Me movía suavemente de un lado al otro para mantener el equilibrio.
Iba tan rápido, que les alcé las faldas a las colegialas que iban bajando lentamente y con demasiado cuidado esas malditas escaleras infernales.
-¡Adiós tortugas!
Les sonreí coquetamente a las chicas, mientras les alzaba las cejas repetidamente.
-¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡IDIOTA!
Las colegialas se sonrojaron, mientras jalaban sus faldas para que no se les alzaran nuevamente.
-Por cierto, bonitas braguitas. ¡Je! ¡Je! ¡Je!
Sonreí ampliamente, pues lo que acababa de ver era muy bueno.
-¡¡PERVERTIDO!!
Las colegialas me lanzaron lápices y hojas que traían en la mano.
Estaba a pocos metros de llegar abajo, cuando pensé: "¿Cómo se supone que voy a detenerme?"
Ese solo cuestionamiento hizo que comenzara a sentir como se me bajaba la presión.
-Mierda... Mierda... ¡¡¡Ahhhh!!!
Empecé a mover las manos desesperadamente, mientras luchaba por continuar manteniendo el equilibrio encima de la tabla.
Estaba aceptando mi cruel destino de salir volando hacia la carretera y morir aplastado como lagartija, hasta que vi un chico super lindo corriendo hacia la escalera, parecía unos años más grande que yo. Como sea, yo solo me concentré en que estaba buenísimo.
Pensé: "¡Fuera pensamientos calientes!"
Estaba hablando de mi casi muerte, asi que continuemos con eso.
-¡¡¡Oye tú!!! ¿Qué locura estás haciendo?
El chico corrió rápidamente hacia donde me encontraba.
-¿¡Como me detengo!? ¡Ahhhh, me voy a sacar los sesos!
Me agaché un poco, pensando que asi podría saltar más fácilmente.
Lamentablemente eso tuvo un efecto más desalentador, pues comencé a agarrar más velocidad.
-¡¡Toma mi mano!! ¡Rápido!
El chico se puso al lado de la barda, extendiendo su brazo hacia mí.
El sujeto tomó mi mano agarrándola fuertemente, pensé que por la fuerza con la que iba los dos saldríamos disparados hacia la carretera, pero no fue asi, él apoyó firmemente sus pies contra el piso y me jaló hacia él.
Por desgracia suya o por fortuna mía, terminé cayéndole encima.
-¡Cof! ¡Cof! ¡Ughh!
El chico tosió pues le había dado un tremendo golpe en el estómago.
-Ehhh... como lo siento. Yo no quería taclearte.
Me preocupé, pues no quería herir a mi salvador y menos despues de evitar mi casi muerte.
-Ummm. Mi estómago.
El chico apretó un poco la boca por el dolor, sé que debió sentirse como si una especie de mamut combinado con elefante e hipopótamo le hubiese caído encima y aparte seguía ahí sentado como si nada.
Estaba encima de él, y claro como en toda historia cliché, mi trasero estaba precisamente en donde no le da el solecito, aunque eso no me molestaba para nada. Además, la vista desde ese lugar era bastante buena, pues tenía la camisa abierta y podía ver sus pectorales asomándose.
-Lástima que si me terminaron de amamantar.
Me quedé embobado mirando sus abdominales, mientras tragaba saliva por quedarme con las ganas de darle un apretón a su pecho.
-¿Disculpa?
El chico al escuchar eso, alzó la ceja un poco confundido. Creo que le costó un poco captar el mensaje o de hecho, creo que ni siquiera lo entendió.
-Nada, estaba hablando conmigo mismo.
Me puse algo nervioso y solo reí un tanto avergonzado.
-Bueno da igual, podrías quitarte de encima de mí, por favor.
El chico apoyó sus codos sobre el pasto y trató de sentarse, pero mi peso se lo impedía. Asi que decidió quedarse semiflexionado hasta que me quitara de encima de él.
-¿Por qué? Temes que pedrito se despierte.
Sonreí coquetamente, mientras ponía mi mano encima de su pierna izquierda.
-Por supuesto que no. Pero no pienso quedarme aquí tirado todo el día contigo encima mío y menos si solo vamos a estarnos viendo las caras.
El chico me miró de arriba hacia abajo.
-Ohh...
Miré nuevamente hacia los pectorales del chico, para mantener esa imagen dentro de mi mente antes de levantarme.
Como toda persona normal iba apoyar mis manos en el suelo para levantarme, pero como no soy una persona normal apoyé mis manos en su pecho y mi rodilla en sus diminutos cacahuates.
-¡Ughhh! ¡Que te pasa!
Me levanté completamente y el chico solo se sobó, mientras me miraba de manera asesina.
-Lo siento. Es que esta ropa es de marca y no quería ensuciarla. Además, no iba a poner mis manos en el suelo, quien sabe que tantos fluidos haya tirados en el lugar.
Comencé a sacudirme, pues la ropa estaba bastante llena de tierra.
No me quería imaginar la cara que pondría Archie, si veía su preciada ropa asi de sucia. Obviamente no quería meterme en problemas.
-¿Fluidos?
El chico se rascó la mejilla y me miró algo extrañado.
-Si. ¿No sabias que algunas parejillas se vienen a dar sus revolcones en este lugar? En el mejor de los casos solo hay cerveza, pero pasando a los peores escenarios puede haber sem...
El chico comenzó a ver sus manos con un poco de asco, yo solo me comencé a reír.
-No es divertido. ¡Sabes cuantos ADN puedo tener en mi mano! ¡Además de que debo tener un montón de futuros hijos de alguien pegados en mi palma!
El chico se sentó y sacudió su mano. Me reí un poco. Él se levantó y se sacudió, cual perro que acababa de ser bañado.
Despues me miró de arriba abajo pero no con desprecio, más bien parecía intrigado.
No sé si le desconcertaba mi forma de vestir o quizás era el hecho de que tal vez jamás en su vida había visto a una persona lanzándose a lo loco de una escalera. Incluso yo estaba asombrado. Pensar que había prometido algo y estuve a punto de cagarla y morir, cometiendo con ello suicidio y aparte homicidio.
-¿A que loco se le ocurre bajar la escalera infernal en una tabla? Aparte esta vieja y mohosa.
El chico agarró la tabla en la que me había lanzado y la sacudió frente a mí.
-¡¡Acaso querías matarte o de seguro eres de esos idiotas que se graban haciendo cosas extremas para obtener seguidores!!
El chico parecía demasiado molesto, me gritó con esa voz sexy y ronca, para luego fruncir el ceño con enojo.
-¡Ughh! ¡Ninguna de las dos! Solo... estaba tratando de ahorrarme tiempo bajando esa porquería. Si la hubiese bajado como normalmente se hace, me habría tardado 1 hora o quizás más.
Me crucé de brazos mientras el chico me regañaba, no tenía ganas de estar escuchando sermones en ese momento.
-¿Ah? ¡Y entonces se te ocurrió la fantástica idea de bajar en una tabla y conocer a Jesucristo en persona!
El chico continúo regañándome por la locura que había hecho.
-¡Tchhh! Ahora resulta que todo el mundo me regaña como si fuesen mis padres.
Me di la media vuelta, ignorando al chico.
-Pues por algo será. Fuiste muy inconsciente haciendo eso, si no hubiese estado yo aquí, habrías terminado como una tortilla de sesos en la carretera. ¡Además, dame la cara cuando te estoy regañando!
El chico me jaló levemente del brazo, con la intención de que lo mirará directamente a la cara.
-Ummm, ya cállate. Pues ya, si me moría era mi culpa y ya. Hubiese sido mejor asi me comían los lobos o los buitres, lo que sea.
Me molesté un poco, aunque yo sabía que el chico tenía razón, pero ya no tenía ganas de más regaños al menos por este día.
Creo que no había cosa que odiara más en el mundo, que gente metiche que se preocupara tanto por mí.
Te preguntaras, ¿por qué lo odias tanto?
Pues debido a que soy un tipo tan carente de cariño, el cual se enamora con la más mínima demostración de afecto hacia mi persona.
¡Ahhh! ¡Maldito corazón enamoradizo!
-Aquí no hay buitres ni lobos, águilas quizás. Pero no creo que les guste la carne de tan baja calidad.
El chico alzó una ceja y me miró de manera burlona. Despues de mirarme de esa manera, una tonta sonrisa se dibujó en su rostro.
¡Ja! Asi que de esa manera quieres jugar. ¡Desgraciado! solo porque tienes esos musculotes que parecen tallados por dioses y ese rostro sexy, piensas que me puedes enamorar con tus frases piteras sacadas de un libro de seducción que de seguro te costó $5 pesos (25 centavos de dólar).
¡Pues no te va a funcionar! No soy tan fácil como aparento.
Al menos eso creo. ¡Ya escuchaste corazón, tienes prohibido meterte en esta conversación! Hoy si pienso usar la cabeza y no precisamente la de abajo.
Hoy debo dejar mis instintos primitivos de lado y obligar a mi mente a que responda.
-Ya, silencio. No tienes que preocuparte tanto por un desconocido. Me largo.
Me arreglé la chaqueta y di un paso.

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