Me quede paralizado hasta que se escucho nuevamente a la mujer al otro lado de la línea. “Lamento la hora en que le estamos llamando, pero es necesario que se presente inmediatamente en las instalaciones” dijo con preocupación en su voz. Informe que llegaría en 10 minutos y colgué la llamada. Mandé a pedir un taxi y salí a la calle tratando de mantener la calma. Subí al carro en cuanto lo vi y pase todo el viaje mordiéndome las uñas mientras pensaba en cual podría ser la razón para que me llamaran.
Una vez pague el taxi este se fue, y yo me quede parado frente a aquel edificio. El aire frío recorría mi cuerpo y lo único en que podía pensar era aquel funesto día. La noche había caído, el aire estaba congelado, mi cabeza estaba aturdida y mi visión borrosa. El cuerpo me pesaba como si me hubieran golpeado con un coche, poco a poco me voy poniendo de pie, sintiendo en cada movimiento punzadas de inmenso dolor. Una vez de pie miro alrededor buscándola, trato de gritar su nombre, pero mi voz queda atascada en mi garganta. “Sr Sosa” grita una enfermera desde la entrada del edificio cortando de tajo mis pensamientos.
“Disculpe nuevamente la hora en que le llamamos, déjeme le llevo hasta el medico a cargo para que le explique la situación” dijo y yo asentí levemente. La enfermera giro sobre sus talones y comenzó a caminar por los pasillos vacíos de aquel lugar. Camine tras de ella sintiendo la ansiedad crecer dentro de mí, hasta que llegamos a una oficina al final del pasillo del segundo piso. La enfermera toco a la puerta y antes de dejarme entrar ella se fue. Respire profundamente y gire el pomo de la puerta.
“Joven Raúl, un gusto conocerlo pese a las circunstancias, soy el Dr. White, soy el medico a cargo de su madre” dijo un hombre alto y robusto con sonrisa cálida al tiempo que me extendía su mano. Me forcé a sonreír al tiempo que estrechaba su mano y me preparaba para tomar asiento. “Me podría indicar la razón por la que me pidieron venir a esta hora de la noche” dije con un tono cortante y algo rudo.
El medico comenzó a sacar una gran pila de documentos que empezó a extender por todo su escritorio y con total calma iba explicando cada una de las cosas que ponía ante mí. Con cada palabra que salía de su boca sentía como otra parte de mi vida se derrumbaba. Por momentos deje de seguir el hilo de lo que me decía, él lo notaba, paraba de hablar, me daba un poco de agua y una vez se aseguraba de que le prestaba atención nuevamente, continuaba. Al terminar de hablar me guio hasta la habitación de mi madre, me entrego una carpeta con todas las indicaciones necesarias con una leve sonrisa. “Puedes tomarte 5 minutos con ella antes de irte” me dijo mientras me daba una palmada en el hombro y se iba con calma por el pasillo.
Entre a la habitación con la mirada en el suelo tratando de obtener el valor necesario para ver a mi madre. El sonido de las maquinas resonaba en el cuarto, causándome escalofríos. Alce la vista lentamente, notando cada mínimo detalle ante mí, hasta que llegue a su rostro, cubierto por una mascara que le ayudaba a respirar. La respiración se me paro en el instante en que vi lo delgado de su rostro, camine con cuidado hasta el pie de su cama y me quede parado viéndola, marchita y cambiada.
Seguí intentando que mi voz saliera, pero era inútil; comencé a caminar usando las manos para guiarme por el lugar mientras mi vista volvía. Trate de agudizar mi oído lo mejor posible para ver si podía ser capaz de escuchar a mi madre, pero lo único que llego a mis oídos fue el caer de gotas de agua al suelo. Después de un rato mi vista comienza a regresar y me permite ver con mayor claridad el lugar en el que estoy. Observo con detenimiento aquel obscuro y solitario edificio, tratando de encontrar a mi madre escondida en alguna de aquellas sombras. Al cabo de un rato veo moverse a la distancia una sombra. Comienzo a caminar lentamente hacia el punto en que vi el movimiento. Un leve aroma comienza a llegar a mi con cada paso que doy, al inicio es leve, casi imperceptible; pero poco a poco se intensifica hasta hacer que mi nariz duela cuando respiro. La sombra crece hasta llegar a parecer humana y entonces lo escucho, una risa casi siniestra que taladra en mis oídos. Entonces la luz comienza a abrirse paso en la obscuridad permitiéndome ver claramente a la persona frente a mí.
“Sr Sosa, es momento de que se vaya” me dijo la misma enfermera que salió a recibirme cuando llegue. Asentí con la cabeza y comencé a caminar a la salida del edificio. Siento el aire frío golpeando en mi cara, saco el celular de mi bolsillo y veo como se apaga en mi mano debido a la falta de batería; suelto un largo suspiro y me dispongo a caminar.
La caminata me ayuda a despejar la mente y repasar las palabras del medico con calma para asegurarme de que entendí todo lo que me dijo. Empiezo a sentir las piernas cansadas cuando veo mi edificio cerca de mí. Escucho el crujido de las hojas en el suelo y comienzo a mirar alrededor sosteniendo levemente la respiración, le dedico un par de minutos a mi búsqueda cuando veo a un gato salir de unos arbustos; dejo salir el aire que sostenía y entre al edificio.
Después de asegurarme de ponerle seguro a la puerta me dirijo a mi apartamento y cierro con llave detrás de mí. Dejo mis cosas en la barra de la cocina de camino a mi habitación. Una vez dentro comienzo a quitarme la ropa que traigo puesta hasta quedar solo con mis boxers. Abro la ventana dejando solo el mosquitero puesto para que el aire de la noche entre. Me siento a la orilla de la cama y veo un rato por la ventana hasta dejarme caer entre mis almohadas. Una vez recostado, la imagen de mi madre en cama vuelve a aparecer en mi mente, haciendo que mis lagrimas comiencen a caer por mis mejillas como cascadas hasta quedar dormido.

Comments (0)
See all