El amanecer en Elfheim despertaba al mundo con una suave luminosidad dorada, que se filtraba a través de los frondosos árboles del bosque y bañaba el paisaje en una atmósfera mágica y serena. Para John y Ked, era el inicio de otra jornada de entrenamiento en la tierra Élfica, un nuevo día lleno de desafíos y oportunidades para crecer y aprender.
Bajo el resplandor del sol naciente, los jóvenes se dirigieron al patio de entrenamiento, un espacio amplio y abierto ubicado en el corazón del castillo de Elfheim. El patio estaba rodeado por altos muros de piedra cubiertos de enredaderas y plantas exóticas, que creaban un ambiente de privacidad y seguridad para los entrenamientos.
En el centro del patio se encontraba un campo de entrenamiento meticulosamente cuidado donde los cadetes elfos se forman, con césped verde y suave que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Marcados en el suelo había círculos concéntricos que servían como áreas designadas para diferentes tipos de prácticas de combate, desde el combate cuerpo a cuerpo hasta el entrenamiento con arcos, flechas y magia. (Imagen representativa del patio de entrenamiento)
A lo largo de los bordes del patio, se alzaban estructuras de madera y metal que servían como obstáculos y equipo de entrenamiento, desde barras de ejercicios hasta sacos de arena y muñecos de práctica. Había también estaciones para afilar armas y reparar equipo, así como áreas designadas para meditación y reflexión.
El ambiente en el patio de entrenamiento estaba impregnado de energía y determinación, con el sonido de espadas chocando y arcos tensándose resonando en el aire. Los maestros y entrenadores elfos se movían con gracia y precisión entre los estudiantes, ofreciendo consejos y correcciones mientras supervisaban los ejercicios.
Desde que llegaron a Elfheim, la vida de John y Ked se había convertido en una rutina marcada por la disciplina y el esfuerzo constante. Cada día comenzaba con una sesión de ejercicios físicos, que incluía estiramientos, flexiones y carreras alrededor del patio. Luego, pasaban horas practicando técnicas de combate, desde el manejo de espadas hasta el intento de lanzamiento de hechizos, la cual, John fracasaba todo el tiempo y Ked lograba hechizos de automejoras físicas por la cual el anciano elfo, los sabios y eruditos quedaban fascinados.
Después del entrenamiento físico, se sumergían en lecciones intensas sobre la historia y las tradiciones de los elfos, impartidas por sabios y eruditos que compartían su conocimiento con generosidad y paciencia. Aprendieron sobre los grandes héroes y hazañas del pasado, así como sobre los valores y principios que regían la sociedad Élfica, ya que para poder convivir tanto tiempo en la ciudad primeramente deben comprender la historia.
Pero el entrenamiento no solo se trataba de habilidades físicas, historia y fortaleza mental. También incluía lecciones sobre estrategia, táctica y liderazgo, impartidas por los maestros más experimentados de Elfheim. Aprendieron a trabajar en equipo y a confiar en ellos.
A medida que pasaban los días, John y Ked se volvieron más fuertes, más hábiles y más seguros de sí mismos. Sus músculos se tonificaron, sus reflejos se agudizaron y su mente se expandió con nuevos conocimientos y habilidades. Cada entrenamiento era un desafío y una oportunidad para crecer, y los jóvenes abrazaban cada momento con determinación y coraje.
Con el tiempo, el patio de entrenamiento se convirtió en su segundo hogar, un lugar donde podían ser ellos mismos y perseguir sus sueños con pasión y dedicación. Aunque el camino hacia la maestría de las armas era larga y difícil, sabían que estaban en el lugar correcto y que cada paso los acercaba un poco más a su objetivo.
Durante los primeros meses en Elfheim, John y Ked se encontraron inmersos en un mundo completamente diferente al suyo. Las costumbres y tradiciones de los elfos eran tan distintas a las suyas que les costaba adaptarse, enfrentando desafíos físicos y mentales que pondrían a prueba su determinación y resistencia.
Cada día comenzaba antes del amanecer, cuando los primeros rayos de sol apenas comenzaban a filtrarse a través de las copas de los árboles. Para los elfos, el amanecer era un momento sagrado, un momento en el que se conectaban con la naturaleza y se preparaban para el día que tenían por delante. John y Ked aprendieron rápidamente la importancia de este ritual matutino, levantándose con el primer destello de luz y sumergiéndose en una serie de ejercicios de estiramiento y meditación que los preparaban para las duras jornadas de entrenamiento físico que les esperaban.
Ellos no solo se enfrentaban a desafíos físicos; también debían adaptarse a las costumbres y tradiciones de los elfos, algunas de las cuales les resultaban extrañas y desconcertantes. Por ejemplo, la dieta de los elfos consistía principalmente en frutas, verduras y granos, con muy poca carne o productos lácteos. Para John y Ked, acostumbrados a una dieta más variada y sustanciosa, esta nueva forma de comer era un ajuste difícil de hacer.
Además, los elfos tenían una conexión profunda con la naturaleza y sus ciclos, celebrando festivales y ceremonias en honor a los elementos y las estaciones del año. Participar en estas celebraciones era una experiencia reveladora para los jóvenes, que aprendieron a apreciar la belleza y la importancia de la naturaleza en la vida de los elfos.
Pero a pesar de todos los desafíos, John y Ked perseveraron con determinación y coraje. Cada día se volvían más fuertes, más hábiles y más seguros de sí mismos, superando obstáculos que nunca habían imaginado enfrentar. Aprendieron a confiar en ellos mismos y en sus habilidades, encontrando fuerza en la camaradería y el apoyo mutuo que compartían.
A medida que pasaban los meses, los elfos comenzaron a ver a John y Ked con nuevos ojos. Su dedicación al entrenamiento y las ganas de no rendirse ganaron el respeto y la admiración de muchos, y poco a poco, el odio inicial de los elfos comenzó a desvanecerse.
Sin embargo, entre los elfos de Elfheim, había uno cuyo corazón ardía con un odio profundo hacia los humanos. Se llamaba Lyria, una elfa de tez pálida al igual que sus cabellos, mirada feroz y actitud desafiante, muy buena en combate cuerpo a cuerpo, arcos y afiliada a la facción del elemento «Fuego», cuyo desprecio por los forasteros no conocía límites. Pero su odio no era gratuito; estaba arraigado en una tragedia personal que había marcado su vida para siempre. (Imagen ilustrativa de Lyria)
Hace muchos años, cuando Lyria era apenas una joven elfa ilusionada por conocer el mundo y sin odio por los humanos pese a su historia, su hermano menor salió a explorar el bosque y nunca regresó. Desesperada por encontrarlo, Lyria emprendió una búsqueda desesperada, siguiendo las pistas que encontraba a lo largo del camino. Pero lo que descubrió la dejó paralizada de dolor y furia.
Encontró el cuerpo de su hermano, brutalmente asesinado por un grupo de cazadores humanos que merodeaban por el bosque en busca de trofeos. Fue un golpe devastador para Lyria, cuyo corazón amoroso se llenó de ira y resentimiento hacia aquellos que habían arrebatado la vida de su ser querido.
Desde entonces, Lyria se convirtió en una defensora feroz de su pueblo, jurando venganza contra todos los humanos que se atrevieran a poner un pie en las tierras elficas. Su odio era como una llama que arde sin cesar en su interior, consumiéndola lentamente, pero alimentando su determinación de proteger a los suyos a cualquier costo.
Cuando John y Ked llegaron a Elfheim, despertaron en Lyria un odio aún más profundo. Para ella, eran la encarnación de todo lo que odiaba: forasteros que no tenían lugar en su mundo, intrusos que representaban una amenaza para su gente. A pesar de los esfuerzos de los jóvenes por demostrar su valía, Lyria se mantuvo firme en su actitud hostil, negándose a perdonar u olvidar el pasado que la había marcado de por vida.
Así, mientras el resto de los elfos comenzaba a aceptar a John y Ked como parte de su comunidad, Lyria permaneció como una sombra oscura en sus vidas, recordándoles constantemente que no eran bienvenidos en su mundo. Su presencia era un recordatorio constante de los peligros y desafíos que enfrentaban en su lucha por encontrar su lugar en Elfheim.
John y Ked también conocieron a nuevas personas que influyeron en sus vidas. Un anciano sabio, conocido como Maestro Thalor, un anciano sabio cuyos ojos brillaban con la luz del conocimiento antiguo. Con el paso de los días, los jóvenes desarrollaron un profundo respeto por el Maestro, cuya sabiduría y experiencia eran igualables al anciano elfo. Aunque su relación con él era formal en un principio, con el tiempo comenzaron a sentir un vínculo más cercano, aunque nunca lo expresaran abiertamente.
Además del Maestro Thalor, John y Ked se encontraron con otros jóvenes elfos que compartían su pasión por el combate y la aventura. Entre ellos se encontraban Rynar, un guerrero de cabello oscuro y ojos penetrantes, cuya destreza en el manejo de la espada era de las mejores. (Imagen ilustrativa de Rynar)
Él pertenece a la facción del fuego, representada por el color rojo. Su pasión ardiente por el combate y su destreza en el manejo de la espada reflejan la energía y el poder del elemento fuego, era el 2.º sucesor de la facción del fuego después de Lyria, quien se enfurecía por la amistad del joven con los humanos. Su presencia imponente y su valentía inspiraron a los jóvenes a esforzarse aún más en su entrenamiento.
Otro compañero fue Elenia, una joven elfa de belleza indescriptible cuya gracia y destreza en el combate con arco y flechas eran de las mejores en Elfheim. Su habilidad para desplazarse con agilidad entre los árboles y disparar con precisión mortal dejaba sin aliento a quienes tenían el privilegio de verla en acción. Ella forma parte de la facción del viento, asociada con el color blanco. Su habilidad para desplazarse con gracia entre los árboles y disparar con precisión con su arco y flechas evoca la libertad y la fluidez del viento. (Imagen ilustrativa de Elenia)
Y finalmente, estaba Aldarion, un elfo de cabello plateado cuya tranquilidad y serenidad ocultaban una fuerza interior formidable. Aldarion era un maestro en el arte de la magia, el anciano elfo decía que es una de las únicas diez personas en el mundo capaz de utilizar la magia como tal y no solo hechizos utilizados en combate, ya que es capaz de manipular los elementos con una facilidad asombrosa y por esto ya se lo consideraba un “maestro”. Su sabiduría y paciencia eran un contrapunto perfecto al temperamento impulsivo de John y Ked, y su amistad se convirtió en un ancla en medio de las tormentas de su entrenamiento. (Imagen ilustrativa de Aldarion)
Aldarion no pertenecía a ninguna facción en específica, ya que por su condición de “Maestro” no estaría obligado a pertenecer a ninguna, pero tenía cariño a la facción del agua, simbolizada por el color azul. Porque para él su serenidad y habilidad para manipular los elementos con sabiduría reflejan la tranquilidad y la adaptabilidad del agua.
La presencia de estos nuevos compañeros trajo consigo una dinámica diferente al entrenamiento de John y Ked. Rynar, con su espíritu apasionado y su habilidad con la espada, se convirtió en un rival y amigo cercano de John, desafiándolo a mejorar en cada sesión de entrenamiento. Elenia, con su gracia y destreza en el combate a distancia, inspiró a Ked a perfeccionar sus habilidades de puntería, encontrando en ella una camaradería basada en la admiración mutua por sus habilidades.
Aldarion, por otro lado, fue un mentor silencioso pero poderoso para ambos jóvenes. Con su conocimiento de la magia y su profunda comprensión de los elementos, les enseñó a ver el mundo de una manera completamente nueva, expandiendo sus mentes más allá de los límites de lo que creían posible. Aunque no participaba directamente en los entrenamientos físicos, su presencia calmada y su consejo sabio eran una fuente constante de inspiración.
Juntos, formaron un equipo autorizado por el anciano. Era bastante extraño que elfos se encariñaran de esta manera con humanos, pero el Maestro Thalor llegó a la conclusión de que algunas personas fuertes y habilidosas tienen la capacidad de mirar más allá de sus paradigmas.
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