-No sabía que fumabas.- Dije mientras me acercaba a él. Me miró sorprendido.
-Bueno...Hay muchas cosas de mi que no sabes.- Reí irónicamente. -Isaac...yo...-
-¿Cómo el qué? A lo mejor ¿el que te gusta ilusionar a la gente para luego besarte con la primera que veas?- Le corté. Emilio me miró indignado.
-Ana no es cualquiera...- Dijo mientras miraba hacia otro lado.
-Ya lo sé Emilio, créeme que lo sé. Ana es una mujer muy dulce, amable, y sin una pizca de mal en su interior. Y tú...Bueno, tú eres tú, realmente no creo que te merezcas ni una pizca de su atención.- Ahora Emilio río sarcásticamente, él no se esperaba que yo le dijera eso...y bueno, yo tampoco me lo esperaba.
-¿Y quién se la merece? ¿Tú?- Me preguntó.
-¿Yo? No, yo tampoco me merezco su atención. Pero aquí no estamos hablando de quién se merece la atención de quién.- Le respondí.
-Isaac, tu sabes que yo no quería hacerte daño...Digamos que estaba probando algo nuevo. Aunque claro me dí cuenta de que yo no soy como tú.- Sonrió. ¿Cómo yo?
-¿A qué te refieres a cómo yo? ¿Te refieres a alguien a quien no le importa salir con un chico o con una chica? Porque si es así creeme que ya me he dado cuenta.- Emilio le dió otra calada al porro. Se estaba enfadando y lo podía notar perfectamente.
-No, no me refiero a eso. Me refiero a que yo no soy un maricón como tú. ¿Me entiendes ahora?- Dijo mientras me echaba el humo. ¿Me acababa de llamar maricón? Sentía como se me hacía un nudo en la garganta, pero no pensaba llorar por lo que él me dijera.
-¿Un maricón? ¿Ese es tú mejor insulto?- Dije mientras me acercaba más a él. -Pues que sepas que prefiero ser un maricón a alguien que juega con los sentimientos de las personas, con las propias personas para obtener su propio placer, su propia felicidad, su propia diversion y la nadie más que no sea la suya.- Salió una lágrima de mi ojo, pero no era de tristeza, esta vez era de ira. Emilio se quedó sin palabras.
-¿Qué pasa? ¿Te has quedado sin palabras? ¿Acaso el maricón te ha dejado sin palabras?- Emilio me dio una bofetada. A pesar del daño que me había provocado yo solo podía reír...Cuando noté el sabor de la sangre y el propio líquido de está recorrer por mis labios ya no rei tanto, pero tampoco me disgustaba del todo. Alguien se estaba acercando.
-Emilio te estaba buscando.- Dijo una chica de pelo morado con los ojos azules, la piel medio morena y grandes ojeras.
-¿Y tú por qué me estabas buscando si se puede saber?- Le preguntó Emilio.
-Sé me ha muerto el móvil y necesito más maría, tú eres el único al que conozco que tiene contacto en Noe.- ¿Noe? ¿Está hablando de Noelio?
-Para tu mala suerte él ya se ha ido a dormir.- Le dijo Emilio con una sonrisa.
-Joder.- Susurro la chica. -¿Por casualidad a ti no te quedarán unos gramos no?- Le preguntó pero Emilio negó. La chica me miró.
-¿Y tú tampoco tienes no?- Me preguntó y yo negué.
-Él no fuma.- Le dijo Emilio.
-¿Y ahora yo qué hago?- La chica miró a Emilio y luego se fijó en el porro que tenía, le miró a la cara.
-No, ni se te ocurra.- Le dijo Emilio. La chica ignoró lo dicho y le arrebató el porro.
-Lo hago por tu bien, Emilio, ya sabes que fumar mata.- Emilio se enfadó pero a la chica parecía no importarle.
-Me lo vas a pagar Marikarmen.- La chica dejó de sonreír.
-No me llames así. Sabes que no me gusta que me llamen así.-
-Y tú sabes que no me gusta que me roben lo que es mío y aun así lo has hecho.- La chica le dió una última calada al porro y se lo devolvió.
-¿Feliz?- Emilio sonrió falsamente y la chica se fue. Emilio volvió a mirarme.
-¿Piensas quedarte ahí todo el día?- Me preguntó.
-No...- Me acerqué otra vez a él.
-¿Sabes? Puede que tengas cara de muñeco...- Me cogió de la barbilla. -Pero por dentro eres horrible.- Otra lágrima calló por mi mejilla hasta la mano de Emilio.
Me solté de su agarre. -Quiero que sepas que por dentro eres igual de horrible qué yo.- Le dije y me fui a mi habitación. ¿Por qué era así? ¿Qué lo había hecho volverse así? De todas formas yo ya no quería hablar con él, no si iba a seguir siendo así, y mucho menos si me iba a insultar con algo tan ridículo como mi sexualidad.
Al día siguiente simplemente dormí hasta tarde y luego vino Roxy a hablar y a ayudarme a elegir un outfit. No le conté todo lo que pasó anoche. Prefería esperar.
-Isaac yo solo te aviso, los skaters no son buenas personas. Te lo digo por experiencia propia.- Me dijo Roxy con un cigarro en la mano.
-Pero Roxy, tu haces skate.-
-Ya, por eso mismo te lo digo.-
-¿Y mejores son los que van en moto?- Me miré en el espejo.
iba así;
-No, los que van en moto no, las que van en moto.- Ambos reímos. -Hazme caso Isaac, los skaters no valen la pena.- Me dijo.
-Eh, con mi skater no te vas a meter tú.- Le dije mientras le apuntaba con el dedo índice.
-¿Has dicho mi skater?- ¿Isaac por qué no te callas unos treinta años?
-No, yo no he dicho eso. No sé de qué me hablas.- Roxy sonrió.
-Lo has dicho, rubio.-
-Bueno ya estoy listo, ahora fuchi fuchi.- Le dije mientras le echaba de la habitación.
-¡Lo has dicho!- Suspiré. -¡Has dicho mi skater!- Me dejé caer apoyando la espalda en la puerta.
-¿Por qué no te callas Isaac?- Me dije a mi mismo, me levanté y me lavé la cara. Un rato después llamaron a la puerta. -¡Voy!- Grité y fui corriendo a la puerta. Al abrirla allí estaba Greg.
-Hola.- Le dije sonriendo.
-Hola.- Me devolvió la sonrisa.
Greg iba así:
-¿Estás listo?- Asentí. Me fijé en que traía su skate. ¿Me iba a enseñar a ir en skate? Supuse que sí. Llegamos a una calle cerca de la playa y allí paramos.
-Bueno, primero que todo necesitamos equilibrio.- Puso la tabla en el suelo. -Intenta subirte.- Miré a la tabla indeciso, no es que no quisiera, es que no quería darme una ostia contra el suelo. Miré a Greg, él sonrió.
-¿Quieres que te ayude?- Asentí y Greg me tendió las manos, las agarré y me subí a la tabla, esta se movió un poco pero todo bien. -El primer paso hecho.- Bajé del skate y volví a mirarle.
-¿Te has hecho daño? Tienes una herida en el labio.-
-¿Eh? Ah esto no es nada...¿Me estabas mirando a los labios?- Greg se sonrojo un poco.
-Yo...Esto...Emm no.- Dijo nervioso, reí levemente. -Bueno, siguiente paso. Ahora tienes que ir en el skate, o sea poder moverte. ¿Entiendes lo que digo?-
-Sí, esto creo que se como es.- Me soltó una mano y volví a subirme al skate, Greg me soltó la mano e intenté ir, pero casi me caigo. Como bien he dicho casi, Greg me sujetó. Nos quedamos mirando unos segundos que parecían ser minutos, incluso horas.
-Isaac.- Me llamó.
-¿Si?-
-¿Yo...Podría besarte?- No esperé ni un segundo más y me acerqué a su rostro para poder juntar nuestros labios en un beso, un beso dulce sin segundas intenciones. Y sinceramente fue mucho mejor que cualquiera de los besos de Emilio.
Comments (0)
See all