del planeta Tierra. Mi nombre es Xnetrich y tengo el inconmensurable honor de dirigirme a vosotros en nombre de mi especie. —A Samita le llamó la atención el detalle de que no especificara el nombre de dicha especie. ¿Por qué no lo haría? ¿No quería revelar esa información o es que tal vez fuera una palabra impronunciable para los humanos?—. Desde hace mucho tiempo, a lo largo de varios periodos a los que vosotros os referís como siglos, os hemos estado observando y hemos estado evaluando vuestro progreso como civilización. Hubo un tiempo en que los acontecimientos que presenciamos nos hicieron temer por vuestro futuro. Sin embargo, habéis demostrado ser capaces de superar tales adversidades y crear un mundo mejor en el que vivir. Aún se os presenta un extenso camino por delante pero desde este momento no lo recorreréis en solitario.

El alienígena hizo una pausa. A su lado, a la altura de la cabeza, se materializó un holograma que representaba la Vía Láctea. La galaxia en miniatura no se mantenía fija mostrando siempre la misma perspectiva sino que iba rotando en torno al eje marcado por su barra central. En uno de los brazos espirales menores surgió una luz anaranjada que brillaba con intensidad y de modo intermitente. Una etiqueta la acompañaba, indicando en varios idiomas que se trataba del lugar ocupado por el Sistema Solar. Después, otra señal similar pero de color verde apareció en el lado opuesto de la galaxia, aunque de ésta no se ofreció ninguna descripción.

—Sabemos que en innumerables ocasiones habéis levantado la vista hacia vuestro cielo y os habéis planteado la cuestión de si estabais solos en el universo o si, al contrario, entre el inmenso espacio que aparecía ante vosotros había otros seres que tal vez estarían preguntándose lo mismo. Lo sabemos porque nosotros también hemos experimentado esa fase, al igual que numerosas otras especies. —El alien levantó su mano de manera que pareció tocar el holograma y en ese instante más luces verdes se encendieron por toda la galaxia. Samita se dio cuenta de que había una cierta escasez de marcas en las cercanías del Sistema Solar en comparación con otras regiones de la Vía Láctea—. Y lo sabemos también porque hemos contemplado los esfuerzos que habéis realizado para tratar de acabar con esa soledad y de establecer una comunicación con quien fuera que pudiera estar escuchando.

»Después de un muy largo viaje, después de salvar la colosal distancia que separa mi mundo natal del vuestro, hoy tengo el privilegio de presentarme ante vosotros para servir como respuesta a esa pregunta tan trascendente. Queridos humanos, no estáis solos. Nunca lo habéis estado y nunca lo estaréis. Hoy os damos la bienvenida a nuestra comunidad y esperamos que muy pronto nos hagáis compañía en nuestros viajes entre las estrellas.

»Por último, también es mi deber transmitiros una información fundamental que os resultará de gran ayuda ante esta nueva era de vuestra historia que se abre ante vosotros: os traigo un…

davidmg
davidmg

Creator

La doctora Samita Choudhary había dedicado gran parte de su vida a la búsqueda de vida extraterrestre. Sin éxito. Ahora, tras haberse jubilado, está a punto de descubrir, al igual que el resto de la población de la Tierra, que la humanidad no está sola en el universo.

#espanol #relatocorto #shortstory #scifi #spanish #CienciaFiccin

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